"NUESTRA TIERRA SE LLAMA "BAJA CALIFORNIA", NO SE LLAMA "BAJA":
SOMOS "BAJACALIFORNIANOS", NO SOMOS "BAJEÑOS"... "Agradezco infinitamente a mi amigo ARQ. MIGUEL ALCÁZAR SÁNCHEZ, el apoyo que me ha brindado al diseñar ésta página y subir mis trabajos desde el año 2007"

lunes, 13 de junio de 2016

DESDE LA MILENARIA VIÑATACOT, HASTA EL ROSARIO, BAJA CALIFORNIA, PUEBLO CENTENARIO

El sitio ha tenido solo tres nombres en diez o doce mil años: “Viñatacot”, primero; “Misión de Nuestra Señora del Santísimo Rosario de Viñadaco”, en segundo lugar; y, por último: “El Rosario, Baja California”.

Por: Ing. Alejandro Espinoza Arroyo.
Artículo número 121.
Patente: 1660383.


         Viñatacot, fue territorio que los cochimis habitaron durante milenios, el vocablo proviene del tronco lingüístico yumano peninsular y de dialecto borjeño; eran los “hombres del norte”, lo cual significa “Cochimi”.
      Sobrevivieron en un cañón que se arrincona entre el desemboque de tres arroyos, cuyas corrientes, en tiempos de grandes lluvias, discurren desde la alta montaña, para llegar en fuertes correntadas hasta su bocana en el océano pacífico, pasando por la milenaria Viñatacot, que hoy es el centenario pueblo de El Rosario.
      Los cochimi habitaron Viñatacot, desde hace al menos entre diez mil y doce mil años, en cuya lengua significa “Arroyo con agua y tule”.
           En Viñatacot, se hicieron vivir durante diez o doce milenios, valiéndose de la recolección de frutos y semillas silvestres que el desierto ofrece, tales como jojoba, garambullo, fruto del cardón, agave de lechuguilla, entre muchos más. En la cacería destacan,  el venado, borrego cimarrón, liebres, conejos, y toda suerte de animales que les proveían carne, grasa, y piel para su escasa vestimenta, y la grasa para aliviar ciertos dolores musculares o para humectar la piel.
        Del mar cercano obtenían almejas, mejillones, y pececillos de varias especies, todo a juzgar por las descripciones de los cronistas al servicio de la corona española, durante colonia, por la observación directa de sus costumbres que describen los misioneros a su llegada, y más antiguamente, por su expresión artística rupestre, encontrada en pinturas y petrograbados, así como por los sitios arqueológicos diseminados por la vastedad del desierto. 
    Fue Viñatacot explorado hacía 1773, con intenciones de asentar la primer misión dominica en la península, ya que atrás, al sur peninsular, habían quedado las fundaciones de los jesuitas, y la única misión franciscana en San Fernando Velicatá, y como en mayo de 1769, los franciscanos habían partido de San Fernando Velicatá para abrir, desde esa entonces nueva misión, la ruta entre la Antigua o Baja California , y fundar la primera misión en Nueva o Alta California, que vino ser la de San Diego de Alcalá.

      Y fue ante la urgente necesidad de la corona española de apoderarse de Alta California, para contrarrestar el avance ruso que venía apoderándose de Norteamérica, de norte a sur, desde el estrecho de Bering.
      La urgencia era también por conquistar el territorio que se encontraba, en 1769, entre las nuevas misiones de San Fernando Velicatá, Baja California, y la de San Diego de Alcalá, Alta California, ambas fundadas, aquel lejano año, por el misionero franciscano, Fray Junípero Serra.
        La fundación de la misión de El Rosario, hubo de esperar cinco años, a partir de 1769, hasta que la nueva orden misionera se hiciera cargo de la administración peninsular, fundando su primer sitio en Viñatacot, en julio de 1774, otorgándole el nombre de “Nuestra Señora del Santísimo Rosario de Viñadaco”, por castellanizar el vocablo “Viñatacot”.
        La fundación de ésta nueva misión, en Viñatacot, cuyos terrenos labrantíos, sirvieron para apoyar a las fundaciones de las siguientes al norte de  El Rosario, como en Santo Domingo de la Frontera, que fue la segunda misión peninsular dominica.
           Con la llegada de la misión a Viñatacot, dejó de existir la comunidad original en su estado primigenio, que había perdurado por milenios, y por el cual habían vivido cientos de generaciones de cochimis,  que ante la fuerza del hombre blanco, hubieron de dejar sus antiquísimas costumbres y su vida seminómada que practicaban al aire libre, aunque solían habitar cuevas en los mantos rocosos, cuando las había.
         Con los misioneros llegaron exploradores, arrieros, muleros, y soldados de cuera, muchos de los cuales fueron enviados a las misiones de Sonora para conseguir esposas, para que no tuvieran tentación con las “indias de casa”, como los misioneros llamaban a las mujeres cochimis. Muchas sonorenses, fueron madres fundadoras de familias peninsulares. No obstante esto, el primer nacido, en Octubre de 1774, en El Rosario, fue Gabino Arce, siendo hijo del soldado de cuera José Gabriel Arce, fundador de ese linaje en la península de Baja California, y de una “india de casa”.

