"NUESTRA TIERRA SE LLAMA "BAJA CALIFORNIA", NO SE LLAMA "BAJA":
SOMOS "BAJACALIFORNIANOS", NO SOMOS "BAJEÑOS"... "Agradezco infinitamente a mi amigo ARQ. MIGUEL ALCÁZAR SÁNCHEZ, el apoyo que me ha brindado al diseñar ésta página y subir mis trabajos desde el año 2007"

jueves, 19 de agosto de 2010

CABALGATA “EULOGIO DUARTE PERALTA”: DEL RANCHO LOS MARTIRES, A EL ROSARIO, BAJA CALIFORNIA.




El pasado mes de marzo del 2008, los días 14 y 15, se realizó en El Rosario, Baja California, una lúcida cabalgata que salió del antiguo rancho “Los Mártires”, con escala al pie de la cuesta de “La Víbora”, organizada por José Antonio Duarte Duarte, mejor conocido como “Birolgo Duarte”, en honor y memoria de su padre: EULOGIO DUARTE PERALTA.

Eulogio Duarte Peralta, quien fuera conocido como “BINCHURA DUARTE”, fue uno de los mas destacados vaqueros en toda la región del desierto central, nació en El Rosario, en marzo de 1916, siendo hijo del también excelente vaquero, y perito huellero: Fernando Duarte Espinoza, mejor conocido como “Tilico Duarte”, y de la señora María Peralta Murillo, ambos originario de El Rosario.

La cabalgata en la participaron jinetes y vaqueros de El Rosario, San Quintín, Camalú, y de la misión de Santo Domingo de la Frontera, se llevó a cabo en un ambiente muy similar a los que se daban en los tiempos de los recorridos tradicionales de los viejos vaqueros. Salieron del rancho “Los Mártires”, poco después de desayunar, cabalgando durante varias horas, hasta llegar al pie de la cuesta de la víbora, a un ranchito propiedad de Isidro Duarte Acevedo, sitio en el que se desensilló la caballada, montaron campo, y descansaron después de cenar. Durante el descanso de los jinetes, salieron múltiples anécdotas de los vaqueros y jinetes de todos los tiempos.

Para dar mayor énfasis a la cabalgata, se contó con varios jinetes de entre cinco y diez años de edad, niños muy diestros en el manejo del freno; cabalgaron también desde la víbora a El Rosario, varias jovencitas de todas las edades, quienes al igual que los niños se desenvolvieron con toda majestuosidad a lomo de los caballos, que los había retintos, zainos, hoscos, cuatralbos, y moros entre otros; algunos jinetes llevaban excelentes monturas hechas en Moctezuma, Sonora; y algunos montaban a pelo.

En el trayecto de La Víbora a El Rosario, fui invitado a cabalgar al frente, lo cual con gusto acepté, ya que son también esos mis orígenes, y mis raíces tradicionales; mis compañeros al frente de la cabalgata fueron Claro Meza Valladolid, y José Antonio “Birolgo” Duarte Duarte. Durante varias horas recorrimos desde el paraje de La Víbora, al pueblo de El Rosario. “La Víbora” es el preciso lugar donde geográficamente confluyen los arroyos de San Juan de Dios, de los Manzanos, y el de la Víbora, que son los principales afluentes del arroyo de El Rosario, el de mayor cuenca hidrológica en la península, al igual que el de Tijuana. Esos tres arroyos, que forman el de El Rosario, son los antiguos senderos por los que se desplazaban los vaqueros, los mineros, y todos los hombres de campo, con sus familias incluso, cuando requerían bajar de la sierra a la costa, o subir de la costa a la sierra. Por esa razón la cabalgata siguió ese antiguo sendero, aunque se aprovechó en la primera parte, el camino sobre las partes altas desde el “cardón de Cañedo”, y el ”Cajoncito”, pasando por arriba de “cantarana” para abreviar la antigua ruta en esa parte, y llegar antes del anochecer al pie de la montaña en la víbora.

Cuando los vaqueros de los tiempos de “Binchura Duarte”, antes y después que él, cabalgaban con rumbo a la sierra, salían desde El Rosario a lomo de mulas y machos, mas que de caballos; llevaban consigo el ajuar que consistía en su montura completa, chaparreras, pantalón y chamarra de mezclilla, chamarrón de cuero, también conocido como “cuera”, espuelas, cuarta, carabina 30-30, o rifle 30-06, reata; y sobre los tientos llevaban amarrada una cobija vaquera, sin faltar el sombrero, el paliacate, una botella de licor, o de alcohol, carne seca, queso, pan de lonche, y galleta pilota. Esto se llevaba en la bestia sobre cuyo lomo cabalgaba el jinete; mientras que en otras dos o tres mulas que cabresteaban, llevaban el resto del equipo, que se metía en alforjas elaboradas con el cuero crudo de una res. En las alforjas se llevaban los trastes del campo, la cafetera, el resto de las provisiones, la ropa, el tendido, y los encargos o encomiendas que los rancheros hacían a los vaqueros, encargos que nunca podían faltar.

Cuando el recorrido era de la sierra a El Rosario, además de llevar los artículos que ya se han relacionado, se arreaba ganado, las alforjas iban repletas de carne seca, de hueso de res seco, queso seco, y “tacos”; que es la fruta de una variedad de palma; se llevaban víboras secas sin la piel ya que era considerada medicinal. La miel en penca y liquida era sumamente preciada, así como hierbas del venado, de guata, del borrego, que preparaban en te, y se llevaban ramajes de esas plantas dentro de las alforjas.

No faltaba, como iba a faltar, llevar un venado recién cazado, de los que se atravesaban cuando los vaqueros cabalgaban, y que diestros como eran con las armas, al primer disparo desde la montura tumbaban a cualquier animal que su carne fuera para ellos un manjar.

Cuando el vaquero viajaba acompañado de su familia, la recua de mulas y machos con la carga, era de mayor importancia; ya que en dos bestias por lo regular apenas se puede transportar los enseres de una persona, así que si la familia era de diez miembros, igual era de numeroso el grupo de animales que se ocupaban para el transporte de las cargas.

No es suficiente una cabalgata para mantener vivas nuestras tradiciones, pero con satisfacción veo que en la actualidad se suman en ellas personas que no tienen esas nuestras raíces, dentro de las cuales se incluyen profesores de diversos pueblos, y que se aprecia el gusto con el que abrazan nuestras raíces; ni qué decir de nosotros, si lo que menos queremos es jamás perder el sombrero, la dura ropa de mezclilla, las botas vaqueras, que de primer entrada manifiestan nuestro origen.

La tradición del vaquero, del duro trabajo de campo, su típica alimentación, sus enseres, sus aperos, nacieron en el norte de México, después que a la silla militar se le hicieran ciertos arreglos, con los que nació la silla vaquera, y que a partir de entonces muchas herramientas del soldado misional se adaptaron para el uso del vaquero, y que en los tiempos de los años de los 1800, pasó al lado estadounidense, y que ahora pretenden ellos hacernos creer, que desde su tierra nos llegan a los mexicanos del norte esa antigua tradición de las vaquerías. Ni la menor duda tenemos que de aquí salió, que fueron nuestros antepasados los que la desarrollaron, y que de allá nos llega la propaganda de las películas, mostrando a sus vaqueros del viejo oeste, cuando ya los mexicanos norteños teníamos décadas de vaquerías, en aquel suelo mexicano que fue Texas, California, y Nuevo México, habiendo llegado hasta allá esas costumbres y tradiciones, desde el actual norte de México. Tan antigua es nuestra tradición de vaqueros, como lo es la de charro, y las charrarías. ¿Quien podría poner en duda que la charraría no es de origen mexicano?, bueno pues es igual, no se puede poner en duda que las vaquerías son también de origen mexicano, principalmente de los actuales estados norteños.

Así que el recuerdo y homenaje que hicimos con aquella cabalgata, en marzo del 2008, a Eulogio “Binchura” Duarte Peralta, lo fue además para recordar a los de nuestra estirpe, y enseñar a los chicos de las nuevas generaciones, a sentirse orgullosos de sus orígenes, y de su tierra, que en mucho conserva el estilo de vida de manera muy similar a la que se ha dado en los últimos dos siglos, y que en ellos queremos conservar, entre otras, esa bonita tradición de las vaquerías, para que las hagan llegar al menos hasta sus nietos, y esos nietos, a su vez a los suyos, asegurando que como pueblo vaquero, no dejaremos de existir…, esto a pesar de tantos intentos de transculturación, y de tanta negatividad existente, y de moda en estos tiempos, en una sociedad donde confluyen miles de intereses por apoderarse de nuestra conciencia, y eliminar nuestras cultura, y nuestros modos de vida, pretendiendo que solo obedezcamos los dictados de intereses ya sean políticos locales, nacionales, o bien los de los movimientos internacionales, favorecidos por el gran capital:

¿Y lo nuestro, y nosotros mismos, qué?; ¿No contamos, no existimos, no tenemos intelecto propio, no tenemos acaso antepasados, que nos inculcaron nuestras raíces?

De cada uno de nosotros en lo personal, y de todos como sociedad depende que esquivemos a los intrusos, y pongamos en primer lugar lo nuestro.

AUTOR DEL ARTÍCULO:

ING. ALEJANDRO ESPINOZA ARROYO

EL ROSARIO, BAJA CALIFORNIA

17 DE AGOSTO DEL 2010.

NOTAS RELEVANTES:

CABALGATAS EN BAJA CALIFORNIA.

