sábado, 21 de julio de 2007

SAN QUINTIN, BAJA CALIFORNIA, MEXICO:

“PROSPERO VALLE MAS AUSTRAL DEL ESTADO Y CABECERA REGIONAL. ”

Entrada norte del porspero Valle de San Quintin, Baja
California
Ubicado a 200 Kilómetros al sur de la Ciudad y Puerto de Ensenada, a 306 de la línea fronteriza con Estados Unidos de Norteamérica:

En el movimiento entre las misiones de El Rosario (fundada en 1774) y de Santo Domingo (fundada en 1775), quedaban de por medio las salinas de San Quintín, que vinieron a ser de suma importancia para estas misiones y para toda la región de la frontera, ya que de aquí se extraían las cantidades necesarias de sal para la curtiduría de pieles, conservación de alimentos, y la preservación de las pieles de nutria altamente valuadas en la época por el mercado oriental, y que José Luciano Espinoza Castro concentraba en la misión de Santo Domingo, trayéndolas desde El Rosario ( a cargo de Carlos Espinoza Castro, en aquel lugar), y de todas las bahías pertenecientes a la región Geográfica de San Quintín; siendo estas las de Colonet, Camalú, San Ramón, San Quintín, Bahía Falsa, y Santa María.
Los fronterizos, -como se les llamaba en aquellos tiempos a los habitantes de la región-, intercambiaban frutas y carnes frescas, incluso cerdos, becerros y ovejas vivos, pero mayormente alimentos secos, por mercancías que traían algunos balleneros, y otros marineros, y que atracando estos en las costas locales, realizaban intercambios por ropas de uso, cobijas, azúcar, café, tabaco, entre otros bienes, muy preciados por nuestras familias de principios del siglo XIX, aun con la prohibición de España de realizar estos intercambios con extranjeros, los que eran considerados contrabando.


A la creación de los distritos Norte y Sur de Baja California, ocurrido esto el año de 1888, San Quintín toma un auge mayúsculo, a causa de las concesiones de tierras que el gobierno de Porfirio Díaz, otorgó a los extranjeros. Debido a esto se dio la llegada de ingleses y alemanes por motivo de los trabajos de la vía de ferrocarril, molino harinero, muelle y con la intención de urbanizar el valle, enajenarlo en venta a colonos con ánimos de radicar en el lugar. Aunque el puerto ya se había abierto oficialmente en 1861, y las salinas se trabajaban en forma regular, por lo menos desde 1836 aproximadamente. En 1829 al bergantín ruso BAYCAL, se le otorgó permiso a petición del gobernador de los establecimientos rusos del noroeste de América, para tomar sal de San Quintín, llevándose algo así como 140 toneladas, además de 38 pieles de nutria. Era común que barcos extranjeros llegados de lugares remotos recogieran sal, ya que San Quintín quedaba solo.
En 1804, el capitán O’Cain de Boston, al mando de varios de sus hombres y algunos indios traídos desde el norte de América, lapidó mas de mil doscientas pieles de nutrias de las bahías de la región de San Quintín, sin contar las pieles de lobo marino; utilizando cayucos, para tal efecto, con lo cual mostró a los fronterizos la captura masiva de este animal, el cual era altamente cotizado; y que los frailes jesuitas capturaron desde al menos 1737. Esta captura se llevó a cabo hasta la isla de Guadalupe, extremo sur del hábitat de la nutria. -Hoy extinta en la península-

Debido principalmente a las concesiones otorgadas y a la apertura del puerto de San Quintín, pasaron a vivir definitivamente algunos ingleses, alemanes, y recolectores mexicanos quienes se asentaron en el valle desde la creación del distrito norte de Baja California, principalmente, sin descartar que en el sitio vivían por temporadas desde 1836 los trabajadores de la salina al mando de José Luciano Espinoza Castro; siempre acompañados por hombres de la nación cochimí, de los primeros pobladores de la península.

