PORFIRIO LEON AMADOR: LA GRULLA, MUNICIPIO DE ENSENADA, BAJA CALIFORNIA, MEXICO.
Es Porfirio en el antiquísimo pueblo de La Grulla, uno de los más grandes narradores de nuestra historia y tradiciones regionales.
Descendiente de los primeros pioneros José Luciano Espinoza Castro, su esposa María Felipa del Rosario de las Rosas Almenares, y de Guadalupe Aniceto Meléndrez Orantes y Susana Ceseña. Es Porfirio León Amador, una de las personas mas calificadas en lo que al conocimiento de nuestros antepasados se refiere, y como no habría de serlo, si entre los muros en que habitaron tantos de los nuestros, fueron los mismos en los que Porfirio se crió, fue en los mismos patios, en las mismas veredas, y bajo la sombra de los mismos árboles, donde las narrativas de nuestros antepasados discurrían ante el atento oído de muchos de los descendientes de aquellos duros hombres de campo, de aquellos gentiles y hospitalarios habitantes peninsulares. Guiado por los descendientes de aquellos pioneros fue que Porfirio aprendió, no solo a hablar, a caminar, a comprender, sino a volar en pos de los remotos recuerdos de personas que vivieron en esta tierra desde hace más de doscientos años.
Es un distinto placer el escuchar las remembranzas en voz, señas, y gestos de Porfirio, es como ver en él la presencia de infinidad de personajes que a través suyo cobraran vida, y que aprovechando que Porfirio los trae en sus charlas de nuevo a la vida, con regocijo nos manifestaran las tantas epopeyas por ellos vividas.
Sana y limpia, es la personalidad de Porfirio, su conocimiento va de la mano con su humildad. Me da la impresión que en sus palabras se asoman, como empujándose unos a otros nuestros antepasados, como desesperados hablando todos ellos al mismo tiempo, a través de los relatos de Porfirio; adivino como que dicen: También yo existí, yo fui vaquero, y yo fui minero, yo fui fayuquero, yo llegué de China, soy el abuelo de tal familia, yo era ganadero, a mi me tocó fundar tal rancho. Al menos es la impresión que me queda siempre que con Porfirio charlo sobre infinidad de personas y familias enteras ya desaparecidas, algunas desde hace ya dos siglos; pero los veo cuando se asoman en las agradables narraciones de él. A muchos de las gentes de antes, ya finados, por Porfirio los conocí, por él supe de su existencia, supe de sus modos de vida, de sus actividades, quiénes fueron sus hijos, qué ranchos fundaron, dónde y de qué murieron, y tantas cosas más, muchas historias, innumerables tradiciones. Esa es una de las razones por las que valoro en mucho a Porfirio.
En una de sus amenas charlas, en 1991, en La Grulla, mientras saboreábamos un recién preparado café en casa de Daniel, su hijo, lo que me comentó en aquel su primer relato, fue acerca de la familia de Anastacio “Don Tachito” Gerardo Espinoza, y Doña Francisca Gómez, de El Rosario, Baja California, quienes regularmente vivían y pescaban en San José de los Gerardo, recordando Porfirio que en una ocasión viajó a aquel campo pesquero, sitio ubicado al sur del campo pesquero “los Morros Colorados”, sobre la costa del océano pacifico.
Salieron dice Porfirio, un día de madrugada desde Ensenada con rumbo para San José de los Gerardo, corría el año de 1950, era el tiempo en que la carretera pavimentada era de apenas unas cuantas decenas de kilómetros al sur de Ensenada, la que al concluir se convertía en el camino real, un camino sinuoso, angosto, polvoriento, con grandes baches; y de los carros ni que decir, eran por lo regular fuertes y toscos vehículos sobrantes de la segunda guerra mundial, llegados a México por medio de las cooperativas pesqueras, y por trabajadores de las minas mayormente; todo mundo tenia uno de aquellos vehículos militares, a los que solo se les habían eliminados las armas.
