Nacida en el extinto
pueblo minero de El Mármol, Baja
California, antes perteneciente a El Rosario.
Por Ing. Alejandro
Espinoza Arroyo
El Rosario, Baja California
A 09 de Septiembre de 2014.
Articulo 118
Patente. 1660383
Nuestras tradiciones son cultura y conocimiento,
valoremos y preservemos nuestro legado.
Somos de Baja california, no de Baja.
Natividad García Marrón, mejor
conocida como ¨Naty¨, nació en la mina de El Mármol, Baja California, el 25 de
diciembre de 1908, fue la hija mayor de Ambrosio García Guerrero, oriundo de
Mulege, Baja California Sur, y de Octaviana Marrón Ortega, originaria de El
Rosario, Baja California. Sus abuelos paternos fueron Serapio García, y Refugio
Guerrero, mientras que los maternos fueron Tomas Marrón Pellejeros, y
Encarnación Ortega Espinoza.
Sus primeros cuatro años de vida los pasó en la propia mina, donde su padre
se desempeñaba como caballerango de los carros de madera en los que se
transportaban los bloques de ónix, desde la mina hasta el puerto de San Carlos,
primero, y hasta el puerto de Santa Catarina, después. A la edad de cinco años
su familia se trasladó a vivir al pueblo de El Rosario, Baja California, no así
su padre, ya que el permaneció trabajando en la mina, visitando a la familia
una vez al mes.
Hacia 1914, año en que dio inicio la primera guerra mundial, y en pleno
auge la revolución mexicana, Naty fue testigo del ajusticiamiento de varios
hombres en El Rosario, personas que el ejército perseguía y les había dado
alcance en las cercanías del entonces rancho de don Manuel Valladolid, en cuyos
pinos fueron ahorcados unos nueve hombres revolucionarios, ante la estupefacta
mirada de los habitantes de El Rosario, incluyendo niños, entre los que se
encontraba Naty. Tales hechos ocurrieron en el sitio donde actualmente se
encuentra la escuela primaria ¨Francisco I. Madero¨.
Durante los hechos, un soldado se acercó a Naty, y le dijo. ¡No te asustes
ni llores niña a ti nada te va a pasar! Esas palabras, y aquella acción
retumbaron en su mente durante toda su vida.
Vivió Naty en El Rosario, hasta los dieciséis años de edad, en ese lapso
fue alumna de la escuela elemental mixta número VI, siendo sus maestras
Alejandra Legaspy, y Flora Castro, entre otras institutrices que radicaban por
esos motivos en el pueblo.
A la edad de dieciséis años contrajo nupcias con William ¨¨Willy¨¨ James Cochran Flores, pasaron a
vivir a la mina de El Mármol, donde
Willy trabajaba, en cuyo lugar, antes de 1930, nacieron sus dos primeros
hijos, otros en El Rosario, y otros más
en Ensenada.
En 1940, se radicó la familia en la calle novena de Ensenada, en una casa
de madera estilo victoriano inglés, que aún existe, y que le compraron a un
militar, que fue construida en ese lugar en 1906, la misma en San Diego, California,
había sido edificada en 1886, lugar de donde se desmontó y trasladó a Ensenada
en 1906.
Mientras que la familia se quedó de manera definitiva en Ensenada, Willy se
ausentaba de casa por motivos de sus trabajos en la minería y en la
construcción pesada en toda la península de Baja California, y en el vecino
estado de Sonora, lugares de donde obtenía el sustento para los suyos,
volviendo con los suyos, cuando tenía lo suficiente acumulado para llevarlo a
casa.
Fue Naty, el pilar central, el corazón, la unidad de la familia, el brazo
inquebrantable que apoyaba a su esposo y a sus hijos, quien con toda su energía
sacó adelante todas y cada una de las obligaciones que la vida le impone a una
madre, y esposa, que como tal, fue toda una dama. No existió nada que la
hiciera caer, cuando a su alrededor muchas cosas se derrumbaban, ella
continuaba de pie, pues sabía que el mantenerse firme, haría que los suyos y
quienes la rodeaban siguieran su ejemplo, y llegaran a ser personas de bien.
