viernes, 30 de septiembre de 2011

ORIGENES DE LA FAMILIA “MONTES” EN EL ROSARIO, BAJA CALIFORNIA, MEXICO.

Por Ing. Alejandro Espinoza Arroyo
Lunes 26 de Septiembre de 2011.

En la ex misión de San Ignacio Kadakaamán, Baja California, Sur, en 1830 nace José Montes, quien en su temprana juventud salió con rumbo al norte peninsular, trabajando de vaquero y de arriero, primero con sus parientes, los Arce en San Francisco de la Sierra, y Guadalupe, ambos pueblitos enclavados en la sierra de San Francisco, en las cercanías de San Ignacio.

Del antiguo pueblo de Guadalupe siguió rumbo al norte por los milenarios senderos que utilizaron los primeros pobladores, que lo llevaron hasta El Rosario, Baja California, habiéndole tomado aquel viaje de unos 750 kilómetros que separa a El Rosario de San Ignacio, un par de años de su vida, ya que se había quedado en distintos ranchos para trabajar y granjearse el bocado.

No bien llegó a El Rosario, se alistó como vaquero de Don Carlos Espinoza Castro, cuando corría el año de 1850, habiendo sido enviado al rancho “La Suerte” propiedad también de Espinoza, ubicado en la sierra de “San Miguel”, estribación sur de la de San Pedro Mártir; en 1851 regresó al rancho principal de Espinoza, “San Juan de Dios”, y fue cuando conoció a Ildefonsa, la segunda hija de Espinoza, nacida en El Rosario en 1834, con quien se entendió y casó en 1853.

A causa de la boda, y por las costumbres ancestrales Espinoza entregó a Ildefonsa, como antes, en 1849, lo había hecho con María Rita, su primera hija, le hizo entrega a Ildefonsa de la dote matrimonial que consistía en:

Un toro semental, cincuenta vaquillas de vientre, un gallo, cinco gallinas, varios burros, mulas, machos, marranos, y caballos, y la principal entrega: Un rancho consistente en unas trescientas hectáreas de terrenos de agostadero con aguaje, y un solar para que levantaran su rancho, que llevó el nombre de: “Las Codornices”, que años después pasó a ser propiedad de Don Anastasio Villavicencio Arce, sobrino de José Montes, originario también de San Ignacio, Baja California, Sur; para cuando Villavicencio llegó a “Las Codornices”, en 1887, contaba con 23 años de edad; mientras que el rancho tenía unos doce años abandonado por Montes, ya que se había asentado en El Rosario, y en la misión de San Fernando Velicatá, ya vivían un tiempo en un lugar, o ya en el otro sitio.

Antes de eso, hacia 1870 José Montes se convirtió en “Perito Huellero”, y cuando había entrado en los sesenta años de edad, hacia 1890, ensenó esa actividad al entonces joven Fernando “Tilico” Duarte Espinoza, sobrino nieto de su esposa Ildefonsa Espinoza Salgado, actividad que era sumamente utilizada para cacería, y para hostigar a los dañinos “Indeseables”.

En El Rosario, la familia Montes Espinoza, construyó una casona de adobe de inmensas dimensiones y de gran altura, con amplio corredor al frente, queseras, corrales para la ordeña, una gran arboleda de frutales, corrales para las aves y ganado, así como una amplia extensión de “verano” donde sembraban melones, sandias, cacahuate; y otra para el frijol, y para el maíz. La propiedad que describo se encontraba en la parte donde ahora existe un campo de beisbol del Ejido “Nuevo Uruapan”, desde allí, hasta el arroyo.

En la actualidad no existe ni el menor rastro de aquella propiedad, ni de su arboleda, ni unos pinos muy viejos en los que jugábamos los niños que lo fueron junto conmigo en la década de 1960 a 1970.
Y es que cuando ya se habían casado los once hijos Montes Espinoza, y estando ya un tanto “Viejarros”, hacia 1905 de manera definitiva José e Ildefonsa se fueron a vivir a la misión de San Fernando Velicatá, porque no toleraban el bullicio del pueblo, compuesto entonces por unos ¡Trescientos ruidosos habitantes!

Fue en 1882, cuando Carlos Espinoza Castro, entonces de 103 años de edad pasó de El Rosario a vivir a San Fernando a casa de su hija Ildefonsa, ella se esmeró en cuidar a su “viejito” quien se valió por sí mismo hasta unos días antes de su muerte, ocurrida en aquella casa el día 12 de mayo de 1883. Con ellos Vivían Zenón Acevedo Espinoza, nieto de Carlos, y sobrino de Ildefonsa; vivían, como venía diciendo, Zenón y su esposa María del Carmen Marrón Pellejeros que junto con sus pequeños hijos ocupaban la casa más pequeña de las dos que aún existen.

