Son casi más los años de
existencia, que los habitantes que tiene el pueblo.
Se festejará el 20, 21, y 22
de Julio de 2012: Habrá jaripeos, baile, cochi encebado, antojitos mexicanos, y
mucho más…
Por Ing. Alejandro
Espinoza Arroyo
Lunes 09 de Julio de
2012
Patente 1660393.
Si toma datos de este
trabajo o de cualquiera otro, por favor cite la fuente, no a la piratería, no
al plagio, no al robo del trabajo intelectual.
En julio de 1774, el día dos, se fundó
la misión de Nuestra Señora del santísimo Rosario de Viñadaco, por los
misioneros dominicos Fray Francisco Galisteo y Miguel Hidalgo, pero no el cura
de Dolores, sino otro que llevó el mismo nombre. El contingente que acudió a la
fundación, según nuestra tradición oral familiar Espinoza, Juan Nepomuceno
Espinoza, el primer Espinoza en la península, se encontraba presente en la
fundación de El Rosario.
El sitio donde decidieron
los misioneros asentar la misión para someter a los pobladores que durante
milenios habían vagado por esos lugares, era llamado Viñatacot por aquellos
nativos cochimies, quienes hablaban el dialecto Borgeño del tronco lingüístico
yumano peninsular.
España, que era la que
mandaba a diestra y siniestra en ésta y en muchos otros millones que kilómetros cuadrados de tierra,
ordenaba que sus soldados y misioneros, además de apropiarse de los
territorios, debía también someter a los “gentiles” a la religión católica,
debían llevar nombres que la iglesia aprobara, y trabajar para la misión,
catequizando a chicos y a grandes, y a los que no aceptaban, eran castigados en
el patio trasero de la misión, donde se encontraba un poste clavado al suelo,
llamado “Picota”, donde eran azotados los “necios”, es decir los que no
aceptaban la religión, y también los que no trabajaban de acuerdo a las
obligaciones que les imponían los europeos.
¿Y cuando iban a entender de
trabajo, si durante cientos de generaciones, solo vagaron en busca de su
sustento?
Total que a principios de la
décadas de los 1770 llegaron a Viñatacot, un grupo de exploradores españoles, y
al ver que el agua se mantenía en corriente permanente, que se podrían cultivar
tierras, la disposición de leña, y sobre todo que podrían adueñarse de la
fuerza de trabajo que los ‘indios’ podrían suministrar, por las buenas o por
las malas, al servicio del misionero, so pena de ponerles una paliza en la
futura picota, en caso que se resistieran a realizar todas las tareas que les
encomendaran.
Narraciones
de Dorotea Ortiz Aguilar:
Doña Dorotea Ortiz Aguilar,
rosareña nacida en la década de los 1860, fue hija de Rosario Ortiz Espinoza y
Josefa Aguilar Savin, y nieta de Domingo Aguilar y Columba Savin, Los dos
últimos fueron cochimies de raza pura, que habían vivido en El Rosario
(Viñatacot), durante milenios.
Según las narraciones de
Doña Dorotea a su nieto Benjamín ‘El viejo Benny” Reseck Núñez, sus abuelos
Domingo Aguilar y todos los de su raza cochimi, fueron salvajemente azotados
por ordenes de los misioneros, no por ellos, sino por otros ‘indios’ de otras
razas que por temor a ser azotados también se convertían en verdugos de los
nuestros de Viñatacot.
Decía Doña Dorotea: Que si
al cura de la misión de San Fernando Velicatá, le daban ganas de comer pescado
fresco, le mandaba decir mediante una fila india al cura de El Rosario, y este
mandaba formar otra fila hasta Punta Baja, sacaban el pescado, y lo traían a
fuerza de carrera a pie, y daba vuelta por El Rosario, con rumbo a San
Fernando, pasando por la cañada de San
Fernando en la sierrita, y que a medio camino se encontraban la fila de
ambas misiones, donde intercambiaban pescado y pan. El de El Rosario enviaba
pescado fresco, y el de San Fernando Velicatá: Pan.
En aquellos tiempos en que
conservar los alimentos era difícil, se valían de la sal, para eso mandaban
‘indios’ de El Rosario a las salinas de San Quintín, y desde allá traían a lomo
la cantidad de sal que se ocupara, caminando con la sal a cuestas los sesenta
kilómetros que distan entre San Quintín y El Rosario. Claro que nos podemos
imaginar las destrozadas espaldas de nuestros ‘inditos’, lo que para los
misioneros era irrelevante, y que si se les morían unos cuantos, era cuestión
de traer otros y reponerlos: Y como se dice en el argot vaquero: ‘Las bestias de
la carga, y los de la remuda’. Con el debido respeto porque en este caso
se trata de seres humanos.
