jueves, 28 de julio de 2011

ORIGENES DE LA FAMILIA “DUARTE” EN EL ROSARIO, BAJA CALIFORNIA:

Por Ing. Alejandro Espinoza Arroyo:

Joven desde Sonora llegó Luis Duarte al extremo sur de la península, acompañado por su hermana Pilar, y otros hermanos; sucedió esto cuando corrían los años entre 1835 y 1840; llegando al pueblo de Miraflores, Baja California Sur, entonces conocida como partido Sur de la Baja California.



Luís se casó en ese lugar con Ambrosia Cossío, procreando amplia prole, entre los que se encontraba Domingo, Aniceto, y varios otros; mientras que Pilar procreó a Úrsula Duarte, siendo los nuevos jóvenes peninsulares: Úrsula y Domingo, primos hermanos.

Domingo Duarte Cossío, fue el padre fundador de los “Duarte” de El Rosario, mientras que Úrsula, fue la madre de Tecla Peña Duarte, madre fundadora de la familia “Grosso” en la península. Tanto Domingo, como Úrsula, y Tecla descansan en el panteón misionero de El Rosario.


La historia se desarrolla de la siguiente manera: El Sonorense Luís Duarte llegó acompañado de su hermana Pilar a la península en busca de trabajo, él como operario de minas, labor que realizó en el extremo sur, principalmente San Antonio, Santa Anna, y El Triunfo; cuando sus hijos fueron naciendo y creciendo, se dedicaron al igual que su padre, a las labores propias del campo y minas, como casi toda la población lo hacía en aquellos lejanos ayeres, pero al encontrarse los trabajos y las relaciones laborales tan politizadas, deshumanizadas, y perseguidos por infinidad de ladrones, los mismos ladrones que en todos los tiempos caminan detrás de los que trabajan, esto causó que en su juventud Domingo, Aniceto, y otros de sus hermanos, la prima Úrsula, y la hija de ésta, Tecla, emigraran al norte.

El primero que llegó en su andar a lomo de bestia al rancho grande de los Espinoza, San Juan de Dios, en El Rosario, fue Domingo, donde conoció a la que sería su esposa y madre fundadora del linaje “Duarte” en El Rosario; Gertrudis Espinoza Marrón, nacida en 1855, la segunda hija del dueño por herencia del rancho, José del Carmen Espinoza Salgado, y María de la Cruz Marrón Murillo, quienes eran los patrones de Domingo, y que al paso de un tiempo otorgaron su consentimiento para que contrajera matrimonio con su hija Gertrudis, lo que sucedió en el propio rancho en 1872, armándose una fiesta en grande que tuvo por duración, varios días; como en 1869, había sucedido lo propio con la hija mayor de los Espinoza, María de Jesús, quien aquel año del ‘69, se casó con el chihuahuense Ángel Loya Moreno, vaquero que fue también, al igual que su ahora concuño Domingo Duarte Cossío, del rancho grande Espinoza.

Por su parte, Úrsula y su hija la bella Tecla Peña Duarte se habían quedado en Santa Rosalía, lugar donde Tecla conoció y se casó hacia 1890, con el italiano Eduardo Boittard Grosso; mientras que Aniceto continuó su viaje más allá de El Rosario, hacia el norte, hasta el “Arroyo Seco” donde dejó basta familia “Duarte” desde la región de San Telmo hacia el norte; mientras que otros hermanos de Domingo continuaron viajando hasta la Alta California, donde también dejaron grueso linaje “Duarte”. El Viaje de los “Duarte” de sur a norte sucedió hacia 1871.


Para la naciente familia “Duarte Espinoza” en El Rosario, les fue concedido por la familia Espinoza, los ranchos “San Antonio”, y “Los Mártires”, no muy lejanos de San Juan de Dios, en cuyos territorios se desenvolvió la nueva familia; aunque todos los críos nacieron en San Juan de Dios, en casa de los abuelos Espinoza. Mientras tanto, como ya ha quedado asentado, otros hermanos de Domingo hicieron lo propio en San Telmo de Arriba, y en Arroyo Seco, sitios ubicados a poco más de ciento veinte, y ciento cuarenta kilómetros al norte de El Rosario; con lo que tenemos que los Duarte de esos parajes son de la mismísima raíz ancestral; emparentados en esa región con los Arce, Espinoza de las Rosas, Warner, Acevedo, Ormart, Legazpi, y con muchos otros linajes; no por nada son tan parecidos en sus facciones, no se diga en sus costumbres.

