Arriero, jardinero, venadero, pescador, vaquero, fayuquero, y empresario turístico.
Artículo escrito a petición de Aurelia Aguilar Vidaurrázaga, Guadalupe Gastélum Aguilar, y Eliza García Gastélum.
La vida lleva a las personas por los caminos menos imaginados. Guiado por sus padres, y a la perdida de ellos a muy tierna edad, fue guiado por su hermano mayor, cariñosamente llamado “PILICHON”.
FRANCISCO “PANCHO”AGUILAR AGUILAR, nació en el antiquísimo pueblito, y que aun sigue siendo el pueblito de SANTA AGUEDA, ubicado en las montañas de Santa Rosalía, Baja California Sur. Fue Santa Águeda, la tierra que generosamente le dio el agua que saciaba la sed de los mineros del Boleo en Santa Rosalía, fueron aquellos páramos rociados con la fresca agua que desde lo alto de la montaña llegaba al pueblo del cobre, al pueblo donde los franceses instalaron una de las más productivas minas de cobre en México. Fue el suelo donde se construyera la iglesia de Santa Bárbara, diseñada, y construida por el mundialmente famoso ingeniero GUSTAVE EIFFEL, el mismo de la TORRE EIFFEL de Paris. Distinción que en Baja California Sur, además de Santa Rosalía, también la tiene el pueblo de El Triunfo, donde se encuentra una altísima chimenea de minas, diseñada también por Eiffel.
Allí, en esa tierra pasó su niñez “Pancho Aguilar”, quien nació en la montaña, en Santa Águeda, el día 3 de diciembre de 1921, hijo de Román Aguilar, y de Bernardina Aguilar.
“Pancho Aguilar”, es de los bajacalifornianos de antaño, aquellos que ya desde los cinco años de edad, duramente trabajaban para sacar “el bocado”, o se acomedían en las casas para “granjeárselo”. Eran los días en que el respeto se daba y se ganaba, eran también los tiempos en que los guías del pueblo lo eran: El profesor, el cura, el policía, y cualquier mayor que por enfrente de un chico pasara.
Arreando ganado ajeno, a lomo de burro, desde Santa Rosalía, con rumbo al norte peninsular, viajaba desde jovencito “Pancho Aguilar”. Era un arriero al estilo de los antiquísimos primeros rancheros, quienes arreaban al mero estilo de los primeros vaqueros, al estilo de los misioneros, quienes además de arrear los ganados misionales, transportaban toda suerte de mercancías desde los ranchitos, hasta los pueblitos.
De ésta manera, realizando antiguas actividades de campo y montaña, llegó Pancho Aguilar a El Rosario. Llegó al lugar solo porque era un pueblo que le quedaba de transito, en su rumbo al norte, y no porque para allá se dirigiera.
En El Rosario, Pernoctó, sin imaginar que en ese lugar se encontraría con Rosalía Vidaurrázaga García, chica entonces de escasos quince años de edad, con quien se casaría, y con quien compartiría una larga vida juntos, y de quienes nacerían un puñado de entusiastas y trabajadores peninsulares.
Cuando “Pancho Aguilar”, se “cruza” con la sangre Rosareña, no vuelve a vivir a su querida tierra natal, ahora lo hace en esta tierra, donde pronto ve nacer a María de Montserrat, su primer hija, la que al nacer le cambia radicalmente la vida, y quien la da una fuerza y esperanza antes desconocida por él.
De El Rosario, pasa a vivir con su familia al rancho playero de “El Socorro”, aquel sitio al que en el año de 1848, naufragara el ilustre Chileno Don Manuel Clemente Rojo Zavala, y que con su genial pluma inmortalizara el sitio, en el mismo que tantas penurias le causaran los ladridos de los coyotes, que muy cerca de él, de hambre lloraban; El Socorro, es famoso también por ser el sitio donde el rosareño Anselmo Ortiz Aguilar tocara tierra luego de remar 240 kilómetros desde la isla de Guadalupe, en 1909.
No solo por eso es famoso el sitio, al lugar llegó el infatigable “Pancho Aguilar”, iniciando desde abajo, desde el peldaño de jardinero, actividad con la que se ganaba la vida cuando recién arribo a esa tierra.
Cuando “Pancho Aguilar”, llegó a El Socorro, su propietario era el norteamericano llamado Ricardo Wenguerford, quien había adquirido la propiedad de manos del italiano Guillermo Poidomani, casado con Refugio García Marrón, hermana de la madre de Rosalía, esposa de Aguilar. A la muerte de Wenguerford la propiedad pasa a manos de él, quien la recibe, y junto con su esposa Rosalía y sus primeros niños, se dedican en cuerpo y alma a trabajar en lo que más tarde vendría ser un emporio turístico.
Allí, en El Socorro, “Pancho Aguilar con su familia trabajaba sin tregua, él fue tanto de pescador, como de guía para los cazadores de venado, cuando la actividad era permitida en la región, además cuando la carne escaseaba, solo tomaba su rifle 30-06, o su carabina 30-30, se iba a la montaña, en un par de días después volvía con sus cargas de carne de venado. Fueron aquellas regiones de El Rosario, recorridas por los buenos venaderos como él. Pocos hombres de campo conocían los terrenos venaderos como los conoce “Pancho Aguilar”.