En aquel polvoroso recorrido de varios días de travesía, llegaron una nochecita ya como a las ocho al campo de San José, y como la gente de campo acostumbra mucho madrugar, igualmente se acuestan apenas cae la tarde. Cuando llegaron al campo hacían el menor ruido posible, para evitarle molestias a los que ya descansaban. -Porfirio y su compañero llamado CARLOS GARCIA apodado “El Callella”, habían sido invitados en aquel viaje por su amigo “El Ruso Rementeria”-, Mientras tendían el campo para dormir, El Callella, bastante enojado le decía a Porfirio:
¡Mira el lugar tan inhóspito al que nos trajo el ruso, ya ni la jode, cómo se atrevió, qué está creyendo, que somos qué, o qué!.
Al poco rato de estar acostados escucharon la fuerte tos de alguien por allá a lo lejos en la mas completa obscuridad, entonces El Callella le dijo a Porfirio.
Te digo, hasta un tuberculoso hay aquí, espero que no nos contagie.
El de la fuerte tos era Alejo Gerardo Gómez, quien a las cinco de la mañana estaba quebrando gruesa leña, lanzando sobre esta una roca de unos 80 o 90 kilos de peso; de inmediato Porfirio al ver aquella escena le dijo a El Callella.
Mira el tuberculoso, el que según tú nos podría contagiar, está quebrando leña.
El Callella no supo que responder, solo atinaba a quedarse callado, pues el coraje ya se le había bajado bastante, y al ver aquel fortachón, no deseaba ser inoportuno, por no decir que no quería demostrar el miedito que le dio.
Bajen la voz, no hablen tan fuerte, no sea que los oiga, les pedía Callella a sus compañeros, por temor a enfrentar algún disgusto de Alejo Gerardo Gómez.
Tan acostumbrada a los caballos y a los carros de mulas estaba la población en toda la península, que en una ocasión en San José de los Gerardo, se le fue de colgado, en neutral, un troquecito a don Anastacio Gerardo Espinoza, muy desesperado le gritaba a sus hijos:
¡Sálele Timoteo, lázalo Fabián!
Las hijas de Don Anastacio Gerardo Espinoza, que eran muchas, le pedían permiso para ir a los bailes en Nuevo Rosarito, a Punta Prieta, en ocasiones a Guerrero Negro. Don Anastacio la pensaba mucho, y al fin de tanta insistencia de las muchachas, les decía:
Bueno, vayan, pero solo les doy permiso de ocho días, vuelven pronto porque estamos ordeñando el ganado.
En una ocasión una leona atacó a Don Anastacio, y con el apoyo de una perra logró salvarse de una muerte segura, dejándolo completamente arañado, heridas que le curó su esposa doña Francisca Gómez, hija de Don Marcial Gómez.
En aquel viaje recuerda Porfirio que conoció a los que fundaron la cooperativa “Rafael Ortega Cruz”, con asiento pesquero en Santa Rosaliita, localizada al sur de San José de los Gerardo. De aquellos viejos pescadores de la Ortega Cruz, trabajaban en el lugar: Agustín “Nene” Carrillo, los Maclis, los Mora, los Meza y Gaxiola de Nuevo Rosarito y de Punta Prieta; así como los Romero y los Castillo de Guerrero Negro. Hacia 1956 los directivos de aquella cooperativa eran los Mora, hijos de Pancho Mora, farero entonces de la piedra “La Adelaida”, que se localiza cerca de Punta San Andrés. Ahí a Rosaliita, llegaban muy seguido los Maclis, los Urias, los Smith, quienes también visitaban con toda regularidad a Nacho Camacho, quien vivía en Punta del Diablo, también conocida como punta María.
Otro campo pesquero de aquella región era punta rocosa, conocida también como “Playa Marrón” o “Aguaje Marrón”, la que debe su nombre a un hijo de José Rosario Marrón, y de María de los Ángeles Espinoza de las Rosas, originarios de la misión de Santo Domingo de la Frontera. -La huida hacia el sur de este descendiente Marrón Espinoza, fue debido a que en el norte peninsular castró un caballo fino, y mató a un hombre por lo que en su huida llegó al sitio que hoy lleva su nombre-.
DE REGRESO A LA GRULLA.