José Montes, Zenón Acevedo Espinoza, y un joven de apellido Núñez sembraban la huerta misional, utilizando el acueducto construido a partir 1769, subían el agua que corre aguas arriba de la misión, hasta un aljibe de amplias dimensiones, pasando por un acueducto en el acantilado rocoso, desde el cual derivaban el agua al aljibe, y de éste a una huertita aguas abajo; en esta tierra sembraban principalmente frijol, maíz, garbanzo, y chícharos. A lo largo del acueducto (Acequia) en la parte cercana a las casas se encontraban varios árboles frutales, principalmente higuera, dátil, tacos, olivos, membrillos, y granadas.

En 1892, allí mismo en la misión de San Fernando Velicatá, mientras se celebraba una boda, en la nochecita llegaron hasta el rancho un grupo de “Indeseables”, y por simple gusto asesinaron al joven Núñez, quien mientras agonizaba, escuchaba asombrado las escandalosas risas de aquellos forajidos, que después de su artero acto siguieron con rumbo al sur, no sin antes robar todo lo que estaba a su alcance.

En San Fernando Velicatá aún existen las dos casas en las que vivieron sus últimos días, las que después de años de abandono fue utilizada por Isidoro Aguilar, su esposa Genoveva Acevedo Saiz y los hijos de ambos, y que actualmente ya van para la ruina, ya que el nuevo abandono, y sobretodo el pillaje de gentes sin escrúpulos las han venido destruyendo cada vez más: ¡Qué lástima que nuestra cultura no dé para más!

Cuando los Montes Espinoza vivían aún en El Rosario, en el rancho de gran arboleda que ya describí, en 1900 llegó enviado desde el Estado de Jalisco a El Rosario el joven Felipe Dueñas Palencia, quien se hizo cargo de la escuela Nacional Mixta Elemental número IV, de la que fue director primero, tocándole fundar la Mixta Numero VI, de la que fue su primer director. Antes que Dueñas, había sido preceptor, como eran conocidos los profesores entonces, Sebastián de Aparicio Soriano, quien en 1886, y con apoyo nacional había fundado la primera escuela en El Rosario; así que catorce años después aparece Dueñas, ya que Soriano fue enviado a Calmalli, en calidad de agente aduanal, en cuyo lugar falleció de los riñones en 1905.

Dueñas al ser profesor, era en el pueblo hombre de letras, él, junto con mi tatarabuelo Policarpo Espinoza Marrón, y su padre José del Carmen Espinoza Salgado que entonces eran los jueces de paz en El Rosario, y San Juan de Dios respectivamente, hicieron pronto buenas migas con Dueñas quien además era al igual que los Espinoza, excelente conversador.

No tardó mucho tiempo en que los Espinoza propusieran al gobierno que Dueñas fuera además de director de la escuela, también Juez, como así fue, se convirtió en el primer Juez Suplente de Policarpo Espinoza Marrón, quien era propietario; José Montes era el Juez suplente tercero.

Recién iniciaba el siglo veinte cuando Dueñas había arribado a El Rosario, y tan pronto lo hizo fue conociendo la comunidad, y a sus gentes, en una de esas conoció a la rosareña Crescencia Montes Ortiz, descendiente para aquel entonces de antiguas familias de ese lugar; hija de Francisco Montes Espinoza y de Gregoria Ortiz Aguilar; con Crescencia se casó pasado algún tiempo, procreando a su familia, aunque ya fuera de El Rosario, ya que se fueron a vivir al valle de Mexicali hacia 1903, cuando recién nació aquel pueblo, ahora Ciudad y capital de Baja California. Y como allá se ocupaban mexicanos para contrarrestar la creciente población extranjera, y con inmensas extensiones de las tierras en manos de la Colorado River Land Compay; así que Dueñas ya no salió sólo de El Rosario, ahora lo acompañaba su esposa, y un gran número de rosareños que se fueron al recién nacido Mexicali, para engrosar las filas de mexicanos en aquellas muy calurosas tierras, muy politizadas y peligrosas que se encontraban entonces, y por lo menos hasta el 27 de enero de 1937, cuando se dio el “Asalto a las Tierras”. Cabe destacar que Dueñas fue guiado por varios rosareños de las familias Espinoza, Loya, y Duarte en las “arreadas” de ganado a Mexicali, el primero de aquellos viajes para Dueñas fue a partir de 1903, en viajes de ida y regreso, y que en forma definitiva se instaló en el valle mexicalense a más tardar hacia 1907, lugar donde procreó a su familia.

En Mexicali nació en 1908, Francisco Dueñas Montes, hijo del profesor Felipe Dueñas Palencia y de Crescencia Montes Ortiz, quien llegó a ser un muy distinguido mexicano, al grado que la UNESCO lo reconoció en 1966. En artículo por separado hablaré de este gran hombre descendiente de El Rosario, y de su padre el profesor Felipe Dueñas Palencia, por lo pronto comentaré que Felipe Dueñas Palencia ya radicado en Mexicali, se encontraba en Los Algodones cuando se dio la invasión filibustera de 1911. La relación de ésta familia Dueñas Montes será enriquecida seguramente con la aportación de su descendiente Raúl Dueñas Díaz.