Aunque en la actualidad el trabajo de vaquero sigue en boga en Baja California, muchos se han sumado a las cabalgatas como deporte, y como pasatiempo, -sin que algunos tengan esas nuestras raíces-, aun así, le dan a estas actividades un toque casi mágico, por la atmosfera de pertenencia y nostalgia que en su rededor se genera. Familias completas se dan cita a las cabalgatas, que para estos días son varias las que se realizan en la región; como son:

De Playas de Rosarito a Tecate; de la sierra de San Pedro Mártir a la Ex Misión de Santo Domingo de la frontera; de San Quintín a El Rosario; de La Bachata a la ex misión de San Borja Adac; la de San Francisco de la Sierra, en la región de San Ignacio, Baja California Sur, dicho esto, solo por citar algunas.

ORIGENES DE LA FAMILIA DUARTE EN LA REGION. BREVE RESEÑA.

La familia Duarte tiene su origen en el extremo sur de la península, en el pueblo de Miraflores, a cuyo lugar llegó desde Sonora Luis Duarte, quien casado con la bajacaliforniana Ambrosia Cossío, procrearon entre otros a Perfecto, Aniceto, y Domingo todos de apellidos Duarte Cossío.

Domingo Duarte Cossío, viajó al norte por el camino real misionero en busca de mejores horizontes de vida, y los encontró cuando pasó en 1872, por San Juan de Dios, rancho entonces de José del Carmen Espinoza Salgado, a quien Duarte le solicitó trabajo de vaquero. Ya como vaquero en el rancho grande de los Espinoza, y al residir allí por algún tiempo, conoció y se entendió con Gertrudis Espinoza Marrón, la hija mediana del patrón José del Carmen, y de María de la Cruz Marrón Murillo. Domingo Duarte Cossío y Gertrudis Espinoza Marrón se casaron, recibiendo Gertrudis como dote por parte de su familia, -como lo establecía la antigua tradición emanada del decreto de José de Gálvez, emitido en 1768-; recibió el rancho de “Los Mártires”, la casa, 50 vaquillas, un toro semental, cinco gallinas, un gallo, varios burros, mulas, machos, y puercos. La fiesta de la boda corrió también por cuenta de los padres de la novia.

Cuando los hijos del matrimonio Duarte Espinoza empezaron a nacer y continuaron naciendo, lo hicieron en San Juan de Dios, en casa de los abuelos maternos, -ya que a los paternos no los conocieron-, y no nacieron en Los Mártires, allá se quedaba Domingo al cuidado del rancho, al tiempo regresaba Gertrudis con su nueva cría, y al tiempo regresaba a San Juan de Dios, con otra por nacer, así fue hasta llegar a diez hijos; siendo los primeros Duarte de El Rosario y la región; ellos fueron: Fernando “Tilico”, Francisco “Chicurales”, Salvador “Cuatito”, Concepción “Chinito”, Margarito, Catarino “Catano”, Cruz (Mujer), Dominga, Gertrudis, y José del Carmen. Todos se criaron bajo la protección de sus abuelos Espinoza Salgado.

Y para no dejar suelta la hebra, dejaré asentados los nombres de las personas con quienes estos primeros Duarte se casaron, para que así, si alguien lo desea pueda armar su árbol genealógico, pues muchos de los nietos de los primeros Duarte, son los bisabuelos actuales en El Rosario, y en diversos pueblos, aunque muchos ya han fallecido. Bueno pues, aquí los tenemos, cada matrimonio con sus respectivos hijos.

Fernando “Tilico” fue casado con María Peralta Murillo (padres de Eulogio “Binchura Duarte”), y de Bárbaro “Tabaco” casado con Silveria “Nena” García Marrón; Sofía, Eleuteria “Turca” casada con Norberto “Beto” Valladolid Duarte; Emilia “Camaya”; Diega, casada con Juan de la Cruz Duarte; Lucia, casada con Ponciano Domínguez; Bibiano, casado con Bertha Romero Loya (segundas nupcias para ella); Elodia “Lora”, casada con Esteban “Tatule” Llueling Duarte; Domingo, casado con María Etchart Orduño; y Cecilia, fallecida joven, sepultada en el rancho “Los Mártires”.

Francisco fue casado con Faustina Valladolid Ortiz, cuyos hijos fueron: Jorge “Caco” casado con María del Rosario “Chichí” Espinoza Grosso; Héctor “Coliro” casado con Esmeralda Tafolla; Leobardo “Valo” casado con Clara Peralta Orduño; Manuel Telésforo “Tele” casado con Leticia Rábago; Herminia “Mina” casada con Jesús “Mono” Peralta Espinoza; Balbina “Bina” casada con Esteban “Tatule” Luelling Duarte; Luis “Zurdo” Casado con Cruz Bejarano; Anselmo “Chemo”, Rubén casado con Santa Gil; y Bertha “Huera” casada con Benjamin “Benny Viejo” Reseck Núñez.

Salvador fue casado con Ana Valladolid Ortiz, sus hijos fueron: Salvador “Chavalo”; Amado casado con Hermelinda Martorell; Filipina “Fili” casada con Alfonso “Rey” Espinoza Romo; Celestina “Cuti” casada con Norberto “Yoti” Espinoza Romo; Carmen, casada con Francisco “Pancho Marrón”; y Guadalupe “Lupe la de Tova” casada con Ángel de la Tova Fuentes.

Concepción “Chinito, Rey de los Yaquis” fue casado con Josefa Valladolid Ortiz: sus hijos fueron: Gertrudis “Tulita”, Esposa de Lázaro Peralta Acevedo”; Julia “Esposa de Ricardo Sandez”; Esther, “Esposa de Puchi”; Enriqueta, “Esposa de Manuel “Pachuco” Sandoval”; María Magdalena, “Esposa de Rosario ”Chayulin” Espinoza Vidaurrázaga; Anastacio “Ticho viejo”, Nunca se casó; Pablo “Gaby”, casado con Carlota Bejarano; Santos, “Chapules” casado con N. Loya; y Rosario, “Chayo Juit” casado con Bertha Espinoza Aguilar.

Margarito fue casado con Elvira Peralta Murillo, sus hijos fueron: Elisandro “Chandro” casado con Octavia García Vidaurrázaga; Juan “Cachirri”, nunca se casó; Margarita; Matea casada con el Colimense José Martínez Radillo; Angelina, “casada con Julio “El Tambo” Espinoza Vidaurrázaga; Maura, “esposa de Alfredo Ahumada Salinas”; y Aurora, “Esposa de Antonio Leobardo “Quirino” Espinoza Peralta.

Margarito y Juana Ortiz Aguilar fueron los padres de Juana Duarte Ortiz (primera esposa de Arturo Grosso Peña).

Catarino fue casado con Josefa Arce Duarte de San Telmo, sus hijos fueron: Juan de la Cruz, Juan de Dios, Juan José, Pilar, María Gertrudis (esposa de “Binchura” Duarte), Margarita, Agapita, y José Antonio.

Dominga fue la esposa de José “Pepe Garrucha” Valladolid Ortiz, sus hijos fueron: Norberto “Beto Valladolid”, Simon, Manuel, Dionisio “Nicho”, Teodoro casado con Consuelo Loya Villavicencio; Guadalupe “Lupe”, casada con Ramón Meza Pellejeros; Paz, casada con Roberto Higuera Duarte; Lidia Ramona, “Esposa de Elías “Pato” Meza Echeverria; Martha; y Francisca, (esposa de Zacarías Espinoza Peralta).

Gertrudis fue la madre de Roberto Arce Duarte, quien vivía en Valle Redondo en Tijuana, Baja California.

Cruz fue casada con Anastacio Villavicencio Arce, oriundo de San Ignacio, B.C.S., sus hijos fueron: Severiana, Gertrudis, Alejandra, Domingo, Clemente, José, y Placido, mejor conocido como “Placido Villa”.

José del Carmen Duarte Espinoza falleció en El Rosario, a los dos años de edad, por causa de la insolación que sufrió cuando seguía a su padre de la casa a la huerta. El niño se perdió en el rayo del sol, lo que causó su muerte. Llevó el nombre de su abuelo materno, tal como lo llevaron José del Carmen “Tambo” Espinoza Peralta, y José del Carmen “Nico” Loya Espinoza; es decir que cada hijo del tatita José del Carmen Espinoza Salgado, le puso su nombre a uno de sus hijos.

RANCHO LOS MARTIRES

Los orígenes de este rancho se remontan a la década de 1830 a 1840, tiempos en los que Carlos Espinoza Castro, su fundador, fortalecía la crianza de ganado en El Rosario, y que debido a la persecución de los cuatreros, roba ganado, conocidos entre los rancheros, como “los indeseables”. Espinoza siempre estaba en búsqueda de sitios seguros para la crianza del ganado, por esa razón fundó tantos ranchos en la sierra de El Rosario.

El Rancho de Los Mártires, pasó de Carlos Espinoza Castro a manos de su hijo José del Carmen Espinoza Salgado, y de este como dote matrimonial a su hija Gertrudis Espinoza Marrón al desposarse con Domingo Duarte Cossio, como ya ha quedado relatado.

El Rancho en su sitio original en la actualidad se encuentra abandonado; existen allí unas ruinas de lo que fue la casa vieja, la primera de todas; a su lado se puede apreciar la “tumba” de José Antonio Duarte Arce, quien nació en Los Mártires en 1922, y falleció en La Rumorosa, en 1945, joven que falleció a causa de los males psicológicos que le aquejaban, y que fueron agravados por su internado en La Rumorosa.