Antonio de los Ángeles López Meléndrez, mejor conocido como “Oso López”, fue uno de los descendientes de las primeras familias de la Grulla. El ganado que había pasado de generación en generación, de pronto se vio en peligro de un embargo por adeudos de la familia, así que “El Oso López”, arreó unas cuantas reses desde la Grulla, -que eran propiedad de sus hermanas-, con rumbo a la alta sierra, quedándose a criar en aquellos lugares durante veinte años de manera continua, al cabo de ese tiempo logró criar un hato ganadero de bastante importancia, de tanta importancia como los hatos ganaderos de don Santiago Espinoza Peralta en El Rosario, y de Don Gustavo Villavicencio en San Ignacio, Baja California Sur. -Entonces ambas regiones eran políticamente los partidos norte y sur de la Baja California-.
Al paso de los años al Oso López compró un rancho en la región del arroyo de San Jacinto, en la ex-misión de San Vicente Ferrer, al que llamaban: “Rancho Mantequilla”. En ese lugar se juntaban el Oso López y su amigo Ángel Caña, jugaban a la baraja, al conquian, disponiendo de un garrafón de vino para cada uno de ellos, elaborado por el propio Oso López, y alimentándose de su platillo preferido consistente en una pierna de borrego, y un galón de vino para cada uno, solo en la comida. En ese mismo rancho, al igual que antes en la sierra, el Oso López compraba y le entregaba a cada uno de sus hombres un paquete de cigarros, para poder pedirle cigarrillos al primero que por enfrente de él pasara, ya que no le gustaba traerlos consigo.
En una ocasión, -sigue relatando Porfirio-, sacaban bromas de Don Santiago Espinoza Peralta, pues se habían perdido unos toretes del rancho del Oso López; un día de repente aparecieron entre el ganado, los mismos animales que antes se habían perdido, solo que no tenían la señal de sangre, y con otra marca de fuego sobre las marcas del Oso López. Al ver esto el Oso le dijo a un propio:
Vete por toda la sierra, hasta llegar al rancho de don Santiago Espinoza Peralta, en El Rosario, y le dices que a mi rancho llegaron unos animales con sus señales, que si gusta pasar por ellos, aquí lo espero. Así lo hizo aquel vaquero, dio la razón encomendada a Don Santiago, agregándole de su cosecha:
¡Lo único que no me gustó es que el Oso ha estado aceitando las pistolas, engrasando las fundas, y practicando al blanco para perfeccionar su puntería!
Leopoldo Loya Espinoza, apodado “El Cogullo”, de los Loya del rancho “El Rosarito de los Loya Espinoza”, de El Rosario, fue un hombre de armas tomar, -recuerda Porfirio-, vivía en el rancho “Los Cochis”, y a veces en “La Calentura”, en las cercanías de la ex misión de San Vicente Ferrer, en las inmediaciones del Llano Colorado. En una ocasión un hombre quería reclamarle a Leopoldo unas cuentas ocasionadas por viejas rencillas, le dijo a su rival:
¡Te espero cuando gustes, al cabo que tengo una carabina 30-30 empachada de tiros!
Según la historia, en una ocasión una mujer lo mandó matar, para eso contrató a unos bandoleros para que lo eliminaran; cuando estaban ya para matarlo, Leopoldo les preguntó:
¿Cuanto les pagaron por mi vida?
Tanto nos pagaron
Les doblo el pago para que me dejen vivo
Ándale pues, cobramos aquí, y cobramos allá.
Para aparentar que lo mataban, lo llevaron al otro lado de un alto cerro, y como la dama estaba presente, pero no quería ver la ejecución, los bandoleros lanzaron sendos disparos al suelo, pero dejaron libre a Leopoldo. Regresaron con la patrona para que les pagara el resto de la cuenta, pues ya Leopoldo Loya Espinoza había sido “eliminado y sepultado” detrás de la montaña. Ella pagó el resto de lo acordado, y cada quien para su casa, cumpliendo su palabra como toda hembra de honor.
Unos treinta años después, dicen que la dama caminaba tranquilamente por una de las calles de Ensenada, de repente miró frente a ella a Leopoldo, y le dijo:
¿Tú aquí?:
! Te diiigo ya no se puede confiar en naaadie!