Con el transcurrir de los años, les llegó la edad madura, se rodearon de doce hijos, se fortalecieron con ellos, y juntos construyeron “El Socorrito”, un sitio tan apacible como bello, es un lugar donde han construido tal vez un centenar de bellas casas para descanso, cuyo destino cuenta con pista de aterrizaje para avionetas, en las que llegan los huéspedes de los Aguilar, y que proceden mayormente de California, gentes adultas ya retiradas, y que en este agradable sitio viven sus retiros de manera tranquila y cómoda. Mientras construía aquellas casas, también sembraba solo eventualmente ante la gran escasez de agua. En una ocasión alguien le preguntó:
¿Qué tan grandes crecen los repollos en tu tierra Pancho?
En su buen modo, en su simpatía que lo caracteriza contestó.
Puuchi como crecen, el otro día corte unos, y apenas cupieron dos en mi troque de plataforma, un arrastradero dejaron las hojas por el camino, y eso que los amarré muy bien con nudos de troquero. -¡Con mis siembritas, apenas estoy haciendo bien!-
-Pues Grandecitos, crecen grandecitos-
A sus casi 90 años de edad, “Pancho Aguilar”, ve pasar frente a si, a su gran familia, grande en corazón, y en número, ya que cuenta con casi treinta nietos, y tantos mas bisnietos, además de sus doce hijos.
Nada ha sido fácil, todo lo que ahora tienen, les costó un inmenso esfuerzo, que en ocasiones casi sin comer los dejaba. En una ocasión se quemó su casa en su totalidad; Todos en conjunto decidieron volver a construir una nueva, en el mismo sitio donde con tantísimos trabajos levantaron la primera, la que se les quemó.
¡Aquí empezamos, y aquí seguiremos!, se dijeron, y allí siguen, en el mismo lugar donde en cenizas se convirtió su trabajo de muchos años, desde donde resurgió una casa de grandes dimensiones, sitio también donde su espíritu se fortaleció ante la desgracia, y que ellos convirtieran en oportunidad.
Por muchas, por incontables veredas, la vida lleva a cualquier ser humano, lo golpea, lo abraza, le sonríe, lo deja caer, y así, a ellos les tocó uno de aquellos duros golpes de la vida, la pérdida de su hijo Arturo, quien un día buceando pereció, en la plenitud de sus días en esta tierra.
A fines del 2008 cumplieron sesenta años de casados, y de residir en El Socorro, se les organizó una gran fiesta, lo celebraron en su casa, y en su iglesia que en las inmediaciones de la casa construyeron.
Con fortalezas de aquellas, como la de la familia Aguilar, qué tierra no sale adelante, qué país no próspera. Así son ellos, así son los Aguilar, es lo que aprendieron de sus padres, el gran FRANCISCO AGUILAR AGUILAR y la amable ROSALIA VIDAURRAZAGA GARCIA: Los Aguilar de El Socorro, los que viven en la línea norte donde inicia El Rosario, donde inicia el gran desierto central de la Baja California.
AUTOR DEL ARTÍCULO
ING. ALEJANDRO ESPINOZA ARROYO
EL ROSARIO, BAJA CALIFORNIA, MEXICO
03 DE JULIO DEL 2010.
Notas:
1. La región de Santa Rosalía fue explorada por el jesuita Juan María Salvatierra el año de 1701.
2. En 1705, el también jesuita Juan de Bazaldúa fundó la misión de Santa Rosalía de Mulegé, en el sitio de Mulegé, situado sesenta kilómetros al sur del pueblo de Santa Rosalía.
3. En 1868 se descubrió cobre en bolas, lo que dio nombre a “El boleo”
4. En 1872 se instala la compañía minera “Santa Rosalía Eiseman y Valle”, para la explotación del cobre.
5. En 1885, se instala la compañía “El Boleo”, cerrando su explotación en 1954. A partir de entonces el Gobierno de México reinicio la explotación siendo abandonadas de manera definitiva en 1972, debido al agotamiento del cobre.
6. Los técnicos y administradores de “El Boleo” vivían en la “Mesa Francia”, mientras que los mexicanos vivían en la “Mesa México”.
7. La iglesia de Santa Bárbara se exhibió en la exposición universal de Paris en 1887, como muestra de un templo desmontable. En 1895, fue adquirida por la compañía francesa “El Boleo”, y transportada en barco desde Francia hasta Santa Rosalía, donde se ensamblo, y desde entonces es importante símbolo del pueblo.
8. El Pueblo de Santa Rosalía es la cabecera del Municipio de Mulegé, y se encuentra al Norte del Estado de Baja California Sur, en el golfo de California. Cuenta este lugar con típicas construcciones del estilo francés, que le dan un toque muy distinto al resto de los pueblos peninsulares; aquí se tienen montados en museo de sitio, tanto locomotoras de trenes de las minas, y maquinaria de toda índole.
Francisco Aguilar Aguilar y Rosalía Vidaurrázaga García tuvieron tantos hijos como cualquier familia de su tiempo, y ellos son: María de Montserrat, Aurelia, Ricardo, Fernando, Román, Socorro, Arturo (q.e.p.d.), Francisca, Guadalupe (mujer), Melisa, Rosalía, y Patricia.
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