En las relaciones que me hiciera en 2008, Olivia Duarte Duarte, quien vive en el rancho, cuando ella tenia cuatro horas de nacida, en 1945, llegaron unos jinetes de la familia desde La Rumorosa, con una pequeña placa metálica, que contiene el nombre de José Antonio, para que fuera colocada sobre una “tumba”, que es la que se puede ver actualmente, y que representa el fallecimiento de aquel muchacho, que quedó en el lugar donde murió a causa de una terrible tristeza que lo embargó.

En enero del 2010, visité el sitio donde se encontraba internado y murió José Antonio, en el poblado de La Rumorosa. Cuando estuve dentro del vetusto edificio, al percibir el intenso frío dentro de sus muros, adiviné las espantosas horas que deben haber sufrido aquellos pobres desvalidos, ya que allí eran internados, todos los bajacalifornianos que padecían alguna enfermedad mental, o psicológica. Eran encadenados al muy, pero muy frío piso de concreto, donde pasaban sentados a ras del firme, incluso se puede apreciar tallado en el concreto, un circulo de tantas vueltas que aquellos pobres infelices le daban a sus cadenas que los aprisionaban a un grillete anclado al piso. Mas que de tristeza me pareció que José Antonio debió morir de pulmonía, o de frío.

Actualmente aquel edificio alberga el museo del campo “Alaska”.

En el panteón de Los Mártires, se encuentran sepultadas además dos niñas, y Margarito Duarte Espinoza.

En la parte alta de un empinado cerro del rancho “Los Mártires”, se encuentra aun el cerco de rocas, que usaban desde 1837 como trincheras los hombres de Carlos Espinoza Castro, para protegerse y poder disparar sobre los indeseables bandoleros, cuando a fuego, gritos y alaridos robaban el ganado del rancho. En la parte baja del mismo cerro, hoy acondicionado como corral de piedra se encuentra otro de los refugios de aquellos nuestros rancheros. Viven actualmente en Los Mártires: José Antonio “Birolgo Duarte” Duarte, y su hermana Olivia casada con Roberto Rodríguez, quienes elaboran el tradicional queso, de la misma manera que hace doscientos años. Del rancho viejo de “Los Mártires”, recogí en marzo del 2008, el frente de una vieja estufa de leña, que andaba rodando como basura, fabricada en 1907, ahora la tengo a buen resguardo.

RANCHO SAN ANTONIO.

Este racho que se encuentra en las cercanías de Los Mártires, perteneció también a Carlos Espinoza Castro, pasando de él a su hijo José del Carmen Espinoza Salgado, y de éste a la familia MACHADO, quienes vivieron allí por unos años, naciendo varios de los Machado primigenios de Baja California. Los Machado, se fueron a vivir al norte al Rosarito, en las cercanías de Tijuana, en la frontera. San Antonio pasó a manos de la familia Duarte, quienes lo trabajaron por décadas.

BINCHURA DUARTE PERALTA Y SU FAMILIA.

Eulogio “Binchura” Duarte Peralta y María Gertrudis Duarte Arce, procrearon a Fernando Reyes “Laqui”, quien falleció buceando el 30 de julio de 1990, y que fuera casado con Ignacia García; María Luisa, “Licha” casada con Humberto “Chacho” Peralta Espinoza; Víctor Esteban “Bichi”; Ignacia, casada con Gilberto Meza Valladolid; Olivia, casada con Roberto Rodríguez; Elisa “Chico”, casada con Armando “Titurrián” Duarte Espinoza; y José Antonio “Birolgo”.

José Antonio “Birolgo” Duarte Duarte, nacido en El Rosario, el 17 de enero de 1957, es casado con la sonorense Julia Quijada Amado; sus hijos son: María Teresa, José Eudelio, Herlainda, Bernabé, Bibiana, y Silvia.

ASISTENTES A LA CABALGATA “EULOGIO “BINCHURA” DUARTE PERALTA.

JINETES:

José Antonio Duarte Duarte: Cabalgó a la cabeza del evento.

Claudio Claro Meza Valladolid: Nació en El Rosario, BC. 12 de agosto de1945: Cabalgó a la cabeza del evento.

Andrés Acevedo García: Nació en El Rosario, BC. 7 Enero de1967

Saúl García Esparza: Nació en San Quintín, BC., 25 de septiembre de 1967

Teodoro Moreno Valdez: Nació en San Quintín, BC., el 20 de agosto de 1970

Rodolfo Rodríguez Hernández: Nació el 29 de junio de 1956. Asistente de El Rosario

Ramón Ramírez Beltrán: Nació el 3 de septiembre de 1956, asistente de rancho Las Escobas, San Quintín, BC.

Diego A. Wence Rodríguez: De El Rosario, BC.

Francisco Javier Villanueva Órnelas: Nació en San Quintín, el 17 de julio de 1972

Isidro Duarte Acevedo: Nació en El Rosario, el 27 de abril de 1982

Luis Adrián Murillo Ocho: Nació en Ensenada, el 23 de diciembre de 1988

José Trinidad González Aguilar: Asistente de colonia Lázaro Cárdenas, San Quintín, nació el 5 de marzo de 1955.

Raúl Plazola Arreola: Asistente del Ejido Nuevo Uruapan, El Rosario: Nació el 13 de mayo de 1957.

Manuel Loya: asistente del rancho “Las Tinajas”, nació en El Rosario, el 29 de diciembre de 1989.

Nayeli Reseck Delgadillo: Nació en El Rosario, el 1 de julio de 1982; esposa de Isidro Duarte Acevedo, y sus hijos: Rodolfo, Kimberly, y Achly.

Bernabé Duarte Quijada, nació en El Rosario, el 3 de marzo de 1981

Mayra Alejandra Ramírez Robles: Nació el 12 de enero de 1985

Alexa Socorro Duarte Ramírez: Nació el 27 de mayo del 2006

Elisa Duarte Duarte: (hija de “Binchura” Duarte); nació en El Rosario, el 23 de abril de 1952.

Yolanda G. Quiñónez: Nació el 22 de febrero del 2002

Elgiam Beer Elim Anzaldo Duarte: Nació el 20 de enero de 1993

Jafeth Anzaldo Duarte: Nació en El Rosario, niño de 8 años de edad, jinete guía, bisnieto de “Binchura” Duarte: Nació el 10 de septiembre de 1999.

Marilyn Adilene Corona Duarte: Nació 14 de marzo de 1992

Doyara Jacqueline Wence Rodríguez: Nació 5 de febrero de 1994

María Teresa Duarte Quijada: nacio15 de octubre de 1975

Jesús Duarte Lara: Nació 17 de octubre de 1984

Gonzalo Jesús Anzaldo Ceseña: Nació 25 de diciembre de 1973

Alwin Valladolid Duarte: Nació 20 de julio de 1991

J. Jesús Wence Ríos: Delegado Municipal: Nació el 4 de junio de 1962

Yolanda Rodríguez Duarte: Nació en El Rosario, BC.

Jesús Javier Wence Rodríguez:

Fernando Collins Duarte: Nació en El Rosario, el 8 de agosto de 1984

Susana Carolina Lara Carranza, esposa de Víctor “Tío Vico” Duarte García: Nació el 28 de septiembre de 1964.

Karem Guadalupe Lugo S.: De Ensenada, nació el 30 de diciembre de 1991

María Silvia Sánchez Q. de Sinaloa, nació el 30 de mayo de 1968

Rosalía Acevedo Espinoza, nació en El Rosario, el 4 de septiembre de 1948

Víctor Duarte García “Tío Vico”: Nació en El Rosario, el 4 de junio de 1959

Alvino Cruz Gómez: participante de El Rosario, nació el 1 de marzo de 1955

Silvia Karina Quijada Duarte: Nació en El Rosario, el 30 de mayo de 1988

Misael Gilbert Duarte, nació en El Rosario, el 22 de julio de 1992

José Antonio Duarte Villanueva: Nació en El Rosario, el 24 de marzo del 2002

José Eudelio Duarte Quijada: Nació en El Rosario, el 30 de noviembre de 1977

Uriel Duarte Quijada: Nació en El Rosario, el 1 de enero de 1990

Juliana Quijada Amado, esposa de “Birolgo Duarte”, nació en Hermosillo, Sonora, en 4 de enero de 1958.

Alberto Duarte García: Nació en El Rosario, el 20 de noviembre de 1979

Marbella Duarte Acevedo: Nació en El Rosario, el 31 de enero de 1979

José Antonio Villavicencio: Asistente de San Quintín, nació 19 de diciembre de 1983

Luis Fernando Cajeme Duarte: Niño asistente de El Rosario, nació el 26 de agosto del 2000.

Gustavo Armando Valenzuela Duarte: asistente de El Rosario, nació el 12 de enero de 1995

José Manuel Rodríguez Sánchez, niño asistente de El Rosario, nació el 21 de agosto del 2001.

Miguel Ángel Duarte Duarte: Nació en El Rosario, el 4 de febrero de 1979

Yolanda Sánchez Gerardo, asistente de El Rosario, nació 26 de octubre de 1982

Manuel Rodríguez Duarte: Nació en El Rosario, el 11 de septiembre de 1975

Yaretzy Rodríguez Sánchez, niña de El Rosario: Nació el 24 de octubre de 2007

Santiago Rosas Meza, asistente de El Rosario: Nació el 20 de octubre de 1991

Alejandro Rosas Meza: Nació el 3 de febrero de 1993

Santiago Torres Meza, asistente de El Rosario, nació el 19 de noviembre de 1990

Claudio Meza Pacheco, asistente de El Rosario, nació el 11 de julio de 1990

Iván de Jesús Romero Ortiz,

Francisco Villareal Santillán, asistente de El Rosario, nació el 16 de septiembre de 1929

Iván Orlando Duarte Camacho, asistente de San Quintín, nació el 22 de noviembre de 1998.