En los tiempos malos en El
Rosario, siempre han escaseado los alimentos: Los misioneros mandaban a toda la
‘indiada’, a que fueran al campo a traer toda clase de frutos y animales
silvestres, los apilaban en el patio central de la misión, y el misionero lo
repartía entre la comunidad. A quien no trajera suficiente alimentos, o que los
desviara para regresar por ellos después, para llevarlos a su casa, pasaba
irremediablemente a la picota.
Las tierras de El Rosario de
Abajo son mas altas que la corriente del arroyo, se tuvo la necesidad de
construir una acequia que iniciaba desde las cercanías del cantil, hasta mas o
menos donde se encuentra el panteón misionero de El Rosario de Abajo. La tal
acequia era tan alta en algunos tramos, que se rompían los bordos, que eran
reparados con ramas, varas, y lodo: Todas las tardes de reparaciones, se
formaba una larga fila de ‘indios’ a la picota, por sus descuidos y permitir
que se rompiera el canal.
Y cuando llegaron los
primeros rancheros, ya para el año de 1800, las cosas ya estaban muy dañadas
para nuestros antepasados milenarios, ya habían sucumbido, por las enfermedades
que trajeron los europeos, aunque mayormente perecieron debido a tanto trabajo
pesado que los obligaron a hacer, y a la paupérrima alimentación, que por lo
regular consistía en atole de maíz con sal.
Atole de maíz con sal,
durísimo trabajo, indefensos ante las enfermedades del viejo mundo, y los
latigazos en la picota: ¿Quién desearía vivir en tales condiciones?: El hombre
esclavizado por el hombre.
Durante el tiempo
transcurrido desde 1800 a 1950 aproximadamente El Rosario, era un lugar de
seminómadas, porque los rancheros que aquí vivían, nuestros familiares pasados,
viajaban de un lugar a otro, y en muchas ocasiones ya no volvieron.
Muchos se fueron para
California, otros mas a Ensenada, no se diga a Tijuana, Rosarito, y cuando se
trató de formar Mexicali, en 1903, y poco antes, fueron muchos los rosareños
que se trasladaron viajando por la sierra hasta
aquel valle, donde actualmente viven muchos de sus descendientes, como
son Loya, Villavicencio, Arce, Valladolid, Ortiz, Espinoza, Peralta, Garcia,
Marrón, y muchos más.
Cuando fui chico en El
Rosario, en la década de los 1960, la población se componía por poco menos de
doscientos habitantes, y en el censo de 2010, éramos sólo 1705, en toda la
demarcación.
Para que nuestra tierra
exista como la conocemos, ha corrido mucho sudor, muchos azotes, lágrimas,
sinsabores, pero también alegrías, esperanza, y buena fe, que han abonado nuestra
tierra y nuestro espíritu para que luchemos sin descanso por ver en El Rosario,
Baja California, un digno pueblo plagado de buenas vibras, porque todos
nosotros, estamos aquí, sólo de paso; donde ya nadie nos azota para que hagamos
lo que debemos dejar para la posteridad.
Un entusiasta grupo de
jóvenes se encuentran realizando actividades para festejar el 238 aniversario
de la fundación de nuestro pueblo, en otro trabajo dejaré asentado los pormenores
tanto como sea posible.
AUTOR
DEL ARTÍCULO
ING.
ALEJANDRO ESPINOZA ARROYO
EL
ROSARIO, BAJA CALIFORNIA
09
DE JULIO DE 2012.
Patente
1660383.
El
presente es trabajo intelectual del autor, quien lo tiene protegido bajo
patente número 1660383, si se toman datos favor citar la fuente: No a la
piratería, no al robo de investigación.
NOTAS
RELEVANTES. En la demarcación de
El Rosario, Baja California, existen infinidad de sitios con arte milenario en
pinturas rupestres y petrograbados.
Solo en los descendientes de la familia
Ortiz, quedan genes de la sangre milenaria de El Rosario.
Información sobre las culturas milenarias de
Baja california, se pueden consultar en cualquier libro de Historia de Baja
California.
En el museo del Centro Cultural Tijuana,
‘CECUT’ se pueden apreciar ampliamente sobre la vida indígena de Baja
California, al igual que en los Centros del INAH, museos universitarios, y comunitarios de la
Entidad.
El símbolo del Seminario de Historia de Baja
California, hace alusión a una de la majestuosas pinturas rupestres de San
Francisco de la Sierra, Baja California Sur.
Muy interesante primo todo la verdad cada dia me siento mas orgullosa de haber nacido en ese viejo pero muy hermoso pueblo lleno de magia e historia.
ResponderBorrarMuchas gracias por la atencion especial que tienes para mi persona, me siento mas comprometida a portar con orgullo mi bandera de ser Rosareña y dignamente Bajacaliforniana. un cordial saludo
Muchas gracias primo por tu atencion para mi mersona. Me parece muy interesante toda la informacion de mi pueblo viejo, pero magico, lleno de historia, de recuerdos. Me siento verdaderamente orgullosa de ser Rosareña y dignamente BAJACALIFORNIANA
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