Domingo Duarte Cossío y Gertrudis Espinoza Marrón pasaron a vivir de la sierra al pueblo de El Rosario, esto como para el año de 1895, en los tiempos en que les nació su hija Dominga. En el pueblo Don Domingo se hacía cargo de tierras labrantías que alistó en la zona del arroyo, que a puro “pulmón” desmontó, y destronconó, de las cuales obtenía maíz, frijol, garbanzo, cacahuate, melón, sandía, zacate para las bestias; y en el corral, aves, puercos para la manteca, borregos, algunas vacas lecheras, burros, mulas, machos, caballos de labor, y de montar.


En el pueblo, sus hijos ya adultos, como Fernando “Tilico”, Margarito, Catarino “Catano”, Concepción” “Chinito”, Salvador “Cuatito”, Francisco “Chiculares”,y su hija Cruz, se habían casado la mayoría en la primera, y segunda década del siglo veinte, así que para esa época ya contaban con varios nietos, entre los que se contaban: Bárbaro “Tabaco”, Domingo, Matea, Severiana, Placido, Eulogio “Binchura”, Diega, Leobardo “Valo”, Guadalupe “Lupe la de Tova”, y muchísimos otros.
En la actualidad se encuentran viviendo en El Rosario, los descendientes de todos los hijos de Domingo Duarte Cossío, y Gertrudis Espinoza Marrón.


Los Duarte Espinoza, los primeros, perdieron a un hijo llamado José del Carmen Duarte Espinoza, quien falleció por insolación a la edad de dos años; y es que el niño sin que su madre se diera cuenta, un buen día siguió a su padre desde la casa hasta la milpa, sin poderlo alcanzar, se quedó dormido en la vereda bajo el rayo del sol, lo que causó su muerte, por fiebre, que en realidad fue insolación y deshidratación.

Los “Duarte” en El Rosario, son muchos, ya se han ido en gran número, pero se encuentran representados en gran cantidad, entre ellos en la actualidad hay profesionistas de toda índole, vaqueros, pescadores, y comerciantes principalmente. Conservan las propiedades primigenias de sus antepasados. Los viejos árboles higueras que se encuentran en las inmediaciones de las tierras que fueron de Norberto “Beto Valladolid” Duarte, son las que plantaron Domingo y Gertrudis a su arribo a El Rosario, hace ya más de ciento diez años.



Es de mencionar que los originales ranchos de “Los Mártires”, y “San Antonio”, existen solo vestigios de los corrales de piedra que allí se construyeron por Carlos Espinoza Castro hacia 1837, que en realidad no eran corrales para manejo de ganado, sino que eran sitios defensivos en contra de los salteadores, y saqueadores de ranchos que pululaban como moscas en contra de los rancheros, de sus propiedades, y de sus vidas; aquellos chacales que los rancheros, nuestros familiares antepasados llamaban: “Los Indeseables”.


AUTOR DEL ARTÍCULO:

ING. ALEJANDRO ESPINOZA ARROYO
EL ROSARIO, BAJA CALIFORNIA, MEXICO
MIERCOLES 27 DE JULIO DE 2011.
El presente, como todos y cada uno de los artículos, son trabajo de orden intelectual, se encuentran protegidos por el autor bajo patente: 1660383: Se pueden citar, sin fines de lucro, otorgando el crédito al autor.

NOTAS: En la actualidad, el rancho de “Los Mártires” se encuentra bajo la propiedad de José Antonio “Birolgo” Duarte Duarte, hijo de Eulogio “Binchura” Duarte Peralta, y de María Duarte Arce. Maria era de los Duarte de El Rosario, y de los Arce de San Telmo, Baja California.
Para mayores datos sobre la genealogía de la familia DUARTE, se puede consultar los artículos de ésta misma bitácora:





Arriba: Margarito Duarte Espinoza, jalando con sus mulas el carro del Gobernador Esteban Cantú Jiménez, hacia la mesa norte de El Rosario, en 1919.

Abajo: Casa y carros de mulas de Don Anastasio Villavicencio Arce, quien fue casado con Cruz Duarte Espinoza, (ancestros de Josué Espinoza Villavicencio): El Rosario, Baja California: 1919. Por enfrente pasa de largo el carro del gobernador Esteban Cantú Jiménez. Estas tierras y casa se las llevó el arroyo, hacia 1978.

Al Fondo: Se aprecia en parte la casa que fue de José María Collins Meza, quien fue casado con Gregoria Acevedo Marrón, joven mujer que falleció a consecuencias de las quemaduras que sufrió cuando calentaba agua para el baño: (Para más datos ver el artículo: Orígenes de la familia Acevedo en El Rosario).