Rafael Meza Gil: Nació en El Rosario, el 6 de mayo de 1991

Ernesto Duarte Loya: Nació en El Rosario, el 9 de noviembre de 1942

Francisco Javier Loya Espinoza, asistente de El Rosario, nació el 15 de marzo de 1989

Elvira Meza Gil: Nació en El Rosario, el 23 de febrero de 1973

Ariana Lizeth Acevedo Meza: Nació en El Rosario, el 5 de abril de 1990

Ariany Meza Pacheco, asistente de El Rosario, nació 28 de febrero de 1992

Adriana Lisbeth Acevedo Meza, nació en El Rosario, el 8 de marzo de 1993

Doriana Acevedo Meza: Nació en El Rosario, el 17 de diciembre de 1994

Sandra Meza Pacheco: Nació el 4 de marzo del 2003

Evelyn Meza Pacheco: Nació 2 de octubre de 1994

Heriberto Camacho

Rubén Duarte García, niño de El Rosario, nació el 23 de marzo del 2007

Ezequiel Peña Espinoza, nació en El Rosario, el 13 de octubre de 1990

Samuel Álvarez, asistente de El Rosario, nació el 29 de junio de 1992

Humberto Beltrán asistente de El Rosario, nació el 18 de mayo de 1992

Francisco J. Duarte

Javier Villa Espinoza: nació en El Rosario, el 11 de agosto de 1989: Fotografío el evento, y corrió la lista de asistencia.

Alejandro Espinoza Jáuregui: Nació en San Quintín, el 5 de agosto de 1987: Fotografío el evento, y corrió la lista de asistencia, en la que muchos jinetes no anotaron sus nombres.

Alejandro Espinoza Arroyo: Nació en El Rosario, el 1 de diciembre de 1957: Autor de estas notas, cabalgó a la cabeza de la cabalgata.

CLAUDIO CLARO MEZA VALLADOLID.

Entusiasta en las cabalgatas es Claro Meza Valladolid, que la verdad sea dicha, después de conocerlo durante toda la vida, hasta en marzo del 2008 supe que se llama “Claudio”. Claudio Claro; es en la actualidad el más viejo de todos los jinetes en El Rosario, lo es mucho más Teofilo Ortiz García, con 86 años de edad, aunque a la fecha ya monta muy poco, debido a su edad. Una de las nietas de Claudio Claro es la reina saliente de los festejos en este año de 2010. Claudio Claro es hijo de Elías “Pato” Meza Echeverria, y de Lidia Ramona Valladolid Duarte; es casado con Raquel Gil Camacho, de los Gil de Santa Rosalía, Baja California Sur. Por una punta Claudio Claro es descendiente del juez de paz en la década de 1890 en El Rosario: Teofilo P. Echeverria; y por la otra es descendiente del juez de paz, don Francisco A. Meza, quien en 1915 enfrentó a malos servidores públicos, cuando les exigían tres mulas que por que según ellos pertenecían a la nación; cabe destacar que enfrentarse a los del gobierno, era como enfrentar a un monstruo de mil cabezas. Copia de un documento sobre aquel asunto, la publiqué en el libro, “Linaje Espinoza”, en 2007. Claudio Claro es también descendiente del Chihuahuense Manuel Valladolid, primero de esa familia que se asentó en El Rosario, en 1875.

El padre de la reina saliente es mi pariente el experto vaquero Andrés Acevedo García, yerno de Claro Meza Valladolid, bisnieto también del último gran ranchero y ganadero en la región de El Rosario, nuestro bisabuelo Don Santiago Espinoza Peralta (1878-1962).

Para mas información acerca de las genealogía de El Rosario, se pueden consultar los libros: “LOS ROSAREÑOS”, Memorias del nacimiento y vida de un pueblo bajacaliforniano”:1992; y “LINAJE ESPINOZA”; Así sobrevivieron nuestros pioneros, en El Rosario, Baja California: 2007, ambos libros que son de mi autoría.

Este y cualquiera de los artículos publicados en esta pagina de Internet, pueden ser citados otorgando la fuente, y el crédito al autor, quien los tiene protegidos por ley, según patente: 1660383: México 1991; y 5669/92.



Muy estimado Alejandro:

Me da mucho gusto saludarte por este conducto.

He estado leyendo todos los artículos que publicas en tu blog y con ellos han venido a mi memoria muchos y muy gratos recuerdos de mi primera infancia y adolescencia.

Por ejemplo, yo conocí y conozco personalmente a Porfirio León Amador y a toda su familia: a sus padres Don Vérulo y Doña Lola, así como a sus hermanos Lino, Armando Ramón, Bertha y Socorrito (tengo conocimiento de que aparte de los viejos ya fallecieron Lino y Socorrito), personas por las que siento una gran estima. Los conozco desde el año 1953, pues yo siendo un chamaco viví también en La Grulla, ya que mi madre fue maestra durante un año en ese lugar, en la escuela primaria que se llamaba “Maestra Magdalena Apodaca”, misma que ya desapareció. Es más, una sobrina de Don Vérulo (hija de su hermana Enriqueta que falleció muy joven), que se llama Teresa Castro León, se crió con mi familia y la considero mi hermana (ella vive en California desde hace más de 40 años). Desde luego que conozco a Dora Cortez, la esposa de Porfirio, así como a la mamá de ella (Doña Amada Castro) y a sus hermanos Dionisia (Nicha) ya fallecida y Gabino.

Tu artículo de las vaqueradas me gustó muchísimo, pues debo decirte que a mí me llevaron mis padres desde San Telmo a la Sierra de San Pedro Mártir a lomo de caballo la primera vez cuando yo tenía 3 años. Después fuí otras 3 veces montando mi propio caballo siendo ya un joven, arriando ganado. Mi papá toda su vida fue ganadero y llegó a poseer entre 300 y 500 reses. También a mí me tocó montar campo y hacer lumbre entre 3 o 4 piedras grandes para cocinar y hacer café batido en una cafetera de peltre ahumadísma. Con tu artículo vino a mi olfato el olor a viejo de las alforjas de cuero crudo, a café, a manteca y a carne seca.

En el archivo anexo me permito enviarte una fotografía de mi papá (Francisco Arce Duarte), tomada en San Telmo a finales de la década de 1940. Mi papá aparece a la derecha, montando sobre el caballo mascarillo. A la izquierda de la foto, montado en una mula o macho, aparece su cuñado, mi tío Bernardino Mc Allier Lucero, esposo de mi tía Filipina (la hermana mayor de mi papá). En esta foto vemos alforjas de cuero crudo, chaparreras, reatas y lonas con cobijas para hacer los tendidos donde dormir. Recuerdo que mi papá siempre llevaba el revólver calibre 38 especial (que me heredó) en la funda interior derecha de sus chaparreras “por si le brincaba algún león (puma)”, decía. Dese luego que no podían faltar los sombreros de fieltro de la marca Stetson y las famosas “yompas” (jumpers) de mezclilla de la marca Levi’s para cubrirse un poco del frío sin acalorarse.

En el artículo de los pescadores también encontré nombres conocidos. Por ejemplo, yo conocí a Don Narciso Becerra (Don Chicho). Recuerdo que él era muy moreno, originario del estado de Jalisco. Iba a San Telmo vendiendo langosta y pescado (sobre todo mero). Sé que falleció en Ensenada en la década de los 60’s a consecuencia de los golpes internos que recibió en un accidente automovilístico que sufrió en la carretera cerca de Las Ánimas (el vehículo lo conducía su hijo mayor, de nombre Inés). Precisamente una hija de Don Chicho, Isabel, emigró a los Estados Unidos junto con Teresa Castro León, “mi hermana postiza” (así la llamamos cariñosamente) a quien me refiero 3 párrafos atrás.

Continúo agradeciendo todo lo que tú haces para dar a conocer todo lo que sabes acerca de nuestras raíces y costumbres.

Deseo que estés muy bien.

Te envío un abrazo.

Francisco Arturo Arce Zepeda.


jueves, 12 de agosto de 2010

PERDIDOS PESCADORES.

El presente relato es escrito a petición de Rosalía Vidaurrázaga García, en memoria de su hermano CRUZ VIDAURRAZAGA GARCIA, y extensivo a algunos de los pescadores desaparecidos trágicamente y que aun se recuerdan.

Antes de entrar en el relato, comentaré que he escrito una cincuentena de arreglos, los cuales según yo, son poemas, el que a continuación presento es en memoria de los pescadores desaparecidos, que escribí en el verano del 2008.

“DESAPRECIDOS PESCADORES”Desaparecidos los pescadores, que salían de madrugada;
Con la esperanza muy fija, en busca de su sustento,
Que al océano le arrancaban.

Dejando tras de si a sus familias queridas;
Que muchos no volvieron a ver,
Pues sus vidas pasaron al océano a pertenecer.

Ya nunca los volveremos a ver, el océano tan inmenso;
Los hizo desaparecer,
Sin dejar ningún rastro;
La tristeza invade todo mi ser.

Por eso en las islas han nacido,
Esto siempre se nota;
Sus almas que vuelan, como si fueran gaviotas.

Fría corriente marina, ¿Para qué te los llevaste?
¡Tú para que los querías!;
De cualquier manera, ni te conformaste.

Y sus familias desde la orilla te miran;
Con la nostalgia, la tristeza, y la ira,
Sin poder siquiera reclamarte.