        Según la tradición oral de la familia Espinoza, a la fundación de la misión en Viñatacot, en 1774, estuvo presente en el acto solemne, el español sevillano Juan Nepomuceno Espinoza, nacido hacia 1730, siendo el primero de nuestro linaje en arribar a la península, proveniente de Manila, en viaje de aquél lugar asiático a Acapulco en el galeón de Manila, llamado Santísima Trinidad, arribando a la misión de San José del Cabo, en diciembre de 1755, donde se quedó dada la grave enfermedad que padeció durante los últimos meses de la travesía.
    Juan Nepomuceno se alistó en calidad de arriero, mulero, y explorador con los jesuitas, desde al menos 1756  y hasta 1768, año en que salieron expulsados los misioneros de la península. Y como Espinoza conocía palmo a palmo la vasta geografía peninsular, apoyo al misionero franciscano Fray Junípero Serra para la fundación de San Fernando Velicatá. Con Serra, viajo desde la misión de Loreto, hasta el sitio donde se fundó San Diego de Alcalá, Alta California.
       Dada la familiaridad con la que Espinoza recorría los senderos peninsulares, fue que su esposa Loreto Castro e hijos, se asentaran en El Rosario en el verano del año 1800, ya que Juan Nepomuceno falleció en 1799, en el paraje de San Juan de Dios, visita de la misión de San Fernando Velicatá, sitio que había sido fundado el ocho de marzo de 1766 por Wenceslao Link, siendo acompañado por Juan Nepomuceno en calidad de arriero. Fue sepultado en San Juan de Dios, originando con ese hecho, que la familia construyera una casa, basada en las indicaciones que emitía el decreto de José de Gálvez, del 12 de agosto de 1768. La familia Espinoza se encontraba, en 1800, asentada en El Rosario, y en San Juan de Dios.
   Valga destacar que Loreto Castro, llamada por los misioneros como “Mamá Espinoza”, ya que fue madre de la primera generación de esa estirpe en la Baja California; fue cochimi, originaria de la frontera guaycura cochimi, en las confluencias de la misión de Loreto Concho, en donde había nacido hacía 1758, siendo veintiocho años menor que su esposo.
         Al mismo tiempo se formó, a principios de los 1800’s, la familia Ortiz, ya que María del Carmen, hija de Juan Nepomuceno Espinoza y Loreto Castro contrajo nupcias con el soldado de cuera José Rito Ortiz, compañero de armas del también soldado de cuera, Carlos Espinoza Castro, el primer Espinoza nacido en la península en 1778, quien llegó a ser el patriarca “Espinoza” en El Rosario.
     La familia “Aguilar”, asentada en El Rosario, poco después que la “Espinoza” y “Ortiz”, fueron las tres primeras fundadoras de la actual sociedad rosareña.
      Hacia 1822 se asentó la familia “Marrón”, hacia 1827 la “Acevedo”, hacia 1830 la “Montes”. Hacia 1835 la “Pellejeros”, que en realidad era “Verdugo”. Entre 1840 y 1890 se asentaron  las familias, Vidaurrázaga, Collins, Sandez, Loya, Duarte, Peralta, Valladolid, Arce, Murillo, Redona, Grosso, y Meza, principalmente.

Lo que hace que El Rosario, sea el pueblo más antiguo del actual estado de Baja California.