HISTORIA DEL ORIGEN DE LA FAMILIA DE PORFIRIO LEON AMADOR:
Porfirio León Amador, es descendiente directo como ya se dijo, de las primeras familias peninsulares, entre ellos del primer dueño de La Grulla, quien se llamó JUAN IGNACIO CESEÑA, quien llegó al lugar en calidad de dueño, ya que en 1826 el paraje le fue entregado en pago a sus servicios a la institución misional, trayendo a su lado a sus dos hijas: Susana, y Rosario, en cuyo arribo a La Grulla, lo hizo ya viudo.
SUSANA CESEÑA al tiempo se casó con el antiguo soldado de cuera, o misional, GUADALUPE ANICETO MELENDRES ORANTES, quienes dieron inicio a la formación del grueso tronco del la familia Meléndrez, dentro de cuyos hijos nació en héroe Antonio María Meléndrez Ceseña, quien salvó la perdida para México de los territorios de la península y de Sonora, al hacerle la guerra y expulsar al intruso William Walker, en 1854, lo que causaría su fusilamiento, en la misión de San Vicente Ferrer, por ordenes del once veces presidente de México: El cobarde, su alteza serenísima Antonio López de Santa Anna, que a fuego lento esté.
Entre los hijos de los Meléndrez Ceseña, se encontraban José Rosario, quien mas tarde fundaría los ranchos de “Santa Clara”, y “El Álamo” arriba de Ojos Negros, en el Real del castillo; Juan “largo” quien fundó el rancho “San Salvador”, ubicado también arriba de Ojos Negros; Jesús, fundó el rancho “San Antonio de los Meléndrez”, arriba de Ojos Negros; Francisco nacido en 1845, fundó el rancho “Santa Gertrudis”, en la ex misión de Santo Tomas.
Francisco Meléndrez Ceseña, fundador del rancho “Santa Gertrudis”, se casa con Manuela Calderón, originaria de los Ángeles, California: cuyos hijos fueron: Guadalupe mujer, fue casada con Pedro López; Ascensión fue casada con Pablo Montes, Concepción casada con Martín Espinoza de las Rosas.
De este matrimonio de Concepción Meléndrez Ceseña y Martín Espinoza de las Rosas, desciende Porfirio León Amador, ya que: Martín Espinoza de las Rosas, y Concepción Meléndrez Ceseña, fueron padres de Eulalia quien se casa con Silvestre Armenta, del arroyo de San Jacinto, en la misión de San Vicente Ferrer, quienes a su vez procrearon Marcelina Armenta Espinoza, quien se casa con Enrique Amador, y de ellos nace Dolores Amador Armenta, quien casada con Verulo León López, procrean a Porfirio León Amador.
Antonio de los Ángeles López Meléndrez, mejor conocido como “Oso López”, era un hombre que pesaba ciento cincuenta kilos, sus padres fueron Pedro López Varela y Guadalupe Meléndrez Ceseña (hermana de Antonio María). Los hermanos del Oso López fueron: Gerónimo casado con Francisca Pompa; Librada casada con Gabriel García Feliz; Amada casada con Manuel Aguilar; Concepción casada con el chino Candido Kango; Soledad quien no se casó; Rosenda casada con Eustaquio González; Lucía casada con Julio Guarello; Francisca casada con el chino Candido Kango (segundas nupcias para él); Leonor casada con Lorenzo León Espinoza (fueron los padres de Vérulo León López; el padre de Porfirio). Pedro López Varela fue hijo del portugués Antonio López, y Encarnación Varela.
Tenemos entonces que Porfirio desciende de las hermanas Guadalupe y Concepción Meléndrez Ceseña. Profundizando en la parte León, la relación familiar es como sigue:
Rafael León Salgado y Ramona Espinoza, ambos originarios de Todos Santos, Baja California Sur, fueron los padres de Lorenzo León Espinoza, quien casado en 1894 con Leonor López Meléndrez, procrearon a Vérulo, Francisco, Santiago, Raymundo, y Enriqueta; de aquí:
Vérulo León López casado con Dolores Amador Armenta, fueron los padres de Porfirio, y de Lino, Ramón, Armando, Socorro, y de Bertha.
