Un día como hoy 24 de abril, del año 1944, nace en El Rosario, Baja California: Heraclio Manuel Espinoza Grosso, hijo de Heraclio Espinoza Peralta, y de Ana Grosso Peña, descendiente directo del primer Espinoza que arribó a éstas tierras: El soldado de cuera y nutriero, Carlos Espinoza Castro.
Heraclio Manuel Espinoza Grosso, se distinguió desde su niñez por su entrega en la solución de las actividades que se le asignaban primero, y después las que por su iniciativa tomaba. Fue Heraclio Manuel un niño inquieto, juguetón, muy compenetrado y hábil en las tareas propias de campo. Como estudiante fue de menos a mas, siempre con la idea de ver fortalecida en su pueblo la educación, misma que en aquellos años, era poco atendida, ya que los chicos regularmente eran sacados de la escuela, apenas habiendo terminado máximo el tercer año de primaria, razón por la que se dificultaba de sobremanera, seguir con un grupo completo de cuarto grado en adelante; no se diga secundaria: Ni pensarlo, además, lo normal era que terminaban en un saloncito los muy escasos alumnos de cuarto, quinto, y sexto grado de primaria, todos juntos, con un solo profesor, cuyo salón era mayormente de hombres, ya que para las niñas, llegar a esas “alturas”, eran sueños de grandeza.
A los niños que eran retirados de sus estudios primarios, se les llevaba a trabajar de sol a sol con sus mayores, o eran “prestados” por sus padres, a familiares o amigos, para se enseñaran a “ser hombres” realizando duros y pesados trabajos; se les obligaba a dormir en las zacateras, en los graneros, y a bañarse en un barril de agua fría, mucho antes del amanecer.
Mientras tanto a las niñas se les enseñaban las obligaciones de la cocina, y de la casa en general, debían además atender y servir a sus hermanos, porque eran los hombres, debían las niñas además, guardar las buenas costumbres de la familia; aprendían a temprana edad a cocinar, lavar, planchar, y soportar los cuidados extremos de los hombres de la casa, pues tan bien entraban en la mas tierna juventud, iniciaban los pretendientes, quienes por lo regular se hacían de sus esposas cuando ellas andaban apenas en los catorce o quince años de edad,… y los estudios de aquellas chicas, ni soñarlo…
En mayor o menor grado, todos los que pasamos nuestra niñez bajo la sombra de aquellas costumbres ancestrales, fuimos arrancados de nuestras primeras letras, para apoyar a los “grandes” en la manutención de la familia, cuidando, o abriendo un ranchito nuevo, que por lo regular muy pronto lo cobijaban los polvos del olvido, y la nostalgia de las duras faenas ahí pasadas, y con mucha regularidad: la zozobra. Pocos fuimos lo que tuvimos la suerte de regresar a las letras.
Por razones propias de su espíritu de lucha, Heraclio Manuel Espinoza Grosso, continuo con sus estudios mas allá de la primaria, una parte de ésta cursada en El Rosario, hasta donde se podía en aquellos tiempos, el resto de la primaria, así como la secundaria, los cursó en la entonces pequeña ciudad de Tijuana, Baja California, ubicada en la frontera de México con Estados Unidos de Norteamérica.
Habiendo concluido sus estudios de secundaria, con quince años de edad, se despidió de doña Catalina Ortiz Aguilar, oriunda de El Rosario, pero radicada en Tijuana, en cuya casa vivió Heraclio Manuel a causa de sus estudios de educación media; desde donde salio con rumbo a
Hacia el año de 1962, el ya Profesor Heraclio Manuel, fue enviado por el gobierno federal mexicano, para impartir clases en un pueblito del estado de Jalisco, con usos y costumbres, similares a las de El Rosario, muy bien conocidas por el profesor, aunque otras desconocidas por él. En aquel triste lugar de Jalisco, muy sumido en el pasado, vivió un corto tiempo, ya que repentinamente le salieron con que lo querían matar. Pensaba el profesor que en aquel lugar no tenia amigos, ni enemigos, por lo que desconocía los motivos de las amenazas que sufría, causadas por unos rufianes del lugar, tipos que no les agradaban los hombres bien rasurados, de baño diario, de ropas limpias, y de manos suaves. Ellos querían ver al profesor, sucio, tosco, manos callosas, de hablar bravío, pues no les gustaban los “Finitos Perjumados”.
