. (Foto: Por Harry Crosby: 1967).
Por Ing. Alejandro Espinoza Arroyo.
20 de Diciembre de 2011.
La herencia en el amplio y profundo conocimiento de la geografía peninsular por parte de las primeras familias, y sus descendientes que habitaron la región bajacaliforniana, data de los tiempos en que nuestros ancestros fueron arrieros, muleros, soldados de cuera, rancheros, leñeros, leñadores, pescadores y vaqueros; es la razón que en El Rosario, y otros pueblos con origen misionero, sus hijos sean tan diestros en esos menesteres.
Los reyes de los caminos, era como Harry Crosby llamaba a Carlos “Don Chale” Espinoza Peralta, Antonio Peralta Gaxiola, y a otros personajes que le sirvieron de guía para los recorridos de exploración que en bastas regiones de la península realizó, que con motivo de estudiar los diversos asentamientos humanos, y rancherías, que se encuentran principalmente sobre la antigua ruta de las misiones.
Aquella ruta misionera, también conocida como “Camino real misionero”, en gran parte son las veredas y senderos que durante miles de años, y por miles y miles de pasos de los pobladores ancestrales que marcaron inclusive las rocas, y que después servirían para que el europeo español extendiera sus dominios hacia el norte continental de América.
Cuando los misioneros debieron seguir explorando todos los rincones de las tierras de los seres mal llamados “Sin razón”, obtenerlas para sí, y someterlos por las buenas o por las malas, a quien fueran encontrando, adoctrinándolo en su religión, y destruyendo todo vestigio de las paganas creencias de los nativos, dio como resultado además de tantos otros, que los soldados, arrieros, y cualquier hombre de campo que apoyaba a la misión como institución, conociera palmo a palmo la región por donde eran buscados tanto los “Aborígenes”, como sus escasos bienes.
El conocimiento primero, los hombres blancos lo obtuvieron aprovechando las enemistades y rivalidades que existían entre los pueblos autóctonos, valiéndose de esos desencuentros para sacar “tajada”, y que los enemigos de tal “nación” les mostrara los escondites de los que eran buscados, así que nada tonto el europeo, utilizó a “indios” contra “indios”; igualito como ahora se dan festín nuestros indescriptibles políticos mexicanos, sacando tajada a cualquier situación anómala, y si no existe, pues ellos mismos la forman, y resuelven nuestros problemas, porque saben cómo hacerlo, y cómo no van a saber, si son ellos los que “hacen” las intrigas.
Bueno, el caso es que nuestros hombres de campo conocieron tan bien cuando rincón existe, y al trasmitirlo a sus descendientes, y recorrerlos juntos llegaron a tener un conocimiento tan basto, como basto era el territorio recorrido.
Y por esa razón, Carlos “Don Chale” Espinoza Peralta y al ser descendiente directo de Juan Nepomuceno Espinoza, Carlos Espinoza Castro, José del Carmen Espinoza Salgado, y de Policarpo Espinoza Marrón; quedando “Don Chale” en quinta generación de “Espinoza” en Baja California, en el orden que los he anotado.
Al pertenecer a la quinta generación en la familia, cuando las cuatro anteriores conocían a la perfección nuestra geografía peninsular; “Don Chale”, a los dos años de edad, ya andaba con su abuelo José del Carmen Espinoza Salgado en las correrías del ganado, y en las campeadas.
Para cuando el investigador norteamericano Harry Crosby conoció a “Don Chale”, era ya un hombre de casi setenta años de edad, así que su asombro por su amplísimo conocimiento peninsular lo dejó prácticamente con la boca abierta; no por nada fue su guía en repetidas ocasiones, y a él junto con otros peninsulares los llamó en su libro publicado en 1974: “Los Reyes de los caminos de Baja California”.
Mi tío bisabuelo Carlos “Don Chale” Espinoza Peralta, conocía como cualquiera de sus contemporáneos, cada cañada, ojo de agua, oasis, arroyo, cueva, vereda, montaña, desierto, valle, árbol, animal, estrellas guías, vientos, nubes, fríos, calores, que con sólo presenciarlos, sabían qué decisión tomar. Para ellos un arroyo era como una carretera, cada montaña como un monumento, cada vereda la veían como cicatriz en la montaña, cada cueva como una habitación, cada animal o planta, como sus desayunos, comidas o cenas; de cada viento, calor o frío, predecían su andar; y de cada lluvia el baño de las bestias y el relajamiento a sus propios cuerpos por el largo tiempo de cabalgar.