Cabe destacar que la Bahía de San Quintín, originalmente llamada “Bahía de la Posesión”, fue explorada desde los tiempos en que se creía que la península era isla, y fue descubierta por el navegante Portugués Juan Rodríguez Cabrillo, quien se anclara frente a la bahía, el día 22 de agosto de 1542, al amparo de la corona española.
A partir de la perdida del norte nacional a manos de los Estados Unidos de Norteamérica, llegaron varias familias e individuos solos a la región, sucedió esto entre los años de 1848 y 1900, destacan: Marrón descendientes de El Rosario; Loya, Duarte, Meza, Grosso, Martorell, Peralta, Gilbert, Zerega, Cochran, Villavicencio, Murillo, Arballo, Ortega, entre varias otras de igual importancia en la región, quienes se asentaron desde fines del siglo XIX, y principios del XX, como son: Vidaurrázaga, Sarabia, García, Domínguez, Valladolid, Romero, Capaceta, Collins, Sandez, Warner (La Calentura), Robertson, Ramonetti (Real del Castillo), Appel(Real del Castillo), Luelling (Col. Vicente Guerrero), Orendain (San Quintín), Villarino(Sto. Tomas), Granados(Sto. Tomas), Fernández(San Vicente), Ormart( San Telmo), Legaspy(San Telmo), León, Meléndrez, y Ceseña(La Grulla), Candolfi(Santo. Domingo), Meling (El Rosario, y Colonet), Jhonson (Colonet), Ibarra (Colonet y Camalú), varias familias llegadas a principios del siglo XX provenientes de la nación yaqui originaria de Sonora, llamados éstos caitiobos, quienes huían del azote porfirista, asentadose en El Rosario, en el rancho Santa Gertrudis de la familia de Concepción Duarte Espinoza; siendo entre otras la Seguapise, Tena, Casillas, Guitimea, Poblano; e infinidad de familias llegadas a lo largo del mismo siglo XX, principalmente después del año 1934, con la llegada al poder de Lázaro Cárdenas, quien dio fuerte impulso al ejido como sistema de tenencia de la tierra. Un gran número de personas de las familias antes citadas pasaron a San Quintín para trabajar, y otros a vivir de manera permanente.
Existe en la actualidad en San Quintín, una fundación llamada “Juan Rodríguez Cabrillo”, en honor al navegante. Esta fundación recibió en donación el monte ceniza, -al sur del cerro kenton-, con la finalidad de levantar un monumento a Rodríguez Cabrillo; así también fundar un museo de sitio, y áreas culturales diversas. La sociedad de Historia de San Quintín, tiene entre sus proyectos el rescate de su historia.

Parte del Valle de San Quintín, y Bahía Falsa Vista desde lo alto del cerro de origen
Volcánico llamado ¨Kenton
¨.
Autor: ING. ALEJANDRO ESPINOZA ARROYO
Titulo del Libro: “LINAJE ESPINOZA”; Así nacieron nuestros pueblos
El presente trabajo es un extracto de libro de próxima publicación,
Bajo patente 1660383.

EL ROSARIO, BAJA CALIFORNIA, MEXICO


“EL POBLADO CON MAYOR ANTIGÜEDAD EN EL ESTADO”
Autor: Ing. Alejandro Espinoza Arroyo
Titulo del libro: “LINAJE ESPINOZA; Así nacieron nuestros pueblos”.
El presente trabajo es un extracto de libro de próxima edición, bajo patente 1660383.

El Rosario, Baja California, B. C. a 15 de Mayo del 2007.




El poblado de El Rosario, Baja California, ubicado en el paralelo 30°04’25” de latitud Norte, y 115°43´03” de longitud Oeste, a 370 kilómetros de la línea fronteriza con Estados Unidos de Norteamérica, a 260 de la ciudad y puerto de Ensenada, cabecera municipal, y a 64 del poblado de San Quintín, cabecera regional.