Inmenso y bravío océano; ¿Tú para qué los querías?,
¿Que no sabes lo que les quitaste?;
¡Nada menos, que la vida!

Los días 30 y 31 de julio del 2010, pasé por el bello lugar de descanso “El Socorrito”, propiedad de la familia Aguilar Vidaurrázaga. Estando la cocina llena de familia, y yo entre ellos, surgieron infinidad de platicas históricas, también salió a relucir el articulo que recién escribí en honor de Francisco “Pancho” Aguilar Aguilar. En cierta parte de la plática Rosalía Vidaurrázaga García, quien es mi tía, recordó la triste pérdida de su hermano CRUZ VIDAURRAZAGA GARCIA, en seguida me solicitó que escribiera un artículo para él, y que lo hiciera extensivo para todos los pescadores que trágicamente han perdido la vida, y que pudiéramos aun recordar.

Recuerda Rosalía que Cruz se ahogó el día 20 de diciembre de 1961, y que unos días antes de perder la vida, le comentaba que no le gustaba trabajar en el mar, que prefería cualquier otra actividad, antes que la de pescador, aun con esto, había que trabajar, y lo hacia en la langosteada con su hermano mayor Ricardo “Calilo”, quien para entonces ya tenia varios hijos pequeños. Cruz salía diario a “Marea” con la intención que seria la ultima.
Aquel 21 de diciembre, navegaban entre la zona de rompiente y tierra en su pequeña embarcación de madera calafateada, cargada con alta estiba de pesadas trampas de madera, y con la propulsión de un pequeño y armón motor fuera de borda, que a duras penas desplazaba en unos cuantos nudos aquella carga que a bordo se encontraba. Cuando navegaban entre las olas, un compañero apodado “Chicho” Becerra, quien se salía a trabajar en otra embarcación similar, dio vuelta y mientras regresaba a tierra, percatándose del peligro; desesperado les gritaba:

¡Regrésense Calilo, Cruz, está muy malo el mar, regrésense, no sigan, vuelvan, vuelvan!

Pero siguieron, no se regresaron, siguieron en busca del sustento que al mar le arrancaban, y en eso, una alta ola volteó la embarcación, quedando a la deriva ambos hermanos, solo tenían para asirse los remos, solo los remos que entonces se convirtieron en una pequeña separación entre la vida y la muerte. Como los remos no podían el peso de ambos, Cruz le insistía a gritos a Ricardo:
Sálvate tu hermano, sálvate, tú tienes familia, están muy chicos los niños.“Calilo” recibió los remos que su hermano le daba, agarrándolos con gran pesar, por dejar a su hermano menor a la deriva, con la seguridad que no lo lograría. Mientras tanto Cruz le gritaba:
No me mires, vete, solo vete, no me mires, mientras nadaba con mucha dificultad a causa de las botas llenas de agua, haciéndolo en sentido contrario, alejándose de Calilo.
Y así fue, como los remos no podían mantener a flote a los dos, Cruz se los cedió a su hermano, quien con grandísimos esfuerzos avanzó entre el espumarajo de las olas, nadando a contra corriente hacia donde se encontraba la pequeña embarcación de “Chicho” Becerra, quien en una zona que no fuera peligrosa para su embarcación, pacientemente esperó que se acercara “Calilo”. Una vez que lo rescató, lo subió mas muerto que vivo a la embarcación, y lo llevó a la orilla, donde “Calilo” con infinitos esfuerzos propios y de los compañeros logro medio restablecerse. La debilidad y el frío lo estaban matando, al igual que la gran cantidad de agua que había tomado, y que expulsaba por boca y nariz, al tiempo que se encontraba aturdido y norteado por completo.
Mientras tanto, Cruz que había quedado a merced del bravío mar, completamente solo, contando con sus ya muy mermadas fuerzas, en medio de las fuertes corrientes, las altas olas, y el frío intenso. Indefenso ante el eterno mar, termino sus días en esta vida, cuando el peso de las botas llenas de agua, se lo entregaron al fondo marino.
Cruz, se adelantó en el camino sin regreso, a la edad de diecinueve años, aquella mañana del frío mes de diciembre, cuando había salido del varadero de “El Socorro”, sin haber visto cumplido su deseo de no trabajar mas de pescador, de hombre de mar.
Prácticamente entregó la única oportunidad de vida que tenia, al tomar la dura decisión de sacrificarse él, por dar su vida, apoyar a su hermano, y a sus sobrinos, entonces con escasos años de edad, que de no haber sido así, con toda seguridad ambos hubieran perecido.
El valioso auxilio que les brindó “Chicho” Becerra no tiene precio, rescató y salvó la vida de “Calilo”, poniendo en alto riesgo la propia, y en cuanto lo dejó en tierra, se regresó a toda velocidad brincando las olas, ahora para rescatar a Cruz, pero ya no lo encontró.

Francisco “Pancho” Aguilar, cuñado de Cruz, se dio a la tarea de buscarlo durante todo el día, y todos los días, recorriendo la playa corriente abajo, moviendo los sargazos varados, revisaba los pedregales, los arenales. Siempre que salía de madrugada en busca de Cruz, decía en su casa:
Si lo encuentro, les voy a hacer señales de humo, para que sepan que lo he encontrado.
El día 28 de aquel mes de diciembre del ‘61, de repente la familia divisó una columna de humo, allá a lo lejos, Pancho había encontrado a Cruz varado en la orilla, cuando el mar arrojó su cuerpo.
Ni qué decir de la triste navidad del sesenta y uno, y el año nuevo del sesenta y dos. Aquellos fueron tiempos además de tristes, difíciles, había que reconfortarse, y seguir adelante, aun lamentando la pérdida de una vida que recién empezaba.
Cruz fue sepultado en el panteoncito de El Socorro, su hermano “Ricardo “Calilo”, continuó trabajando de pescador por décadas, no había de otra, era además el trabajo en el que se podía sacar para el sostén de la familia. La novia que era de Cruz, llamada “Eva”, pasado un tiempo, siguió su vida, como era de esperarse.
La familia recuerda a Cruz con gran afecto, y se le tiene como un ángel guardián, y que a los primeros que protegió, además de a su hermano, fue a sus pequeños sobrinos, y con toda seguridad que así seguirá siendo, al menos es el concepto que hace muchos años escuché de palabras de nuestros mayores.
Un joven que se convirtió en estrella guía, que en las aguas del océano pacifico, en El Socorro, a veinticinco kilómetros al norte de El Rosario, Baja California, surgió en ángel.

AUTOR DEL ARTÍCULO

ING. ALEJANDRO ESPINOZA ARROYO
EL ROSARIO, BAJA CALIFORNIA
10 DE AGOSTO DEL 2010.

NOTAS RELEVANTES.


Cruz Vidaurrázaga García nació en El Rosario, en 1942, fue hijo de Ricardo Vidaurrázaga Peralta, del mineral del Mármol, y de Aurelia García Marrón, de El Rosario. Siendo un pequeño de siete años de edad, perdió a su madre; por tal razón pasó a vivir a casa de sus abuelos maternos, en El Rosario. De casa de los abuelos huyó un año mas tarde, con rumbo a El Socorro, solicitando “raite” al “troquero sureño” Arturo Ceseña Smith. Ceseña entregó al niño entonces de ocho añitos, a su hermana Rosalía, en El Socorro, bajo cuya protección se quedó a vivir hasta el día de su muerte.

Rosalía Vidaurrázaga García, nació en El Rosario, el día 1 de diciembre de 1932.