Ruinas en San Juan de Dios: En ésta casa nacieron algunos “Duarte” de la tercera generación. En lo que fue esta casa vivió José del Carmen Espinoza Peralta y su primera esposa Juana Romo, quien falleció en ese lugar, era partera, y fue sepultada en un panteoncito, muy cerca de este sitio. Foto: Alejandro Espinoza Jáuregui: Septiembre de 2007.





En este panteoncito, en San Juan de Dios, es donde descansa la partera Juana Romo, quien ayudó a llegar a este mundo a varios “Duarte” de la tercera generación.
Aquí descansan algunos miembros de la familia Espinoza. En este panteón, la primera en ser sepultada fue Maria Fe Espinoza Peralta, hermana de mi bisabuelo Santiago Espinoza Peralta, quien falleció recién nacida el 18 de Enero de 1894; también descansa aquí Balbina Peralta Veliz, madre de Maria Fe, de mi bisabuelo Santiago, de José del Carmen, y de muchos otros.

Foto: Alejandro Espinoza Jáuregui: Septiembre de 2007.

sábado, 23 de julio de 2011

MENSAJE ENVIADO AL LICENCIADO JOSE GUADALUPE OSUNA MILLAN: GOBERNADOR DE L ESTADO DE BAJA CALIFORNIA, (2007-2013).

CON MOTIVO INCORRECTO USO CADA VEZ MAYOR DEL NOMBRE DE BAJA CALIFORNIA.
Por Ing. Alejandro Espinoza Arroyo
23 de Julio de 2011.

El día de ayer viernes 22 de julio del presente año, le envié una solicitud a nuestro gobernador, aprovechando un portal en internet, por él utilizado para mantener contacto ciudadano; le envié mis comentarios con motivo del cada vez mayor número de personas que mal hacen en llamar “BAJA”, a nuestra querida y bella tierra: BAJA CALIFORNIA.

Y es que no es cualquier cosa, la Baja California, existe con ese nombre desde hace ya muchas décadas, que aunque antes se le conocía solo como CALIFORNIA, en la época en que éramos un patio trasero de España; sin embargo no hace mucho en que en Estados Unidos de Norteamérica, por la costumbre que ellos tienen en sintetizar, o abreviar las palabras, les dio por llamar a ésta tierra con el solo nombre de ‘BAJA”, lo que al paso de algún tiempo cientos de personas de éste lado de la frontera, consciente o inconscientemente lo han aceptado, y divulgado entre sus jóvenes y niños, como si costara tanto pronunciar las dos palabras: BAJA CALIFORNIA.

Le pedí de la manera más atenta al Gobernador José Guadalupe Osuna Millán, el que él como primera autoridad del Ejecutivo Estatal, nos apoye a los bajacalifornianos, en al menos intervenir para que en la publicidad y promoción que se hace desde su gobierno, no se utilice la palabra “BAJA”, para referirse a nuestra entidad.

Y es que por ejemplo, en el Instituto para el Deporte y la Cultura Física, conocido como INDE, por sus siglas, hace en todas sus promociones en masivos medios de comunicación, el inadecuado uso de la palabra “BAJA”; en sus autobuses, en sus cartelones, en las camisetas de los deportistas que muy dignamente nos representan dentro y fuera del Estado, se proyecta al Estado de “BAJA”.

Por otra parte, este año he asistido en dos ocasiones al congreso del Estado de BAJA CALIFORNIA, y con pena escuché en voz de algunos legisladores, comentarios, como:

Cuando llegué a la “BAJA”
Cuando fui a la “BAJA SUR”

Por si fuera poco, los medios de comunicación, haciendo su labor de difundir masivamente lo que se dice, y lo que se hace en las fuentes que investigan, dan como buena la palabra “BAJA”, así que a niños, jóvenes, y adultos nos llega subliminalmente ese mensaje, ya sea leído, o escuchado, lo que de seguro en algún tiempo futuro, la sociedad aceptará, sin darse cuenta tal vez, la pérdida paulatina del uso adecuado de nuestro nombre como región, pues será una “Cultura” heredada, por quienes deberían protegerla, con su actuar en los espacios públicos donde los ha colocado la sociedad.

Por esa razón le he solicitado a nuestro gobernador, que nos haga el bien a los que ahora vivimos aquí, para los chicos, y jóvenes que se encargarán de llevar hacia el futuro lo que ahora les hagamos saber y entender.

