miércoles, 11 de julio de 2012

238 ANIVERSARIO DE EL ROSARIO, BAJA CALIFORNIA.


Son casi más los años de existencia, que los habitantes que tiene el pueblo.
Se festejará el 20, 21, y 22 de Julio de 2012: Habrá jaripeos, baile, cochi encebado, antojitos mexicanos, y mucho más…
Por Ing. Alejandro Espinoza Arroyo
Lunes 09 de Julio de 2012
Patente 1660393.
Si toma datos de este trabajo o de cualquiera otro, por favor cite la fuente, no a la piratería, no al plagio, no al robo del trabajo intelectual.

       En julio de 1774, el día dos, se fundó la misión de Nuestra Señora del santísimo Rosario de Viñadaco, por los misioneros dominicos Fray Francisco Galisteo y Miguel Hidalgo, pero no el cura de Dolores, sino otro que llevó el mismo nombre. El contingente que acudió a la fundación, según nuestra tradición oral familiar Espinoza, Juan Nepomuceno Espinoza, el primer Espinoza en la península, se encontraba presente en la fundación de El Rosario.
El sitio donde decidieron los misioneros asentar la misión para someter a los pobladores que durante milenios habían vagado por esos lugares, era llamado Viñatacot por aquellos nativos cochimies, quienes hablaban el dialecto Borgeño del tronco lingüístico yumano peninsular.
España, que era la que mandaba a diestra y siniestra en ésta y en muchos otros   millones que kilómetros cuadrados de tierra, ordenaba que sus soldados y misioneros, además de apropiarse de los territorios, debía también someter a los “gentiles” a la religión católica, debían llevar nombres que la iglesia aprobara, y trabajar para la misión, catequizando a chicos y a grandes, y a los que no aceptaban, eran castigados en el patio trasero de la misión, donde se encontraba un poste clavado al suelo, llamado “Picota”, donde eran azotados los “necios”, es decir los que no aceptaban la religión, y también los que no trabajaban de acuerdo a las obligaciones que les imponían los europeos.
¿Y cuando iban a entender de trabajo, si durante cientos de generaciones, solo vagaron en busca de su sustento?
Total que a principios de la décadas de los 1770 llegaron a Viñatacot, un grupo de exploradores españoles, y al ver que el agua se mantenía en corriente permanente, que se podrían cultivar tierras, la disposición de leña, y sobre todo que podrían adueñarse de la fuerza de trabajo que los ‘indios’ podrían suministrar, por las buenas o por las malas, al servicio del misionero, so pena de ponerles una paliza en la futura picota, en caso que se resistieran a realizar todas las tareas que les encomendaran.