OTROS DESAPARECIDOS PESCADORES:Colombino” Arce: Pereció en el estero de El Rosario, hacia 1930, a la edad de unos 24 años. Era músico, y murió mientras nadaba a causa de un cohete que alguien tiró al otro lado de la laguna, su muerte fue a causa de las hondas de la explosión.
Manuel Valladolid Duarte: se ahogó en los acantilados de “El Gallo”, en El Rosario, en 1941, a la edad de 24 años: Este joven cayó al mar, mientras cortaba choros, sin que jamás apareciera su cuerpo.
Enrique Cossio, buzo escafandra, perdió la vida, en San Carlos, frente a una punta de la mesa del mismo nombre, que desde entonces se conoce el sitio como “Punta Cossio”: año 1950, edad 30 años aproximadamente.
Alberto Villalobos Castillo: Se ahogó en campo “Agua Blanca”, en la Bahía de El Rosario: Enero de 1958, edad 19 años.
Concepción Duarte Valladolid: Desapareció en un barco en la travesía de Isla de Cedros a Ensenada, hacia 1959 (¿?), con edad aproximada de unos 40 años, jamás se supo de nadie de la tripulación, tampoco del barco en el que transportaban langosta.
Vidal Acevedo Valtierra: Se ahogó en la Isla de San Jerónimo, bahía de El Rosario: hacia 1960, edad 30 años aproximadamente.
Everardo López Acevedo: Se ahogó en la isla de San Jerónimo, hacia 1965, a la edad de 16 años
Roberto Marrón Ceseña, Se ahogó en El Arrecife de Sacramento, frente a la isla de san Jerónimo, en la bahía de El Rosario, hacia el año de 1960. Había llegado a El Rosario, por invitación de su amigo y pariente Pablo “Flaco” Corrales Ceseña.
Felipe López García: Fue farero de la isla San Jerónimo, se ahogó junto con Roberto Marrón Ceseña.
Raúl Espinoza Valladolid: Se ahogó en el Estero de El Rosario, en 1967, a la edad de 12 años.
Alma Duarte García: Se ahogó, junto con Raúl, en el Estero de El Rosario, en 1967, a la edad de 12 años.
Santiago Espinoza Peralta (hijo): Se ahogó en el arroyo de El Rosario, el día de su cumpleaños número 54, el día 20 de diciembre de 1967, mientras en compañía de su esposa viajaba a caballo desde San Juan de Dios, a El Rosario, venían a festejar su cumpleaños. Perdió la vida en el preciso sitio donde ahora se encuentra el puente, mientras cruzaba un remanso del arroyo crecido, a causa de las intensan lluvias del ciclón “Catherine”.
Eusebio “N”, quien fuera casado con Evangelina Duarte García: Pereció en “marea”, hacia 1975 (¿?), en la bahía de El Rosario a la edad de 19 años.
Alberto “Colias” Espinoza Romero: Se ahogó en el arroyo de El Rosario, en septiembre de 1975 (¿?), a la edad de 27 años aproximadamente.
Ramón Loya Avelar: Desapareció en los acantilados de El Gallo, en El Rosario, hacia 1979, a la edad de 22 años, mientras cortaba sargazo gigartina “Pelo de cochi”, jamás su cuerpo apareció.
Manuel Meza Ortiz: Se ahogó en la bahía de El Rosario, en 1982, a la edad de unos 30 años aproximadamente.
Gildardo Martínez Duarte: Empezó a perder la vida mientras buceaba en la Lobera, en las cercanías de El Rosario, el día 4 de enero de 1984, como a las ocho de la mañana, dos horas después falleció, a la edad de 38 años.
Mario Álvarez: Se ahogó en San Carlos, mientras a escondidas tomo un equipo, y deseaba aprender a bucear, esto sucedió hacia 1984, cuando contaba con 17 años de edad.
Juan Manuel Duarte Martorell: Desapareció en los acantilados de “El Gallo”, en El Rosario, en 1987, mientras cortaba choros. En su desesperación la familia le lanzo una llanta, para que se asiera de ella, sin embargo la corriente lo arrastro, hasta desaparecer, sin que jamás se recuperara su cuerpo. Contaba con unos 28 años de edad.
Juan Manuel Naranjos: Cuñado del anterior, fallecieron juntos, en igualdad de condiciones, contaba con unos 24 años de edad (¿?).
Héctor Manuel Delgadillo Espinoza: Se ahogó, en el arrecife de Sacramento, frente a la isla de San Jerónimo, en la bahía de El Rosario, mientras andaba en marea, hacia 1991, a la edad de 35 años aproximadamente.
“N” Peralta Duarte: Se ahogó junto con Héctor Manuel Delgadillo Espinoza.
Fernando Reyes Duarte Duarte, se ahogó buceando en la bahía de El Rosario, el día 30 de julio de 1990, a la edad de unos 44 años aproximadamente.
Luis Sergio “Blas” Delgadillo Espinoza: Se ahogó en las islas Coronado, en Tijuana, Baja California, hacia 1993 (¿?), a la edad de unos 40 años aproximadamente.
Arturo Aguilar Vidaurrázaga: sobrino de Cruz Vidaurrázaga García, también ofrendó su vida al mar, al perderla mientras buceaba, hacia 1998(¿?), cuando contaba con unos 32 años de edad.
Arnulfo Barriga Hernández: Desapareció en los arrecifes de Punta Baja, mientras junto con su familia cortaba choros, y una alta ola lo arrastró hacia los canales y a los acantilados, sin que jamás su cuerpo fuera rescatado. Contaba con unos 40 años de edad aproximadamente, hacia el año 2002 (¿?).
Santiago Ruiz Muñoz: Falleció junto con dos compañeros, de unos 30 años de edad (¿?), el día 21 de junio del 2001, mientras se encontraban en marea, en la bahía de el Rosario, pescando jaiba con trampas de alambre galvanizado. Los tres desaparecieron, sin que jamás se supiera más de ellos. Los dos compañeros de Santiago fueron yernos de Esteban “Toncho” Espinoza Romero, nativo de El Rosario.
Santiago, tenía 47 años de edad, era originario de Huajicori, Nayarit, donde había nacido en 1954. El también pescador Aurelio Ruiz Muñoz, hermano mayor de Santiago, hizo desesperados esfuerzos por encontrarlos, fue apoyado por la familia Aguilar Vidaurrázaga de El Socorro. En avioneta de amigos estadounidenses sobrevolaron por días la extensa zona desde El Rosario, hasta las inmediaciones de Baja California Sur. A los catorce días de desaparecidos varó un remo de Santiago en Bahía Malarrimo, con lo que se confirmó que el mar se los había tragado.
Pascual Cajeme Gerardo: Se ahogó en la bahía de El Rosario, hacia el año 2005 (¿?), a la edad de unos 30 años, su cuerpo apareció varios días después en la zona de bahía Malarrimo.
Santiago Espinoza Murillo: Se ahogó en 2009, en el arrecife de Sacramento, a la edad de 49 años, mientras pescaba.

Cuántos pescadores mas ha reclamado el mar,…son miles desde luego, para ellos nuestra consideración, nuestro respeto,…la lista es interminable, es interminable…

Mi inspiración me hizo preguntarle al mar, en la parte final del poema:

Inmenso y bravío océano; ¿Tú para qué los querías?,
¿Que no sabes lo que les quitaste?;
¡Nada menos, que la vida!

jueves, 5 de agosto de 2010

PORFIRIO LEON AMADOR: LA GRULLA, MUNICIPIO DE ENSENADA, BAJA CALIFORNIA, MEXICO.

PORFIRIO LEON AMADOR: LA GRULLA, MUNICIPIO DE ENSENADA, BAJA CALIFORNIA, MEXICO.

Es Porfirio en el antiquísimo pueblo de La Grulla, uno de los más grandes narradores de nuestra historia y tradiciones regionales.

Descendiente de los primeros pioneros José Luciano Espinoza Castro, su esposa María Felipa del Rosario de las Rosas Almenares, y de Guadalupe Aniceto Meléndrez Orantes y Susana Ceseña. Es Porfirio León Amador, una de las personas mas calificadas en lo que al conocimiento de nuestros antepasados se refiere, y como no habría de serlo, si entre los muros en que habitaron tantos de los nuestros, fueron los mismos en los que Porfirio se crió, fue en los mismos patios, en las mismas veredas, y bajo la sombra de los mismos árboles, donde las narrativas de nuestros antepasados discurrían ante el atento oído de muchos de los descendientes de aquellos duros hombres de campo, de aquellos gentiles y hospitalarios habitantes peninsulares. Guiado por los descendientes de aquellos pioneros fue que Porfirio aprendió, no solo a hablar, a caminar, a comprender, sino a volar en pos de los remotos recuerdos de personas que vivieron en esta tierra desde hace más de doscientos años.
Es un distinto placer el escuchar las remembranzas en voz, señas, y gestos de Porfirio, es como ver en él la presencia de infinidad de personajes que a través suyo cobraran vida, y que aprovechando que Porfirio los trae en sus charlas de nuevo a la vida, con regocijo nos manifestaran las tantas epopeyas por ellos vividas.
Sana y limpia, es la personalidad de Porfirio, su conocimiento va de la mano con su humildad. Me da la impresión que en sus palabras se asoman, como empujándose unos a otros nuestros antepasados, como desesperados hablando todos ellos al mismo tiempo, a través de los relatos de Porfirio; adivino como que dicen: También yo existí, yo fui vaquero, y yo fui minero, yo fui fayuquero, yo llegué de China, soy el abuelo de tal familia, yo era ganadero, a mi me tocó fundar tal rancho. Al menos es la impresión que me queda siempre que con Porfirio charlo sobre infinidad de personas y familias enteras ya desaparecidas, algunas desde hace ya dos siglos; pero los veo cuando se asoman en las agradables narraciones de él. A muchos de las gentes de antes, ya finados, por Porfirio los conocí, por él supe de su existencia, supe de sus modos de vida, de sus actividades, quiénes fueron sus hijos, qué ranchos fundaron, dónde y de qué murieron, y tantas cosas más, muchas historias, innumerables tradiciones. Esa es una de las razones por las que valoro en mucho a Porfirio.

En una de sus amenas charlas, en 1991, en La Grulla, mientras saboreábamos un recién preparado café en casa de Daniel, su hijo, lo que me comentó en aquel su primer relato, fue acerca de la familia de Anastacio “Don Tachito” Gerardo Espinoza, y Doña Francisca Gómez, de El Rosario, Baja California, quienes regularmente vivían y pescaban en San José de los Gerardo, recordando Porfirio que en una ocasión viajó a aquel campo pesquero, sitio ubicado al sur del campo pesquero “los Morros Colorados”, sobre la costa del océano pacifico.
Salieron dice Porfirio, un día de madrugada desde Ensenada con rumbo para San José de los Gerardo, corría el año de 1950, era el tiempo en que la carretera pavimentada era de apenas unas cuantas decenas de kilómetros al sur de Ensenada, la que al concluir se convertía en el camino real, un camino sinuoso, angosto, polvoriento, con grandes baches; y de los carros ni que decir, eran por lo regular fuertes y toscos vehículos sobrantes de la segunda guerra mundial, llegados a México por medio de las cooperativas pesqueras, y por trabajadores de las minas mayormente; todo mundo tenia uno de aquellos vehículos militares, a los que solo se les habían eliminados las armas.