El Gobierno federal aceptó el cambio de plaza, solicitado por el profesor Heraclio, siendo enviado al pueblo de San Manuel, Municipio de Tubutama, en el hermano y vecino estado de Sonora, a cuyo suelo arribó hacia el año de 1967, contando él con veintitrés años de edad.
En aquel pueblo sonorense el profesor fue recibido y tratado como un guía de niños y adultos, fue espléndidamente tratado, al grado que los pobladores de San Manuel, le obsequiaron un terreno de una hectárea, para que ahí se asentara, y construyera un patrimonio, ya que ellos lo que menos deseaban era que el profesor se fuera del lugar, lo querían tanto, que deseaban no perderlo nunca.
La buena fama del profesor pronto se extendió a los pueblos vecinos de:
Vivió el profesor entre los queridos sonorenses desde
Al haberse establecido en El Rosario, inicio los trabajos para llevar una escuela secundaria, y con esto establecer el segundo escalón para los niños y su futuro, no sin antes consolidar el primero, que consistía en convencer a los padres, que a sus hijos e hijas por igual, se les debía dar la oportunidad de una vida mejor y de progreso, el cual muy bien podría iniciarse desde las letras en los nuevos salones de clases, que para entonces ya habían sido abiertos, gracias a la tenaz lucha de quien fue un verdadero profesor, y quien llevo una verdadera lucha a cuestas, sin politiquería barata, cuyos resultados, mas que mis palabras, son elocuentes a todas luces.
No es mucho lo que se le puede pedir a la vida, esta nos da oportunidades, y si se dejan pasar, otra persona las podría tomar y realizar, en vez de aquel que por pereza, o por mediocridad las deja ir. En el caso del profesor Heraclio Manuel, no quedo ninguna oportunidad de vida que se le presentó sin desarrollar, siempre se dedicó a trabajar en ellas incansablemente. Fue tanto su esmero, por ver logrados aquellos sus anhelos para beneficiar a la gente de su pueblo, iniciando con las facilidades de educación para sus chicos y jóvenes, que a la postre redundaría en el crecimiento también de sus mayores.
El distinguido profesor Heraclio Manuel Espinoza Grosso, fue un hombre adelantado a su tiempo, uno de los primeros eslabones de una cadena que recién nacía con él, de la cual formamos parte un amplio grupo de los que fuimos sus alumnos.
Fue un hombre que se fue demasiado pronto, en la cúspide de sus energías, se fue en un tiempo en el que hubiera podido dar mucho mas, en el que su aporte hubiera sido mucho mayor.
La escuela secundaria de El Rosario, Baja California, lleva su nombre, así como una escuela en el Valle de San Quintín, pueblo vecino del norte, localizado a sesenta y cuatro kilómetros de distancia, y un salón social para profesores del mismo valle.
Cuando en el año de 1972, el profesor anunció su retiro de los pueblos de Sonora, grande fue el pesar de aquellas finas e inolvidables personas.
El día 25 de enero de 1980, en
Desde aquel día 25 de enero de 1980, cuando paso por
El pasado día 4 de abril del 2010, por la zona donde perdimos a este entrañable rosareño, la tierra rugió, abriendo una grieta de unos 28 kilómetros de largo, y con desnivel de hasta dos metros de profundidad; tal vez en muy lejanos días por venir, por esa grieta se abrirán paso la aguas del golfo de California, buscando su salida hacia el Océano pacifico, que alguna vez encontrará al norte, convirtiendo en isla, a la península tan querida por el profesor.
Los chicos y jóvenes rosareños actuales, sin saberlo quizás, en parte, mucho le deben a los grandes esfuerzos del profesor Heraclio Manuel.
En la actualidad existe escuela preparatoria en El Rosario, muchos han forjado carreras profesionales, y las niñas llevan una vida menos rígida que antaño, así también los niños cuentan con mayores consideraciones, en mucho es debido a la labor de nuestro homenajeado.
AUTOR DEL ARTÍCULO:
ING. ALEJANDRO ESPINOZA ARROYO
EL ROSARIO, BAJA CALIFORNIA
A 24 DE ABRIL DEL 2010.