Por mi parte jamás aceptaré que soy “BAJEÑO”, pues nací en Baja California, México.
Para el caso del INDE, no se puede más que aplaudir los grandes logros que nuestros jóvenes deportistas han dado a BAJA CALIFORNIA, gracias al gran esfuerzo que el propio INDE, sus instructores, y los muchachos dedican a la tarea que llevan a cuestas; entonces, les pregunto a sus directivos, a los que allí toman las decisiones:

¿Por qué no proyectar a nuestra tierra de manera debida?

El presente mes de julio, el día dos, mi tierra EL ROSARIO, BAJA CALIFORNIA, cumplió su aniversario, 237 de su fundación; y siempre se ha llamado así, desde aquel lejano día, en el que por cierto Juan Nepomuceno Espinoza, fundador de nuestro linaje en Baja California, estuvo presente.

No ha faltado, desde luego, que en mi tierra algunos bárbaros han escrito en la fachada del negocio: EL ROSARIO, BAJA, MEXICO. ¡Qué Horror!, no cabe duda que seguimos en muchos aspectos siendo Colonia, no cabe duda que nos seguimos deslumbrando con espejitos, como lo hicieron los nuestros cuando se inició la conquista de México, hace ya casi cinco siglos; ahora nos deslumbran palabras bonitas, dulces, o cortas: “BAJA” por ejemplo.

La primera vez en que me acerqué a un Gobernador, fue en 1979, cuando contaba con 22 años de edad, fue con Don Roberto de la Madrid Romandía, a quien le solicité de favor que no permitiera los bailes en el antiguo edificio estilo inglés que existe en el Rosario desde 1921; así lo hizo, envió la orden, y a la fecha es el único de ese tipo que existe en Baja California, de más de cincuenta que construyó el Gobernador Esteban Cantú Jiménez. En 1992, encabecé la rehabilitación del inmueble, fundando en 1994, el Museo Comunitario “EL ROSARIO”, con apoyo de la comunidad, empresas privadas, y el Instituto Nacional de Antropología e Historia: INAH.

Reconociendo que la petición que me atrevo a hacerle al gobernador Osuna Millán, es mucho mayor, guardadas las debidas proporciones, y que la historia le dará el valor merecido.

En mi tercer libro, que estoy haciendo público en ésta página de internet, lo he llamado:

“MEMORIAS BAJACALIFORNIANAS”: NUESTRA TIERRA SE LLAMA BAJA CALIFORNIA, NO SE LLAMA “BAJA”; SOMOS BAJACALIFORNIANOS, NO SOMOS “BAJEÑOS”.


Todos estaremos agradecidos creo, cuando comprendamos esta situación, y con lo que nuestras autoridades hagan en la defensa de nuestro legado.

AUTOR DEL ARTÍCULO:
ING. ALEJANDRO ESPINOZA ARROYO
EL ROSARIO, BAJA CALIFORNIA, MEXICO
SABADO 23 DE JULIO DE 2011.

NOTA: En “TU BICENTENARIO”, MEXICO 1810-2010, se publicó un artículo de mi autoría, en el cual hablo de la historia de la palabra CALIFORNIA, y en cómo nos llegó el nombre.

Antes se le llamaba California, después Antigua California, y más tarde: Baja California: ¿Permitiremos que en el futuro se llame solo: “BAJA”?; Esa es la tarea que tenemos, esa es creo la postura que debemos defender.

lunes, 11 de julio de 2011

“NO SOY DE AQUI, NI SOY DE ALLA”, y “HOY EMPIEZA UN NUEVO DIA”… PERO SIN FACUNDO CABRAL.






¿En mi juventud, cuándo me iba a imaginar, que escribiría sobre este gran ser humano, y mucho menos, sobre un fatal desenlace?

Por: Ing. Alejandro Espinoza Arroyo.

No importa quien sea, no importa lo valioso que resulte ser una persona, sin importar su limpia y esmerada trayectoria; contando con todo eso y con mucho más, no falta a quien le estorbe, y decida ponerle fin a la existencia ajena, como si aquella vida les perteneciera.

El ser humano, de los animales el de mayor cerebro, el pensante, el sensible; dentro de los cuales existen algunos rapaces que arrebatan vidas y destinos, como si esos viles seres fueran eternos, como si no fueran a concluir sus días en esta vida, se creen que todo lo pueden, que todo lo merecen. La condición humana, en muchas ocasiones desbordada, en cualquier sitio del mundo sacrifican a valiosos individuos, como han sido los casos de: Abraham Lincoln, John F. Kennedy, Mahatma Gandhi, Martin Luther King, Jorge Cafrune, “Ferrusquilla Espinoza”, Facundo Cabral, y tantísimas valiosas almas.