Tuvo que pasar el trago amargo de perder a tres de sus niños, entre ellos
el mayor, llamado ¨Guillermo¨, quien a corta edad, falleció de meningitis. Atendió
y cuidó a la madre de su esposo durante ¨diecisiete años, y diecisiete meses¨,
como ella lo decía, en referencia, que los primeros diecisiete años estaba
enferma, aunque se valía en algo por sí misma, pero en los últimos diecisiete
meses, estuvo completamente dependiente de Naty.
En una ocasión llegó un familiar de visita a la casa, aprovechó Naty para solicitar
información del estado que guardaban los familiares en El Rosario.
¿Qué razón me das de Domingo mi hermano? le preguntó al visitante.
¿Oh, cómo es que no sabes que hace meses murió? Le contestó. Mientras tanto
Naty casi desfallece ante tal noticia. Y es que las comunicaciones entre los
pueblos de la península, en ocasiones tomaban largos periodos de tiempo en que
unos supieran lo que a otros les sucedía.
Otro duro golpe fue la pérdida de su
esposo, hecho ocurrido en 1974, y en 1981 la pérdida de su hija Olivia Alicia,
cuando contaba ella con cuarenta años de edad. Ante tales golpes que la vida le
propinó, continuó con la entereza que solo las damas saben cultivar, aquellas
mujeres que ante nada se quiebran, que viven de manera estoica, y no
desfallecen, y si lo hacen, tienen la sabiduría de reponerse, y no se dejan
intimidar por mitos, leyendas, pasiones menores, sentimentalismos, malos
entendidos, que muy al contrario, sacan fuerza y entereza, permaneciendo de pie
ante cualquier calamidad, dando sujeción, cobijo y seguridad a los suyos, porque
solo ese tipo de damas saben que la familia es lo más importante que una mujer
puede llegar a formar. De ese tipo de damas fue Naty, a quien en la vida mucho
le quede a deber, pues con vivir en su cercanía, la vida me entregó un tesoro
en su amistad, cuidados, y atenciones que tan gentilmente me brindó.
Fue ella quien me apoyó en varias narrativas de mi primer libro ´LOS
ROPSAREÑOS´, que publique en 1992, a siete años de su fallecimiento.
Brevemente le dedico éstas narraciones a la gran mujer que supo formar a
gentes de bien, a la persona a quien tanto le quede a deber, que tanto me
enseñó, y de quien aprendí que la vida es una sucesión de experiencias, algunas
muy agradables, y otras sumamente dolorosas. Y como ella lo decía, por muy
doloroso que algo nos resulte, si la
vida no lo puede sanar, la muerte podrá, porque al morir uno, todo termina, lo
bueno y lo malo. Solo debemos tener presente que nuestro prestigio es algo que
jamás morirá, es por eso que debemos trabajar en ser personas prestigiosas, para
dejar grata memoria, y estar presente en los recuerdos de nuestros
descendientes, por eso debemos estar con ellos mientras tengamos vida.
AUTOR DEL ARTÍCULO.
ING. ALEJANDRO ESPINOZA ARROYO
EL ROSARIO, BAJA CALIFORNIA
09 DE SEPTIEMBRE DE 2014.
NOTAS RELEVANTES. Natividad García Marrón y William James Cochran Flores,
procrearon a nueve hijos. Guillermo primero, Elena Esther, Olga, Eduardo, Juan,
Enrique, Guillermo Santiago, Olivia Alicia, y Carlos David.
Falleció el 9 de septiembre de 1985, en Ensenada, Baja California.
Fue la hermana mayor de mi abuela paterna María Visitación García Marrón.
Viví en su casa de septiembre de 1970 a agosto de 1976.
Natividad García Marrón de Cochran, década de
los 1930´s. archivo Elena Esther Cochran García.
Natividad, Willy, algunos hijos y nietos. Ensenada,
Baja California, 21 de octubre de 1957.