Narraciones de Dorotea Ortiz Aguilar:
Doña Dorotea Ortiz Aguilar, rosareña nacida en la década de los 1860, fue hija de Rosario Ortiz Espinoza y Josefa Aguilar Savin, y nieta de Domingo Aguilar y Columba Savin, Los dos últimos fueron cochimies de raza pura, que habían vivido en El Rosario (Viñatacot), durante milenios.
Según las narraciones de Doña Dorotea a su nieto Benjamín ‘El viejo Benny” Reseck Núñez, sus abuelos Domingo Aguilar y todos los de su raza cochimi, fueron salvajemente azotados por ordenes de los misioneros, no por ellos, sino por otros ‘indios’ de otras razas que por temor a ser azotados también se convertían en verdugos de los nuestros de Viñatacot.
Decía Doña Dorotea: Que si al cura de la misión de San Fernando Velicatá, le daban ganas de comer pescado fresco, le mandaba decir mediante una fila india al cura de El Rosario, y este mandaba formar otra fila hasta Punta Baja, sacaban el pescado, y lo traían a fuerza de carrera a pie, y daba vuelta por El Rosario, con rumbo a San Fernando, pasando por la cañada de San  Fernando en la sierrita, y que a medio camino se encontraban la fila de ambas misiones, donde intercambiaban pescado y pan. El de El Rosario enviaba pescado fresco, y el de San Fernando Velicatá: Pan.
En aquellos tiempos en que conservar los alimentos era difícil, se valían de la sal, para eso mandaban ‘indios’ de El Rosario a las salinas de San Quintín, y desde allá traían a lomo la cantidad de sal que se ocupara, caminando con la sal a cuestas los sesenta kilómetros que distan entre San Quintín y El Rosario. Claro que nos podemos imaginar las destrozadas espaldas de nuestros ‘inditos’, lo que para los misioneros era irrelevante, y que si se les morían unos cuantos, era cuestión de traer otros y reponerlos: Y como se dice en el argot vaquero: ‘Las bestias de la carga, y los de la remuda’. Con el debido respeto porque en este caso se  trata de seres humanos.
En los tiempos malos en El Rosario, siempre han escaseado los alimentos: Los misioneros mandaban a toda la ‘indiada’, a que fueran al campo a traer toda clase de frutos y animales silvestres, los apilaban en el patio central de la misión, y el misionero lo repartía entre la comunidad. A quien no trajera suficiente alimentos, o que los desviara para regresar por ellos después, para llevarlos a su casa, pasaba irremediablemente a la picota.
Las tierras de El Rosario de Abajo son mas altas que la corriente del arroyo, se tuvo la necesidad de construir una acequia que iniciaba desde las cercanías del cantil, hasta mas o menos donde se encuentra el panteón misionero de El Rosario de Abajo. La tal acequia era tan alta en algunos tramos, que se rompían los bordos, que eran reparados con ramas, varas, y lodo: Todas las tardes de reparaciones, se formaba una larga fila de ‘indios’ a la picota, por sus descuidos y permitir que se rompiera el canal.
Y cuando llegaron los primeros rancheros, ya para el año de 1800, las cosas ya estaban muy dañadas para nuestros antepasados milenarios, ya habían sucumbido, por las enfermedades que trajeron los europeos, aunque mayormente perecieron debido a tanto trabajo pesado que los obligaron a hacer, y a la paupérrima alimentación, que por lo regular consistía en atole de maíz con sal.
Atole de maíz con sal, durísimo trabajo, indefensos ante las enfermedades del viejo mundo, y los latigazos en la picota: ¿Quién desearía vivir en tales condiciones?: El hombre esclavizado por el hombre.
Durante el tiempo transcurrido desde 1800 a 1950 aproximadamente El Rosario, era un lugar de seminómadas, porque los rancheros que aquí vivían, nuestros familiares pasados, viajaban de un lugar a otro, y en muchas ocasiones ya no volvieron.
Muchos se fueron para California, otros mas a Ensenada, no se diga a Tijuana, Rosarito, y cuando se trató de formar Mexicali, en 1903, y poco antes, fueron muchos los rosareños que se trasladaron viajando por la sierra hasta  aquel valle, donde actualmente viven muchos de sus descendientes, como son Loya, Villavicencio, Arce, Valladolid, Ortiz, Espinoza, Peralta, Garcia, Marrón, y muchos más.
Cuando fui chico en El Rosario, en la década de los 1960, la población se componía por poco menos de doscientos habitantes, y en el censo de 2010, éramos sólo 1705, en toda la demarcación.
Para que nuestra tierra exista como la conocemos, ha corrido mucho sudor, muchos azotes, lágrimas, sinsabores, pero también alegrías, esperanza, y buena fe, que han abonado nuestra tierra y nuestro espíritu para que luchemos sin descanso por ver en El Rosario, Baja California, un digno pueblo plagado de buenas vibras, porque todos nosotros, estamos aquí, sólo de paso; donde ya nadie nos azota para que hagamos lo que debemos dejar para la posteridad.
Un entusiasta grupo de jóvenes se encuentran realizando actividades para festejar el 238 aniversario de la fundación de nuestro pueblo, en otro trabajo dejaré asentado los pormenores tanto como sea posible.


AUTOR DEL ARTÍCULO

ING. ALEJANDRO ESPINOZA ARROYO
EL ROSARIO, BAJA CALIFORNIA
09 DE JULIO DE 2012.
Patente 1660383.

El presente es trabajo intelectual del autor, quien lo tiene protegido bajo patente número 1660383, si se toman datos favor citar la fuente: No a la piratería, no al robo de investigación.

NOTAS RELEVANTES. En la demarcación de El Rosario, Baja California, existen infinidad de sitios con arte milenario en pinturas rupestres y petrograbados.
Solo en los descendientes de la familia Ortiz, quedan genes de la sangre milenaria de El Rosario.
Información sobre las culturas milenarias de Baja california, se pueden consultar en cualquier libro de Historia de Baja California.
En el museo del Centro Cultural Tijuana, ‘CECUT’ se pueden apreciar ampliamente sobre la vida indígena de Baja California, al igual que en los Centros del INAH,  museos universitarios, y comunitarios de la Entidad.
El símbolo del Seminario de Historia de Baja California, hace alusión a una de la majestuosas pinturas rupestres de San Francisco de la Sierra, Baja California Sur.

2 comentarios:

  1. Muy interesante primo todo la verdad cada dia me siento mas orgullosa de haber nacido en ese viejo pero muy hermoso pueblo lleno de magia e historia.
    Muchas gracias por la atencion especial que tienes para mi persona, me siento mas comprometida a portar con orgullo mi bandera de ser Rosareña y dignamente Bajacaliforniana. un cordial saludo

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  2. Muchas gracias primo por tu atencion para mi mersona. Me parece muy interesante toda la informacion de mi pueblo viejo, pero magico, lleno de historia, de recuerdos. Me siento verdaderamente orgullosa de ser Rosareña y dignamente BAJACALIFORNIANA

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