Bien lo cantaba Cabral: “Por temprano que te levantes, a donde quiera que vayas, ya está lleno de pendejos”: Como si lo hubiera presentido, temprano se levantó el pasado sábado 9 de julio del 2011, ya en la calle lo esperaban unos pendejos, que sin más ni más silenciaron y segaron la vida del intelectual, cantor, y poeta argentino, que en realidad no era de ninguna parte, y era de todas…

Nunca alcanzaré a entender las mezquinas razones que llevan a seres de vil estampa, que se cruzan en los valiosos caminos recorridos por distinguidas personas, que los hacen marcharse de este mundo de manera repentina, por acciones de cobardes que nos dejan a los demás, un dejo de tristeza, de impotencia y de dolor, por la partida de seres tan queridos y admirados por nosotros los simples mortales.

Nuestros hermanos de Guatemala, lugar donde el pasado sábado fue arteramente asesinado Facundo Cabral, se encuentran por mucho, más dolidos que nosotros por haber ocurrido el magnicidio en su tierra; que aunque ellos nada tienen que ver, y sí mucho que lamentar, nos unimos, al menos yo, en ese desasosiego que deben sentir por lo sucedido en su territorio, a un ser tan querido, admirado, y respetado por millones de personas en el mundo. Lo que por cierto, no debió ocurrir en ninguna parte del planeta.

Parafraseando a Facundo Cabral: Buscando amistad, encontró cariño y afecto; pero murió asesinado:

¡Qué incongruentes, somos los humanos, cuando queremos serlo!, característica prueba está en desmanes como el que nos ocupa.

Desde mi más temprana juventud, he admirado al igual que millones, a éste gran hombre, ahora martirizado; nos dio con sus poemas, y su canto un sentido de pertenencia, nos enseñó a viajar a través de la mente, nos unió, y nos hizo un gran bien al engrandecer nuestras almas, al mostrar la libertad, y la verdad en sus arreglos.

Ahora nuestro querido Facundo, ha pasado a ser leyenda, que aunque ya lo era desde antes, se ha convertido en inmortal.

Ya debes estar con Atahualpa Yupanqui, con Alfredo Zitarroza, con Violeta Parra, con Agustín Lara, con Tata Nacho, quienes como tú, y muchos otros, fueron grandes pensadores, que nos hicieron, y nos siguen haciendo tanto bien.

Y como lo cantaba Jorge Cafrune:

“A donde vaya a parar el canto de ese cristiano, no ha de faltar el paisano que lo haga resucitar”…

Y también cantaba:

“Ando cantándole al viento, y no solo por cantar, del mismo modo que el viento, no anda por andar nomas”…

O cómo nostálgicamente lo cantaba Atahualpa Yupanqui:

“Si a mí me gusta que suenen, pa’ que los quiero engrasaos”…

Y Alfredo Zitarroza, interrogando cantaba:

“? El niño que fui, que responda?”…

Y Violeta Parra, agradecida con la vida decía:

“Que cuando los abro, clarito distingo, lo negro del blanco”…

Y Piero José:

“Es un buen tipo mi viejo, que anda solo y esperando”,…

Y Nuestro Agustín Lara:

“Farolito que alumbras la calle”…

Y Facundo Cabral se preguntaba:

¿A dónde irán las palomas, cuando ya no son hermosas”,…


Qué gran pena siento…

¡Adiós amigo Cabral, te fuiste, pero te quedas; haz perdido la batalla, pero más bien, haz ganado; haz nacido como inmenso ser!…

AUTOR DEL ARTÍCULO:
ING. ALEJANDRO ESPINOZA ARROYO
EL ROSARIO, BAJA CALIFORNIA
LUNES 11 DE JULIO DE 2011.

NOTA:
Me enteré de éstos tristes hechos, por llamada que el mismo día en que ocurrió esta cobardía, me lo hizo saber mi hijo Alejandro; quien aturdido y triste por el suceso, no pudo explicárselo; y cómo él supo desde su más tierna edad, de la existencia de Cabral, desde niño fue su gran admirador. Y Luego mi hija Laura, me envió sus propias condolencias: y todos los que nos hemos visto en éste inicio de semana, hemos comentado consternados la lamentable pérdida, todos nos hemos dado condolencias, pues con su partida, todos hemos perdido algo…











COMENTARIOS SOBRE LA NOTA:

Mi siempre estimado amigo Alejandro Espinoza Arroyo.