En aquel polvoroso recorrido de varios días de travesía, llegaron una nochecita ya como a las ocho al campo de San José, y como la gente de campo acostumbra mucho madrugar, igualmente se acuestan apenas cae la tarde. Cuando llegaron al campo hacían el menor ruido posible, para evitarle molestias a los que ya descansaban. -Porfirio y su compañero llamado CARLOS GARCIA apodado “El Callella”, habían sido invitados en aquel viaje por su amigo “El Ruso Rementeria”-, Mientras tendían el campo para dormir, El Callella, bastante enojado le decía a Porfirio:
¡Mira el lugar tan inhóspito al que nos trajo el ruso, ya ni la jode, cómo se atrevió, qué está creyendo, que somos qué, o qué!.
Al poco rato de estar acostados escucharon la fuerte tos de alguien por allá a lo lejos en la mas completa obscuridad, entonces El Callella le dijo a Porfirio.
Te digo, hasta un tuberculoso hay aquí, espero que no nos contagie.
El de la fuerte tos era Alejo Gerardo Gómez, quien a las cinco de la mañana estaba quebrando gruesa leña, lanzando sobre esta una roca de unos 80 o 90 kilos de peso; de inmediato Porfirio al ver aquella escena le dijo a El Callella.
Mira el tuberculoso, el que según tú nos podría contagiar, está quebrando leña.
El Callella no supo que responder, solo atinaba a quedarse callado, pues el coraje ya se le había bajado bastante, y al ver aquel fortachón, no deseaba ser inoportuno, por no decir que no quería demostrar el miedito que le dio.
Bajen la voz, no hablen tan fuerte, no sea que los oiga, les pedía Callella a sus compañeros, por temor a enfrentar algún disgusto de Alejo Gerardo Gómez.

Tan acostumbrada a los caballos y a los carros de mulas estaba la población en toda la península, que en una ocasión en San José de los Gerardo, se le fue de colgado, en neutral, un troquecito a don Anastacio Gerardo Espinoza, muy desesperado le gritaba a sus hijos:
¡Sálele Timoteo, lázalo Fabián!
Las hijas de Don Anastacio Gerardo Espinoza, que eran muchas, le pedían permiso para ir a los bailes en Nuevo Rosarito, a Punta Prieta, en ocasiones a Guerrero Negro. Don Anastacio la pensaba mucho, y al fin de tanta insistencia de las muchachas, les decía:
Bueno, vayan, pero solo les doy permiso de ocho días, vuelven pronto porque estamos ordeñando el ganado.


En una ocasión una leona atacó a Don Anastacio, y con el apoyo de una perra logró salvarse de una muerte segura, dejándolo completamente arañado, heridas que le curó su esposa doña Francisca Gómez, hija de Don Marcial Gómez.


En aquel viaje recuerda Porfirio que conoció a los que fundaron la cooperativa “Rafael Ortega Cruz”, con asiento pesquero en Santa Rosaliita, localizada al sur de San José de los Gerardo. De aquellos viejos pescadores de la Ortega Cruz, trabajaban en el lugar: Agustín “Nene” Carrillo, los Maclis, los Mora, los Meza y Gaxiola de Nuevo Rosarito y de Punta Prieta; así como los Romero y los Castillo de Guerrero Negro. Hacia 1956 los directivos de aquella cooperativa eran los Mora, hijos de Pancho Mora, farero entonces de la piedra “La Adelaida”, que se localiza cerca de Punta San Andrés. Ahí a Rosaliita, llegaban muy seguido los Maclis, los Urias, los Smith, quienes también visitaban con toda regularidad a Nacho Camacho, quien vivía en Punta del Diablo, también conocida como punta María.
Otro campo pesquero de aquella región era punta rocosa, conocida también como “Playa Marrón” o “Aguaje Marrón”, la que debe su nombre a un hijo de José Rosario Marrón, y de María de los Ángeles Espinoza de las Rosas, originarios de la misión de Santo Domingo de la Frontera. -La huida hacia el sur de este descendiente Marrón Espinoza, fue debido a que en el norte peninsular castró un caballo fino, y mató a un hombre por lo que en su huida llegó al sitio que hoy lleva su nombre-.

DE REGRESO A LA GRULLA.
Antonio de los Ángeles López Meléndrez, mejor conocido como “Oso López”, fue uno de los descendientes de las primeras familias de la Grulla. El ganado que había pasado de generación en generación, de pronto se vio en peligro de un embargo por adeudos de la familia, así que “El Oso López”, arreó unas cuantas reses desde la Grulla, -que eran propiedad de sus hermanas-, con rumbo a la alta sierra, quedándose a criar en aquellos lugares durante veinte años de manera continua, al cabo de ese tiempo logró criar un hato ganadero de bastante importancia, de tanta importancia como los hatos ganaderos de don Santiago Espinoza Peralta en El Rosario, y de Don Gustavo Villavicencio en San Ignacio, Baja California Sur. -Entonces ambas regiones eran políticamente los partidos norte y sur de la Baja California-.
Al paso de los años al Oso López compró un rancho en la región del arroyo de San Jacinto, en la ex-misión de San Vicente Ferrer, al que llamaban: “Rancho Mantequilla”. En ese lugar se juntaban el Oso López y su amigo Ángel Caña, jugaban a la baraja, al conquian, disponiendo de un garrafón de vino para cada uno de ellos, elaborado por el propio Oso López, y alimentándose de su platillo preferido consistente en una pierna de borrego, y un galón de vino para cada uno, solo en la comida. En ese mismo rancho, al igual que antes en la sierra, el Oso López compraba y le entregaba a cada uno de sus hombres un paquete de cigarros, para poder pedirle cigarrillos al primero que por enfrente de él pasara, ya que no le gustaba traerlos consigo.
En una ocasión, -sigue relatando Porfirio-, sacaban bromas de Don Santiago Espinoza Peralta, pues se habían perdido unos toretes del rancho del Oso López; un día de repente aparecieron entre el ganado, los mismos animales que antes se habían perdido, solo que no tenían la señal de sangre, y con otra marca de fuego sobre las marcas del Oso López. Al ver esto el Oso le dijo a un propio:
Vete por toda la sierra, hasta llegar al rancho de don Santiago Espinoza Peralta, en El Rosario, y le dices que a mi rancho llegaron unos animales con sus señales, que si gusta pasar por ellos, aquí lo espero. Así lo hizo aquel vaquero, dio la razón encomendada a Don Santiago, agregándole de su cosecha:
¡Lo único que no me gustó es que el Oso ha estado aceitando las pistolas, engrasando las fundas, y practicando al blanco para perfeccionar su puntería!

Leopoldo Loya Espinoza, apodado “El Cogullo”, de los Loya del rancho “El Rosarito de los Loya Espinoza”, de El Rosario, fue un hombre de armas tomar, -recuerda Porfirio-, vivía en el rancho “Los Cochis”, y a veces en “La Calentura”, en las cercanías de la ex misión de San Vicente Ferrer, en las inmediaciones del Llano Colorado. En una ocasión un hombre quería reclamarle a Leopoldo unas cuentas ocasionadas por viejas rencillas, le dijo a su rival:
¡Te espero cuando gustes, al cabo que tengo una carabina 30-30 empachada de tiros!
Según la historia, en una ocasión una mujer lo mandó matar, para eso contrató a unos bandoleros para que lo eliminaran; cuando estaban ya para matarlo, Leopoldo les preguntó:
¿Cuanto les pagaron por mi vida?
Tanto nos pagaron
Les doblo el pago para que me dejen vivo
Ándale pues, cobramos aquí, y cobramos allá.

Para aparentar que lo mataban, lo llevaron al otro lado de un alto cerro, y como la dama estaba presente, pero no quería ver la ejecución, los bandoleros lanzaron sendos disparos al suelo, pero dejaron libre a Leopoldo. Regresaron con la patrona para que les pagara el resto de la cuenta, pues ya Leopoldo Loya Espinoza había sido “eliminado y sepultado” detrás de la montaña. Ella pagó el resto de lo acordado, y cada quien para su casa, cumpliendo su palabra como toda hembra de honor.
Unos treinta años después, dicen que la dama caminaba tranquilamente por una de las calles de Ensenada, de repente miró frente a ella a Leopoldo, y le dijo:
¿Tú aquí?:
! Te diiigo ya no se puede confiar en naaadie!