En Línea ascendente tenemos que: Juan Ignacio Ceseña (llegado a la Grulla en 1827), fue padre de Susana Ceseña casada con Guadalupe Aniceto Meléndrez Orantes, a su vez padres entre otros de las hermanas Guadalupe, casada con Pedro López Varela (padres de Leonor, quien casada con Lorenzo León Espinoza, procrearon a Vérulo; y Concepción casada con Martín Espinoza de las Rosas (padres de Eulalia); Eulalia Espinoza Meléndrez casada con Silvestre Armenta procrearon a Marcelina Armenta Espinoza, quien casada con Enrique Amador procrearon a Dolores Amador Armenta: ( madre de Porfirio).
Como se puede ver y leer, no es nada fácil desentrañar la genealogía de una persona, y sobretodo sabiendo que el origen es remoto, y entrecruzado como lo es en este caso; sin embargo esa ventana al pasado nos da una muy clara perspectiva no solo de las relaciones familiares, sino también del nacimiento y el poblamiento de nuestra tierra.
Con las relaciones anteriores queda no solo de manifiesto las amenas charlas de Porfirio, sino el profundo conocimiento y orgullo que por sus antepasados siente, lo cual comparto en toda la extensión del conocimiento adquirido y del profundo aprecio por nuestras raíces históricas y sociales; me enorgullece escribir estas letras, y mas me enorgullece que somos ramas del mismo árbol. Como dice la rancherada: ¡Somos de la misma caballada!
AUTOR DEL ARTÍCULO
ING. ALEJANDRO ESPINOZA ARROYO
EL ROSARIO, BAJA CALIFORNIA
05 DE AGOSTO DEL 2010.
NOTAS RELEVANTES:
La Grulla, Baja California, originalmente se llamó “La Soledad de la Grulla”. Con el paso del tiempo los políticos, como siempre los políticos, donde no han de salir a relucir esos reyezuelos, que en todas las épocas se han creído hechos a mano, o paridos por Venus, le cambiaron el antiquísimo nombre al pueblo, sin pedir, ni tomar en cuenta a los descendientes de los abnegados pioneros: Ahora se llama: Ejido Uruapan; ¡Hágame el desgraciado favor!: ¡Qué opinión del pueblo, qué cabildo, ni qué congreso; se le cambia el nombre, y punto!
Los habitantes de La Grulla sostienen, que junto con Santo Tomas, es la cuna del vino en la región, ya que en el Valle de Guadalupe su producción se inició mucho tiempo después que en la Grulla, ya que allá la producción a gran escala la iniciaron los rusos después del año de 1900. El vino en la península de Baja California tiene origen misionero.
Antonio María Meléndrez Ceseña, es uno de nuestros héroes locales en Baja California, ya que él al frente de un puñado de rancheros y nativos de los primeros pobladores, lanzaron al filibustero invasor William Walker en 1854, cuando pretendía formar la republica de Sonora y Baja California, cuya republica después se anexaría a la Unión Americana; robándose ambos territorios a sangre, fuego, robos, saqueos, y viles asesinatos. Walker en franca huida salió de México entrando al territorio Estadounidense por el cañón de “Cueros de Venado”, en Tijuana, sitio cercano al rancho “El Matanuco”. Meléndrez por su valiente e histórica defensa a la integridad de la nación, fue mandado fusilar, aquel mismo año de 1854, por el cobarde traidor y once veces presidente de México: Antonio de Padua Severino López de Santa Anna. El Cobarde asesinato de Meléndrez, fue según Santa Anna por su alta traición a la patria, y se llevó a cabo en la ex misión de San Vicente Ferrer, lugar en donde descansa nuestro héroe en tumba sin nombre, a la cual bajaron el cuerpo sin vida de un bajacaliforniano de solo veinticuatro años de edad. Desde que supe esa historia, me he preguntado sin obtener respuesta: ¿A qué patria traicionada se refería Santa Anna?
Guadalupe Aniceto Meléndrez Orantes, quien fuera soldado de cuera en la época misional, padre fundador de la familia en la región del norte peninsular, fue originario de San Antonio, Baja California Sur. Fue Meléndrez quien tuvo el honor de traer la noticia de la independencia de México, viajando a lomo de caballo, en recorrido de solo quince días, desde La Paz, Baja California Sur, hasta el norte peninsular, habiendo sido enviado por el jefe político Fernando de la Tova.
Susana Ceseña, madre fundadora de la familia Meléndrez en el norte peninsular, y madre del héroe Antonio María Meléndrez Ceseña, según la tradición oral familiar falleció en Ensenada de Todos Santos en 1900, a la muy avanzada edad de 125 años.