Cuando supe de este artero y cobarde asesinato, tuve dos indignaciones:
La primera fue por supuesto, el asesinato de Facundo Cabral.
La segunda, la casi nula cobertura de este hecho, por parte de los medios de comunicacón.
Mira, cuando murió Michael Jackson, nos tuvieron dos meses escuchando su música, sus anécdotas, y su vida. Muchos miles de gentes se volcaron a llorar en público, quizá para obterer su cachito de fama. Y te aseguro que muchos de los que hipócritamente virtieron sus lágrimas en público, en su repajolera vida lo conocieron, o por lo menos hacía añales que les importaba un bledo si vivía o moría.


Tú hiciste lo que los medios de comunicación (hasta donde yo sé) no han hecho. Tú no escribiste un artículo acerca de esto, escribiste un poema.


Recuerdo que no hace mucho, en una entrevista en television que le hizo Jorge Ramos, Facundo Cabral, contaba que su abuelo (el militar), le temía solo a una cosa en el mundo: A los pendejos. Pues decía que eran muchísimos.Y para muestra bastan los que lo ultimaron, pues aparte de cobardes, eran tan pendejos, que ni siquiera supieron a quien estaban matado.
La tristeza que esto ocaciona, no es solo por la gran perdida de este hombre, también es por que se da uno cuenta hasta donde han caído lo valores morales, el respeto a la vida y a los semejantes. También se da uno cuenta que hay otros valores, que se han extinguido casi por completo, ¿Ejemplo?: El honor.
Porque en este tipo de actos: Ni hay hombría, ni hay honor, ni cordura, ni nada de eso.


A mi me tocó ir a un par de recitales de Facundo, en los tiempos de prepa, y me tocó platicar con él; era todo un señorón, un tipazo pues.
Y como dijo Silvio Rodríguez, "Facundo es uno de los seres que le han puesto cerco a la muerte". Pues aunque ha dejado de existir físicamente, forma ya parte de los que han trascendido al nivel de los inmortales, de lo elegidos.


Facundo Cabral, profundo creyente en las enseñanzas del gran maestro de maestros: Jesús de Nazareth.


Era, como dice Alberto Cortés en su canción, "Callejero": "Aunque fue de todos, nunca tuvo dueño que condicionara su razón de ser".
Y era un hombre que hablaba como argentino, pero que pertenecía a todas las naciones y a ninguna. Era pues, ciudadano del mundo.


En fin, mi antiguo amigo Alejandro, te felicito por este magnífico artículo.



Recibe un abrazo, y un fraternal saludo.
Tu amigo:
Antonio Chaidez Chaidez.

viernes, 8 de julio de 2011

ORIGENES DE LA FAMILIA ACEVEDO, EN EL ROSARIO, BAJA CALIFORNIA, MEXICO.

POR: ING. ALEJANDRO ESPINOZA ARROYO
DERECHOS RESERVADOS BAJO PATENTE 1660383.

Eduardo Acevedo, soldado misional o de cuera, compañero de armas de Carlos Espinoza Castro, fue el primero de los Acevedo que hizo su aparición en El Rosario. Fue casado con Germana Ceseña, con quien procreó a Loreto, que en realidad fue el primero de esa estirpe que se asentó de manera definitiva en ese lugar.

Eduardo Acevedo, al igual que Carlos Espinoza Castro, y Jose Rito Ortiz, fundadores de esas familias en El Rosario, recorrieron las vastas distancias peninsulares por largos años a lomo de mulas, y caballos, todos los caminos reales que unían a las misiones, ya que en su trabajo de soldados de “Cuera”, en formación militar se movían de manera permanente siguiendo a los misioneros, a quienes cuidaban, haciéndolo bajo las órdenes del sargento José Manuel Ruiz, desde principios del siglo diecinueve, hasta la independencia de México.

Corría el año de 1827, cuando en viaje de sur a norte de Eduardo Acevedo y su esposa Germana Ceseña, -para entonces ya no era soldado de cuera-, les nació en El Rosario, su primer hijo varón, nombrado “Loreto”, por cuya razón se quedaron algún tiempo a vivir allí, que aunque fue corto, fue suficiente para que su hijo Loreto regresará en su juventud, donde se casa con la hija mayor de Carlos Espinoza Castro, llamada: Maria Rita Espinoza Salgado.

