El
sitio ha tenido solo tres nombres en diez o doce mil años: “Viñatacot”,
primero; “Misión de Nuestra Señora del Santísimo Rosario de Viñadaco”, en
segundo lugar; y, por último: “El Rosario, Baja California”.
Por: Ing. Alejandro Espinoza Arroyo.
Artículo
número 121.
Patente:
1660383.
Viñatacot, fue territorio que
los cochimis habitaron durante milenios, el vocablo proviene del tronco
lingüístico yumano peninsular y de dialecto borjeño; eran los “hombres del
norte”, lo cual significa “Cochimi”.
Sobrevivieron en un cañón que se
arrincona entre el desemboque de tres arroyos, cuyas corrientes, en tiempos de
grandes lluvias, discurren desde la alta montaña, para llegar en fuertes
correntadas hasta su bocana en el océano pacífico, pasando por la milenaria
Viñatacot, que hoy es el centenario pueblo de El Rosario.
Los cochimi habitaron Viñatacot, desde
hace al menos entre diez mil y doce mil años, en cuya lengua significa “Arroyo
con agua y tule”.
En Viñatacot, se hicieron vivir
durante diez o doce milenios, valiéndose de la recolección de frutos y semillas
silvestres que el desierto ofrece, tales como jojoba, garambullo, fruto del
cardón, agave de lechuguilla, entre muchos más. En la cacería destacan, el venado, borrego cimarrón, liebres,
conejos, y toda suerte de animales que les proveían carne, grasa, y piel para
su escasa vestimenta, y la grasa para aliviar ciertos dolores musculares o para
humectar la piel.
Del mar cercano obtenían almejas,
mejillones, y pececillos de varias especies, todo a juzgar por las
descripciones de los cronistas al servicio de la corona española, durante
colonia, por la observación directa de sus costumbres que describen los
misioneros a su llegada, y más antiguamente, por su expresión artística
rupestre, encontrada en pinturas y petrograbados, así como por los sitios
arqueológicos diseminados por la vastedad del desierto.
Fue Viñatacot explorado hacía 1773, con
intenciones de asentar la primer misión dominica en la península, ya que atrás,
al sur peninsular, habían quedado las fundaciones de los jesuitas, y la única
misión franciscana en San Fernando Velicatá, y como en mayo de 1769, los
franciscanos habían partido de San Fernando Velicatá para abrir, desde esa
entonces nueva misión, la ruta entre la Antigua o Baja California , y fundar la
primera misión en Nueva o Alta California, que vino ser la de San Diego de
Alcalá.
Y fue ante la urgente necesidad de la
corona española de apoderarse de Alta California, para contrarrestar el avance
ruso que venía apoderándose de Norteamérica, de norte a sur, desde el estrecho
de Bering.
La urgencia era también por conquistar el
territorio que se encontraba, en 1769, entre las nuevas misiones de San
Fernando Velicatá, Baja California, y la de San Diego de Alcalá, Alta
California, ambas fundadas, aquel lejano año, por el misionero franciscano,
Fray Junípero Serra.
La fundación de la misión de El
Rosario, hubo de esperar cinco años, a partir de 1769, hasta que la nueva orden
misionera se hiciera cargo de la administración peninsular, fundando su primer
sitio en Viñatacot, en julio de 1774, otorgándole el nombre de “Nuestra Señora
del Santísimo Rosario de Viñadaco”, por castellanizar el vocablo “Viñatacot”.
La fundación
de ésta nueva misión, en Viñatacot, cuyos terrenos labrantíos, sirvieron para
apoyar a las fundaciones de las siguientes al norte de El Rosario, como en Santo Domingo de la
Frontera, que fue la segunda misión peninsular dominica.
Con la llegada de la misión a
Viñatacot, dejó de existir la comunidad original en su estado primigenio, que
había perdurado por milenios, y por el cual habían vivido cientos de generaciones
de cochimis, que ante la fuerza del
hombre blanco, hubieron de dejar sus antiquísimas costumbres y su vida
seminómada que practicaban al aire libre, aunque solían habitar cuevas en los
mantos rocosos, cuando las había.