Fueron excepcionales hombres, rústicos al parecer, sin embargo no era así, algunos contaban con gran sensibilidad, sencillez, amistad, y humildad; que aun en los “tiempos malos”, eran buenos, y en los “tiempos buenos”, eran mejores. Y sí eran rústicos, si a “letras” nos referimos; sin embargo conozco a muchísimos “letrados”, bastante mas rústicos que mis queridos viejitos, pues ellos aunque no letrados del todo, muy educados que fueron; bien se dice que el ser estudiado, no significa necesariamente: Ser educado.
Aunque bastante breve, estas palabras las escribo a la grata memoria de mi muy apreciado tío bisabuelo “Don Chale Espinoza”, imaginando que ahora las veredas que cabalga, le deben ser tan conocidas como las que en esta península recorrió.
AUTOR DEL ARTÍCULO:
ING. ALEJANDRO ESPINOZA ARROYO
EL ROSARIO, BAJA CALIFORNIA, MEXICO.
20 DE DICIEMBRE DE 2011.
El presente trabajo es propiedad intelectual del autor, quien lo tiene protegido bajo patente número 1660383; se puede utilizar siempre y cuando se otorguen los créditos correspondientes, y no sea con fines de lucro, ni comerciales.
Carlos “Don Chale” Espinoza Peralta (San Juan de Dios 1898- El Rosario 1974); llevó ese nombre en recuerdo a Carlos Espinoza Castro, quien fue su bisabuelo, pero que no conoció.
Juan Nepomuceno Espinoza (España 1730-San Juan de Dios, El Rosario, Baja California1799): Fue de origen español, y el primer Espinoza en Baja California, a donde llegó en 1755. Fue arriero con los misioneros jesuitas hasta 1767; y guía de misioneros franciscanos y dominicos posteriormente.
Carlos Espinoza Castro (Misión de Loreto, Baja California, Sur 1778- Misión de San Fernando Velicatá, El Rosario, Baja California 12 de mayo de 1883); fue el primer Espinoza en El Rosario, a donde llegó en el verano de 1800. Fue soldado misional, o de cuera, al servicio de la misión como institución española, antes que México existiera.
Carlos “Don Chale” Espinoza Peralta, fue el vaquero número uno en todas las fiestas que se realizaron en El Rosario, desde 1910 a 1950; destacó en todas las suertes de las vaquerías; su mayor premio consistió en dos monedas que llamaban “alazanas” de oro que recibió de manos del comisario del pueblo en 1920; de las cuales una la donó a su segundo, y con la otra compró “mucha provisión para la casa”, según me lo platicó una tarde del verano de 1972, en que lo fui a visitar;
Fueron tantos los víveres que compré que tuve que pedirle prestado un “Foringo” a Santiago mi hermano, tu bisabuelo, pues las mulas no lo podían cargar, entonces era un hombre de 22 años de edad, recalcó.
El día de ayer 19 de diciembre de 2011, falleció Cecilio Espinoza Adarga, quien fuera hijo de Carlos “Don Chale” Espinoza Peralta. Fue mi hermano Héctor Espinoza Arroyo quien me avisó.
Para mayores datos familiares consultar: “Familia Espinoza”, y mi primer libro “LOS ROSAREÑOS”: 1992, en esta misma bitácora.
Aquí lo tienen en foto, a Carlos "Don Chale" Espinoza Peralta, tomada por Harry Crosby en 1967, cuando en viaje de investigación de El Rosario al rancho San José de Los Meling, por la alta serranía, "Don Chale" fue el guía; siendo llamado por Crosby como: "El rey de los caminos de Baja California".
Mandeville Special Collection, Library UCSD: San Diego, California, Estados Unidos de Norteamérica.
Steve Coy: University Archivist.
Aquí lo tienen en foto, a Carlos "Don Chale" Espinoza Peralta, tomada por Harry Crosby en 1967, cuando en viaje de investigación de El Rosario al rancho San José de Los Meling, por la alta serranía, "Don Chale" fue el guía; siendo llamado por Crosby como: "El rey de los caminos de Baja California".
Mandeville Special Collection, Library UCSD: San Diego, California, Estados Unidos de Norteamérica.
Steve Coy: University Archivist.