Fue el matrimonio Acevedo Espinoza, formado por Loreto Acevedo Ceseña y Maria Rita Espinoza Salgado, quienes se pueden tomar como los primeros “Acevedo” que radicaron en forma definitiva en El Rosario, ya que en 1848, les nació su primera hija llamada: Eulalia Acevedo Espinoza.

Los Acevedo Espinoza vivieron en su propiedad que se encontraba en la parte que vivió su nieto don Salomé Acevedo Marrón, en tierras que se llevó el arroyo hacia el año de 1977, en El Rosario de Abajo.

Además de Eulalia, procrearon a: Maria Vicenta Teresa, Martina, Zenón, e Hilario; habiendo nacido todos en El Rosario, la primera en 1848, y el último el 1863.

El día 13 de enero de 1866, Loreto Acevedo Ceseña, falleció a los 39 años de edad, dejando en la orfandad a sus hijos, y en la viudez a Maria Rita.

A la muerte de Loreto, la familia pasó a vivir a casa del abuelo Carlos Espinoza Castro, quienes al llegar a la adultez, se fueron casando, así lo hizo Eulalia quien se casó en primeras nupcias con Liberato Gastelúm con quien procreó a un hijo llamado Loreto Gastelúm Acevedo quien murió joven el 27 de noviembre de 1893, cuando ella contaba con 44 años de edad. Eulalia se casó en segundas nupcias con Hesiquio “Pellejeros” Sevilla.

Por su parte Maria Teresa Vicenta nació el 5 de abril de 1862, en El Rosario, y fue registrada en San Vicente Ferrer el 12 de octubre del mismo año.

Hilario nació el 4 de enero de 1863, y registrado en San Vicente Ferrer el 28 de agosto del mismo año, era el menor de la familia, quien perdió a su padre cuando contaba con apenas tres años de edad. Fue casado con Francisca Martinez originaria de “La Posta” de Los Algodones, quien nació en ese lugar mucho antes que Mexicali existiera. Hilario Acevedo Espinoza y Francisca Martinez, fueron padres de las bellas gemelas Clotilde y Matilde; ellos vivieron en su casa de El Rosario de Abajo, que se encontraba justo donde ahora se encuentran unos juegos infantiles en el patio frontal de la iglesia del “Nazareno”, frente al “parque”, muy cerca de la casa que fue de su primo hermano José del Carmen Espinoza Salgado, construida en 1863, lo que la hace una de las de mayor antigüedad que subsiste, y que hoy es propiedad de la familia Ceseña Amador. Otra de las antiguas casas en pie es la vecina de la anterior, que fue la casa de Policarpo Espinoza Peralta, y Amparo Arce, y que en la actualidad se conoce como la casa “Del tío Chuy Espinoza”, o casa de “Los Pleis”; la que data de la misma época que la casa que antes he descrito; o sea que estamos hablando de dos construcciones que a la fecha cuentan con 148 años de dar cobijo a varias generaciones de rosareños.

Martina fue casada con un hombre de apellido “Castillo”, y criaron a una muchacha invidente.
Maria Teresa Vicenta fue casada con Aniceto Duarte Salgado en San Telmo, Baja California, siendo él originario de San Diego, Alta California; procrearon a Domingo, Pío, y Altagracia Duarte Acevedo.

Zenón Acevedo Espinoza, nacido en El Rosario en 1855, fue casado con María del Carmen Marrón “Pellejeros”, siendo sus descendientes los actuales “Acevedo” en El Rosario, ya que los demás se fueron del pueblo a distintas regiones, en distintos tiempos; Los hijos “Acevedo Marrón” fueron:

Gregoria, nacida el 28 de noviembre de 1875.

Anastasio nacido el 15 de abril de 1877.

Román nacido el 8 de febrero de 1879

Andrés nacido el 4 de febrero de 1881.

Salomé (varón) nacido el 22 de octubre de 1884.

Eugenio nacido el 15 de noviembre de 1886.

Petra nacida hacia 1882. (Llamada así en honor a su abuela Petra “Pellejeros” Sevilla)
Bonifacio.

Y otra hija, la esposa que fue de Don Ruperto Aguilar. (Abuelos maternos de Ángel Zacarías Espinoza Aguilar).