La fundación de El Rosario, data de la época misional dado que fue la primer misión asentada en la península por la orden religiosa de los dominicos, el día 02 de julio de 1774, en un arroyo llamado “Viñatacot”, por sus primeros pobladores Cochimí, del tronco lingüístico yumano peninsular, y del dialecto borjeño, siendo este el mas norteño de los dialectos cochimí de la península cuyo vocablo fue castellanizado por los misioneros, e integrado al nombre de la misión, quedando denominada “MISION DE NUESTRA SEÑORA DEL SANTISIMO ROSARIO DE VIÑADACO”, cuya fundación estuvo a cargo del padre Presidente Fray Vicente Mora, acompañado de Fray Francisco Galisteo. El sitio fue elegido para este acontecimiento dado la abundancia de agua, población natural, leña, tierras aptas para cultivo de hortalizas, frutas, ganado mayor y menor; así como la cercanía al océano, las montañas y sus recursos, además de encontrarse relativamente cerca de la misión de San Fernando Velicatá. Desde esta misión se exploro hacia el norte con la finalidad de unir la región de la frontera, llamada así entonces al área sín evangelizar entre las misiones de San Fernando Velicata, y la de San Diego, en la Alta California, extensión geográfica que había quedado junto al resto de la península para la orden dominica, y de San Diego al norte para la orden franciscana, delimitando así la influencia en la península para unos y en la Alta California para otros; lo que a la postre vino a ser la confluencia de dos países, dos culturas, dos economías, dos idiosincrasias, dos mundos.
La misión de El Rosario, paso en el año de 1802 a su segundo sitio en la margen izquierda del arroyo, más cercana a la desembocadura de este, por lo tanto al océano pacifico. Al lado del nuevo sitio se abrieron tierras de cultivo, se derivo la corriente del arroyo para su riego, se plantaron árboles frutales, se continuo con la crianza de cerdos, ovejas, ganado vacuno, caballar; se abrió el nuevo panteón misional, que hasta la actualidad es el mismo que se utiliza por la población.
La población indígena en El Rosario se calculo en 577 almas en 1776, 251 en 1782, 390 en 1793, y solo 257 en 1800, esto debido a las epidemias ocurridas en los años de 1777,1782,1789,1794,1800,1805,1808,1818, y 1824.
En las exploraciones llevadas a cabo por los franciscanos en el año de 1771 los llevaron a un sitio al noroeste de El Rosario a poco mas de 100 kilómetros de distancia, donde siendo retomadas las exploraciones por los dominicos Manuel García, y Miguel Hidalgo, fundaron la misión de Santo Domingo de la Frontera, en su primer ubicación el 30 de agosto de 1775, a 30 kilómetros de la salina de San Quintín, al pie de la peña colorada. En 1793 se reubicó 3 kilómetros arriba a una llanura entre dos cañones y cercano al arroyo, sitio donde se levanto la capilla, talleres de carpinteros y albañiles, habitaciones, cocina, granero, y la fragua. Contando con buena cantidad de agua, nativos, leña y tierras para cultivos en las cercanías. En 1798 se fundo la visita de San Telmo, como apoyo a la misión de Santo Domingo, la que fue definitivamente abandonada en 1839.
En la actualidad en esta misión existe una capilla donde se conservan algunos santos originales del siglo XVIII, y que pertenecieron a varias misiones de la península.

Las familias pioneras en la región, durante la época misional, antes de la independencia de México, y hasta antes de la perdida de mas de la mitad del nuestro territorio nacional, a manos de los Estados Unidos de Norteamérica, y a consecuencia de su expansión territorial, y por la injusta guerra entre aquella nación y nuestra incipiente y atribulada republica mexicana, debida la perdida también, entre múltiples factores a los intereses de los DONES españoles en la región norte de aquel entonces nuestro país. Las familias pioneras de esta región peninsular y que no cedieron, ni huyeron ante las vicisitudes de la época, fueron la Espinoza Castro a cargo de Carlos Espinoza Castro, (él, como mayor de la familia, su madre y sus hermanos todos menores) asentada en El Rosario en el verano del año de 1800; la de José Rito Ortiz casado con Maria del Carmen Espinoza Castro en 1808; la del norteamericano Julián Ames casado con Perfecta Escolástica Espinoza Castro; la de Juan Marrón casado con María Carrillo en 1822; la de Eduardo Acevedo casado con Germana Ceseña y asentados en el lugar en 1827, la de Joaquín Machado asentado en este pueblo por el año de 1840. Aunque cabe destacar que varios descendientes de estas familias pasaron a vivir durante la segunda mitad del siglo XIX al norte peninsular y otros allende la frontera.

En 1849 se instaló en El Rosario la Colonia Militar, esto dada la pérdida del territorio, y con el ánimo de custodiar la nueva frontera. La dicha colonia militar fue de funestas consecuencias para la población rosareña, por lo que fue cambiada a Santo Tomás unos meses mas tarde, quedando los enseres de esta a cargo de Carlos Espinoza Castro, quien entonces fungía con el cargo de Alcalde auxiliar de la frontera, comprendida esta, desde San Fernando Velicata, hasta la nueva línea fronteriza en el rancho de la Tía Juana, hoy San Isidro, California, ubicado en la margen derecha del actual río Tijuana.