HISTORIA DEL ORIGEN DE LA FAMILIA DE PORFIRIO LEON AMADOR:
Porfirio León Amador, es descendiente directo como ya se dijo, de las primeras familias peninsulares, entre ellos del primer dueño de La Grulla, quien se llamó JUAN IGNACIO CESEÑA, quien llegó al lugar en calidad de dueño, ya que en 1826 el paraje le fue entregado en pago a sus servicios a la institución misional, trayendo a su lado a sus dos hijas: Susana, y Rosario, en cuyo arribo a La Grulla, lo hizo ya viudo.
SUSANA CESEÑA al tiempo se casó con el antiguo soldado de cuera, o misional, GUADALUPE ANICETO MELENDRES ORANTES, quienes dieron inicio a la formación del grueso tronco del la familia Meléndrez, dentro de cuyos hijos nació en héroe Antonio María Meléndrez Ceseña, quien salvó la perdida para México de los territorios de la península y de Sonora, al hacerle la guerra y expulsar al intruso William Walker, en 1854, lo que causaría su fusilamiento, en la misión de San Vicente Ferrer, por ordenes del once veces presidente de México: El cobarde, su alteza serenísima Antonio López de Santa Anna, que a fuego lento esté.
Entre los hijos de los Meléndrez Ceseña, se encontraban José Rosario, quien mas tarde fundaría los ranchos de “Santa Clara”, y “El Álamo” arriba de Ojos Negros, en el Real del castillo; Juan “largo” quien fundó el rancho “San Salvador”, ubicado también arriba de Ojos Negros; Jesús, fundó el rancho “San Antonio de los Meléndrez”, arriba de Ojos Negros; Francisco nacido en 1845, fundó el rancho “Santa Gertrudis”, en la ex misión de Santo Tomas.
Francisco Meléndrez Ceseña, fundador del rancho “Santa Gertrudis”, se casa con Manuela Calderón, originaria de los Ángeles, California: cuyos hijos fueron: Guadalupe mujer, fue casada con Pedro López; Ascensión fue casada con Pablo Montes, Concepción casada con Martín Espinoza de las Rosas.
De este matrimonio de Concepción Meléndrez Ceseña y Martín Espinoza de las Rosas, desciende Porfirio León Amador, ya que: Martín Espinoza de las Rosas, y Concepción Meléndrez Ceseña, fueron padres de Eulalia quien se casa con Silvestre Armenta, del arroyo de San Jacinto, en la misión de San Vicente Ferrer, quienes a su vez procrearon Marcelina Armenta Espinoza, quien se casa con Enrique Amador, y de ellos nace Dolores Amador Armenta, quien casada con Verulo León López, procrean a Porfirio León Amador.
Antonio de los Ángeles López Meléndrez, mejor conocido como “Oso López”, era un hombre que pesaba ciento cincuenta kilos, sus padres fueron Pedro López Varela y Guadalupe Meléndrez Ceseña (hermana de Antonio María). Los hermanos del Oso López fueron: Gerónimo casado con Francisca Pompa; Librada casada con Gabriel García Feliz; Amada casada con Manuel Aguilar; Concepción casada con el chino Candido Kango; Soledad quien no se casó; Rosenda casada con Eustaquio González; Lucía casada con Julio Guarello; Francisca casada con el chino Candido Kango (segundas nupcias para él); Leonor casada con Lorenzo León Espinoza (fueron los padres de Vérulo León López; el padre de Porfirio). Pedro López Varela fue hijo del portugués Antonio López, y Encarnación Varela.
Tenemos entonces que Porfirio desciende de las hermanas Guadalupe y Concepción Meléndrez Ceseña. Profundizando en la parte León, la relación familiar es como sigue:
Rafael León Salgado y Ramona Espinoza, ambos originarios de Todos Santos, Baja California Sur, fueron los padres de Lorenzo León Espinoza, quien casado en 1894 con Leonor López Meléndrez, procrearon a Vérulo, Francisco, Santiago, Raymundo, y Enriqueta; de aquí:
Vérulo León López casado con Dolores Amador Armenta, fueron los padres de Porfirio, y de Lino, Ramón, Armando, Socorro, y de Bertha.

En Línea ascendente tenemos que: Juan Ignacio Ceseña (llegado a la Grulla en 1827), fue padre de Susana Ceseña casada con Guadalupe Aniceto Meléndrez Orantes, a su vez padres entre otros de las hermanas Guadalupe, casada con Pedro López Varela (padres de Leonor, quien casada con Lorenzo León Espinoza, procrearon a Vérulo; y Concepción casada con Martín Espinoza de las Rosas (padres de Eulalia); Eulalia Espinoza Meléndrez casada con Silvestre Armenta procrearon a Marcelina Armenta Espinoza, quien casada con Enrique Amador procrearon a Dolores Amador Armenta: ( madre de Porfirio).
Como se puede ver y leer, no es nada fácil desentrañar la genealogía de una persona, y sobretodo sabiendo que el origen es remoto, y entrecruzado como lo es en este caso; sin embargo esa ventana al pasado nos da una muy clara perspectiva no solo de las relaciones familiares, sino también del nacimiento y el poblamiento de nuestra tierra.
Con las relaciones anteriores queda no solo de manifiesto las amenas charlas de Porfirio, sino el profundo conocimiento y orgullo que por sus antepasados siente, lo cual comparto en toda la extensión del conocimiento adquirido y del profundo aprecio por nuestras raíces históricas y sociales; me enorgullece escribir estas letras, y mas me enorgullece que somos ramas del mismo árbol. Como dice la rancherada: ¡Somos de la misma caballada!

AUTOR DEL ARTÍCULO

ING. ALEJANDRO ESPINOZA ARROYO
EL ROSARIO, BAJA CALIFORNIA
05 DE AGOSTO DEL 2010.

NOTAS RELEVANTES:

La Grulla, Baja California, originalmente se llamó “La Soledad de la Grulla”. Con el paso del tiempo los políticos, como siempre los políticos, donde no han de salir a relucir esos reyezuelos, que en todas las épocas se han creído hechos a mano, o paridos por Venus, le cambiaron el antiquísimo nombre al pueblo, sin pedir, ni tomar en cuenta a los descendientes de los abnegados pioneros: Ahora se llama: Ejido Uruapan; ¡Hágame el desgraciado favor!: ¡Qué opinión del pueblo, qué cabildo, ni qué congreso; se le cambia el nombre, y punto!
Los habitantes
de La Grulla sostienen, que junto con Santo Tomas, es la cuna del vino en la región, ya que en el Valle de Guadalupe su producción se inició mucho tiempo después que en la Grulla, ya que allá la producción a gran escala la iniciaron los rusos después del año de 1900. El vino en la península de Baja California tiene origen misionero.
Antonio María Meléndrez Ceseña, es uno de nuestros héroes locales en Baja California, ya que él al frente de un puñado de rancheros y nativos de los primeros pobladores, lanzaron al filibustero invasor William Walker en 1854, cuando pretendía formar la republica de Sonora y Baja California, cuya republica después se anexaría a la Unión Americana; robándose ambos territorios a sangre, fuego, robos, saqueos, y viles asesinatos. Walker en franca huida salió de México entrando al territorio Estadounidense por el cañón de “Cueros de Venado”, en Tijuana, sitio cercano al rancho “El Matanuco”. Meléndrez por su valiente e histórica defensa a la integridad de la nación, fue mandado fusilar, aquel mismo año de 1854, por el cobarde traidor y once veces presidente de México: Antonio de Padua Severino López de Santa Anna. El Cobarde asesinato de Meléndrez, fue según Santa Anna por su alta traición a la patria, y se llevó a cabo en la ex misión de San Vicente Ferrer, lugar en donde descansa nuestro héroe en tumba sin nombre, a la cual bajaron el cuerpo sin vida de un bajacaliforniano de solo veinticuatro años de edad. Desde que supe esa historia, me he preguntado sin obtener respuesta: ¿A qué patria traicionada se refería Santa Anna?
Guadalupe Aniceto Meléndrez Orantes, quien fuera soldado de cuera en la época misional, padre fundador de la familia en la región del norte peninsular, fue originario de San Antonio, Baja California Sur. Fue Meléndrez quien tuvo el honor de traer la noticia de la independencia de México, viajando a lomo de caballo, en recorrido de solo quince días, desde La Paz, Baja California Sur, hasta el norte peninsular, habiendo sido enviado por el jefe político Fernando de la Tova.
Susana Ceseña, madre fundadora de la familia Meléndrez en el norte peninsular, y madre del héroe Antonio María Meléndrez Ceseña, según la tradición oral familiar falleció en Ensenada de Todos Santos en 1900, a la muy avanzada edad de 125 años.
Cuando Antonio de Los Ángeles “Oso” López Meléndrez falleció en 1943 en su rancho “Mantequilla”, en la Ex misión de San Vicente Ferrer, fue velado en ese lugar en ataúd que desde Ensenada llevó el fayuquero David Moreno. Había nacido en La Grulla, Baja California en 1866; nunca se casó; crió a sus sobrinos Gregorio y Pedro López.
Cogullo, le decían a Leopoldo Loya Espinoza. Este sobrenombre se le quedó pues le gustaba cuando era niño, comer el centro de la palma. El centro mas blando del tallo de una palma, al que los rancheros lo preparaban cocido y rendido en cubiertos con azúcar, al que denominaban: Cogollo, o palmito. Como el niño decía ¡Mamá quiero “Cogullo”!, llevó ese sobrenombre hasta el final de su existencia. Había nacido en El Rancho de San Juan de Dios, en El Rosario, Baja California hacia 1875.
Los hijos de Anastacio “Tachito” Gerardo Espinoza fueron solo dieciocho: Antonio, Alejo, Fabián, Timoteo, José, Rosario, Graciano, Cayetano, Diego, Severiano, Guadalupe (mujer), Mercedes, Luisa, María Guadalupe, Ernestina. Clementina, Alejandra, y Faustina; la mayoría de ellos viven en El Rosario, y Ensenada.
Porfirio León Amador, nació el día 15 de septiembre de 1932, en el entonces ya viejo Rancho de “San Miguel”, propiedad de sus tíos abuelos Librada López Meléndrez, y Gabriel García Feliz, localizado en las cercanías al norte de La Grulla.
Porfirio León Amador se casó con Dora Cortés Castro oriunda de Mexicali, y cuyos hijos son: José Martín (q.e.p.d.) casado con Carmen Orozco Espinoza (descendiente de El Rosario, y de La Grulla); José Daniel casado con la mexicalense Silvia Orozco Guillén; Dora Guadalupe casada con el también mexicalense Feliciano Gómez; Porfirio Ángel casado con Mónica León; Vérulo casado con Teresa León; Dolores casada con Jesús de la Tova; Raymundo casado con Yolanda García; Santiago casado con Laura de Hoyos; y María de Jesús casada con Alejandro Carrillo.

¡Qué tantas historias se puede obtener de una persona que sabe, comparte, y le interesan sus orígenes!