Gregoria, la hija mayor de Zenón y Maria del Carmen, fue casada con José María Collins Meza, tuvieron a dos hijas. Gregoria falleció en El Rosario a los 22 años de edad en vísperas de los mil novecientos, la razón de su lamentable fallecimiento fue que al llevar vestido largo un frio día de diciembre, al acercarse al fuego en el que tenía una cubeta con agua calentando para bañar a las niñas, se le prendió el vestido, sin que nadie pudiera brindarle el auxilio tan requerido en aquellos momentos; sus quemaduras la llevaron a la muerte a los pocos días del suceso. Las niñas Carmelita Collins Acevedo y su hermanita, se acercaban al lecho de su madre para pedirle alimentos, sin que ella pudiera atenderlas como hubiera querido.

Román fue casado con Victoriana Saiz; mientras que Andrés fue casado con Paula Ruiz Peralta; Petra con Epigmenio Peralta Véliz. Paula y Epigmenio eran primos hermanos.

Los descendientes de Román, de Andrés, y de Salomé Acevedo Marrón, son los que actualmente habitan El Rosario; eventualmente lo visitan los descendientes de los demás hermanos Acevedo Marrón.

La familia Acevedo en El Rosario, se ha desempeñado en las labores propias que el resto de la población lo ha hecho, pasando por soldado de cuera, nutrieros, pescadores, vaqueros, arrieros, y gambusinos.

El presente trabajo es un breve panorama de los orígenes y la vida de ésta familia, que se encuentra íntimamente relacionada desde hace más de 180 años, con la Espinoza, Loya, Duarte, Peralta, Marrón, entre otras.

Román Acevedo Marrón, cuando entendió que su paso por la vida llegaba a su fin, en 1945, le pidió a sus hijos que lo sepultaran al lado de su muy querido bisabuelo Don Carlos Espinoza Castro, quien había fallecido el 12 de mayo de 1883, cuando Román contaba con escasos 4 años de edad, y su bisabuelo con 105, y que en su lejana memoria recordaba a Carlos con amplio cariño; así que fue sepultado a lado de él en el panteoncito de San Fernando Velicatá. El hijo de Don Román de nombre Candelario Acevedo Saiz, mejor conocido como el “Tío Calayo”, ha cuidado su tumba al igual que la de su madre, desde hace muchos años, convirtiéndose en el único habitante en la ex misión.

En mayo del 2008, última vez en que visité al “Tío Calayo”, me comentó que ya a sus 83 años de edad, poco le faltaba para irse para “El Potrero Grande”, allá donde se encuentran sus padres, y su tatarabuelo:

Ya no falta mucho para que me llegue el día en que debo “Amarrar los burros” me dijo animosamente.

Esas dos frases las escuché por primera vez en voz de Don Francisco “Panchito” Núñez Cota, amigo que fue de mi abuelo Alejandro “Negro” Espinoza Peralta, Don Panchito había nacido en el mineral del Álamo, Baja California, en octubre de 1910. Al comentarle esto al “Tío Calayo” contestó:

Esa era la frase que mi abuelo Zenón Acevedo Espinoza usaba, y que la había aprendido del abuelo de él, Carlos Espinoza Castro. Fue entonces que comprendí la antigüedad de esas expresiones; frases que adopté, y con las que me refiero al día en que también me habré de ir de ésta vida, el día en que deberé “Amarrar los burros”, e irme para “El potrero Grande”.
A mis parientes los Acevedo, y a quien esto lean habrán de disculpar lo breve de la narración. La genealogía de ésta familia de manera más amplia la publiqué en mi libro “LOS ROSAREÑOS”, en 1992.

AUTOR DEL ARTÍCULO:
ING. ALEJANDRO ESPINOZA ARROYO
EL ROSARIO, BAJA CALIFORNIA
08 DE JULIO DE 2011.


NOTAS RELEVANTES:
Loreto Acevedo Ceseña, falleció a causa de las heridas que causadas cuando lo tumbó un potro bronco al que amansaba en El Rosario.
Los Acevedo de mayor edad en la actualidad en El Rosario, son: Epifanio Acevedo Valtierra, y Pablo Acevedo Ruiz; mientras que otros de los “Viejos” viven en Santo Tomas, El Sauzal, y en el “Valle de los Cirios”, Baja California.

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Candelario “Tío Calayo” Acevedo Saiz, y el autor Arriba: a lado de la tumba de Don Román Acevedo Marrón, y Carlos Espinoza Castro, y Abajo en las casas que subsisten en la ex misión de San Fernando Velicatá, Delegación de El Rosario, Baja California: Fotos tomadas por Alejandro Espinoza Jáuregui.


Publicado 24 / 11 / 03 en Periodico Regional, El Vigia:
http://www.elvigia.net/el-valle/2013/11/24/origenes-familia-acevedo-142126.html