Con los misioneros llegaron
exploradores, arrieros, muleros, y soldados de cuera, muchos de los cuales
fueron enviados a las misiones de Sonora para conseguir esposas, para que no
tuvieran tentación con las “indias de casa”, como los misioneros llamaban a las
mujeres cochimis. Muchas sonorenses, fueron madres fundadoras de familias
peninsulares. No obstante esto, el primer nacido, en Octubre de 1774, en El
Rosario, fue Gabino Arce, siendo hijo del soldado de cuera José Gabriel Arce,
fundador de ese linaje en la península de Baja California, y de una “india de
casa”.
Según la tradición oral de la familia
Espinoza, a la fundación de la misión en Viñatacot, en 1774, estuvo presente en
el acto solemne, el español sevillano Juan Nepomuceno Espinoza, nacido hacia
1730, siendo el primero de nuestro linaje en arribar a la península,
proveniente de Manila, en viaje de aquél lugar asiático a Acapulco en el galeón
de Manila, llamado Santísima Trinidad, arribando a la misión de San José del
Cabo, en diciembre de 1755, donde se quedó dada la grave enfermedad que padeció
durante los últimos meses de la travesía.
Juan Nepomuceno se alistó en calidad de
arriero, mulero, y explorador con los jesuitas, desde al menos 1756 y hasta 1768, año en que salieron expulsados
los misioneros de la península. Y como Espinoza conocía palmo a palmo la vasta
geografía peninsular, apoyo al misionero franciscano Fray Junípero Serra para
la fundación de San Fernando Velicatá. Con Serra, viajo desde la misión de
Loreto, hasta el sitio donde se fundó San Diego de Alcalá, Alta California.
Dada la familiaridad con la que Espinoza
recorría los senderos peninsulares, fue que su esposa Loreto Castro e hijos, se
asentaran en El Rosario en el verano del año 1800, ya que Juan Nepomuceno
falleció en 1799, en el paraje de San Juan de Dios, visita de la misión de San
Fernando Velicatá, sitio que había sido fundado el ocho de marzo de 1766 por
Wenceslao Link, siendo acompañado por Juan Nepomuceno en calidad de arriero.
Fue sepultado en San Juan de Dios, originando con ese hecho, que la familia
construyera una casa, basada en las indicaciones que emitía el decreto de José
de Gálvez, del 12 de agosto de 1768. La familia Espinoza se encontraba, en
1800, asentada en El Rosario, y en San Juan de Dios.
Valga destacar que Loreto Castro, llamada
por los misioneros como “Mamá Espinoza”, ya que fue madre de la primera
generación de esa estirpe en la Baja California; fue cochimi, originaria de la
frontera guaycura cochimi, en las confluencias de la misión de Loreto Concho, en
donde había nacido hacía 1758, siendo veintiocho años menor que su esposo.
Al mismo tiempo se formó, a principios
de los 1800’s, la familia Ortiz, ya que María del Carmen, hija de Juan
Nepomuceno Espinoza y Loreto Castro contrajo nupcias con el soldado de cuera
José Rito Ortiz, compañero de armas del también soldado de cuera, Carlos
Espinoza Castro, el primer Espinoza nacido en la península en 1778, quien llegó
a ser el patriarca “Espinoza” en El Rosario.
La familia “Aguilar”, asentada en El
Rosario, poco después que la “Espinoza” y “Ortiz”, fueron las tres primeras
fundadoras de la actual sociedad rosareña.
Hacia 1822 se asentó la familia “Marrón”,
hacia 1827 la “Acevedo”, hacia 1830 la “Montes”. Hacia 1835 la “Pellejeros”,
que en realidad era “Verdugo”. Entre 1840 y 1890 se asentaron las familias, Vidaurrázaga, Collins, Sandez,
Loya, Duarte, Peralta, Valladolid, Arce, Murillo, Redona, Grosso, y Meza, principalmente.
Lo
que hace que El Rosario, sea el pueblo más antiguo del actual
estado de Baja California.