Cuando Antonio de Los Ángeles “Oso” López Meléndrez falleció en 1943 en su rancho “Mantequilla”, en la Ex misión de San Vicente Ferrer, fue velado en ese lugar en ataúd que desde Ensenada llevó el fayuquero David Moreno. Había nacido en La Grulla, Baja California en 1866; nunca se casó; crió a sus sobrinos Gregorio y Pedro López.
Cogullo, le decían a Leopoldo Loya Espinoza. Este sobrenombre se le quedó pues le gustaba cuando era niño, comer el centro de la palma. El centro mas blando del tallo de una palma, al que los rancheros lo preparaban cocido y rendido en cubiertos con azúcar, al que denominaban: Cogollo, o palmito. Como el niño decía ¡Mamá quiero “Cogullo”!, llevó ese sobrenombre hasta el final de su existencia. Había nacido en El Rancho de San Juan de Dios, en El Rosario, Baja California hacia 1875.
Los hijos de Anastacio “Tachito” Gerardo Espinoza fueron solo dieciocho: Antonio, Alejo, Fabián, Timoteo, José, Rosario, Graciano, Cayetano, Diego, Severiano, Guadalupe (mujer), Mercedes, Luisa, María Guadalupe, Ernestina. Clementina, Alejandra, y Faustina; la mayoría de ellos viven en El Rosario, y Ensenada.
Porfirio León Amador, nació el día 15 de septiembre de 1932, en el entonces ya viejo Rancho de “San Miguel”, propiedad de sus tíos abuelos Librada López Meléndrez, y Gabriel García Feliz, localizado en las cercanías al norte de La Grulla.
Porfirio León Amador se casó con Dora Cortés Castro oriunda de Mexicali, y cuyos hijos son: José Martín (q.e.p.d.) casado con Carmen Orozco Espinoza (descendiente de El Rosario, y de La Grulla); José Daniel casado con la mexicalense Silvia Orozco Guillén; Dora Guadalupe casada con el también mexicalense Feliciano Gómez; Porfirio Ángel casado con Mónica León; Vérulo casado con Teresa León; Dolores casada con Jesús de la Tova; Raymundo casado con Yolanda García; Santiago casado con Laura de Hoyos; y María de Jesús casada con Alejandro Carrillo.
¡Qué tantas historias se puede obtener de una persona que sabe, comparte, y le interesan sus orígenes!
5 comentarios:
Alejandro, despues de saludarte paso a decirte lo siguiente, me gusto mucho el comentario acerca de mis abuelos y de mis antecesores, y sobre todo que menciones a Porfirio Leon porque sabes como lo estimo, como amigo y como pariente. Recibe un abrazote, de parte de tu amigo Norberto "Nene" Eaton Aguilar.
Sr. Ing. Alejandro Espinoza Arroyo, soy hija del Nene Eaton y nos da gusto saber la historia de nuestros antecesores y de como fueron fundadores de nuestra bella Ensenada, igual que sus ancestros en el Rosario. Sigan publicando estos datos ya que tambien sirven para que tambien nuestros hijos y nietos conozcan la historia de sus antecesores y de nuestra región.
Ánimo Ingeniero..
Reciba un cordial saludo,
Ruth Eaton
Gracias amigos Nene Eaton Aguilar y Ruth. Seguiré escribiendo, y rescatando hasta dónde sea posible, porque sino lo hacemos, nadie lo hará por nosotros, o al menos, no con el sabor que le pondrémos los que pertenecemos a la antigua y ancestral raíz de Baja California. Les mando un cordial saludo: Su amigo,
Ing. Alejandro Espinoza Arroyo
"Memorias Bajacalifornianas"
Que increibles historias y que forma de escribir, me traslade al lugar. Que buenos datos.
Saludos
Alejandro Melendrez Rodriguez, soy de los Melendrez que se quedaron en el sur de la Península. Sabes si Vicente melendrez, quien fue el padre de Guadalupe Meléndrez Cesena tuvo otros hijos? o si algun hijo de Guadalupe Melendrez quedo en el sur de la peninsula?
Gracias
reciba un cordial saludo
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