Y volviendo a El Rosario con los Montes, el 28 de abril de 1910 falleció Ildefonsa Espinoza Salgado, siendo su hijo Francisco Montes Espinoza quien solicitó se levantara el acta correspondiente en El Rosario, precisamente el padre de Crescencia Montes Ortiz, y por quien el ilustre Francisco Dueñas Montes recibiera ese nombre, en honor a su abuelo materno.

AUTOR DEL ARTÍCULO:

ING. ALEJANDRO ESPINOZA ARROYO
EL ROSARIO, BAJA CALIFORNIA, MEXICO
LUNES 26 DE SEPTIEMBRE DE 2011.

El presente trabajo es propiedad intelectual del autor quien lo tiene protegido bajo patente número 1660383, se permite utilizarlo en parte o totalmente otorgando los créditos correspondientes, sin alterar su contenido en ninguna forma, no se permite el uso de manera comercial o con fines de lucro.

NOTAS RELEVANTES:
José Montes fue originario de San Ignacio Kadakaamán, Distrito Sur de la Baja California, nació en ese lugar entre 1830 y 1834, con la certeza que fue en 1830.

Ildefonsa Espinoza Salgado nació en El Rosario, Baja California en 1834, y falleció el 28 de abril de 1910 en San Fernando Velicatá lugar donde fue sepultada a lado de su padre Carlos Espinoza Castro.
Los hijos de José Montes e Ildefonsa Espinoza Salgado fueron:

María del Rosario casada en primeras nupcias con Bernardo Ubes de Monterey, Alta California; Ubes murió en 1892 a los 38 años de edad;

María del Rosario casó en segundas nupcias con Pablo Martínez Duarte originario de El Triunfo, Baja California, Sur, el 7 de marzo de 1893, en El Rosario: Sus testigos fueron: Manuel Valladolid (Apodaca) y Pablo Meza.

Daniel casado con Loreto Villegas de San Ignacio, Baja California Sur: (padres de los Montes Villegas); Loreto Villegas falleció al poco tiempo de desposarse con Daniel, al parecer de parto.

Francisco fue casado con la también rosareña Gregoria Ortiz Aguilar: Sus hijos fueron: Crescencia, Carlota, Celestina, Delfina, Trinidad, Dolores, Marcelino, Francisco, Rosario, Manuel, y Josefa “La Nana Montes”, todos ellos nacidos y criados en El Rosario.

De ésta familia Crescencia se casó con el profesor Felipe Dueñas Palencia.

Catalina “La Tía Catana” fue casada con Julio Ortega Murillo, originario de San Ignacio, Baja California, Sur: Fueron los padres de: Benito, Julio, Felipe (Esposo de la Nana Montes), Agustina, Margarita, Hilaria, Victoria, y otra hija que se fue joven de El Rosario, y jamás se supo más de ella.

Sebastián Padre de la familia Montes Murillo.

José casado el 7 de agosto de 1890 con Esperanza Ortiz Pellejeros; Esperanza falleció de pulmonía el 13 de abril de 1901, en El Rosario.

En realidad son muy pocas las familias que se han perdido de El Rosario, casi hasta en su totalidad como la MONTES, que son muy pocos los que aún viven en el pueblo. Los descendientes “Montes” se encuentran dispersos por infinidad de rumbos, espero que algunos de ellos al leer estos renglones se sumen para el rescate de sus raíces ancestrales: Estaré al pendiente…

Las notas anteriores fueron publicadas en mi libro “LOS ROSAREÑOS” en 1992.

La construcción de la misión de San Ignacio Kadakaamán la inició el Jesuita Fernando Consag en 1733, no logró verla concluida debido a su fallecimiento; siendo terminada su construcción por el dominico Juan Crisóstomo Gómez en 1786. Se requirió el trabajo de miles de “Californios antiguos” durante los 53 años que duró la obra. Es la misión de San Ignacio Kadakaamán uno de las más bellas construcciones que poseemos en la península.









Dibujo de José Estrada Ramirez, sacado del dibujo
Que Manuel Clemente Rojo Zavala hiciera de
Carlos Espinoza Castro, en su casa de El Rosario,
el 19 de Octubre de 1848.





Firma de Carlos Espinoza Castro:
El Rosario, Baja California a 15 de Julio de 1850.
Colección de la Biblioteca Bancroft, San Francisco, Ca. EEUU.



Así se encontraba la casa de José Montes e Ildefonsa Espinoza Salgado
En 1995, en San Fernando Velicatá, El Rosario, Baja California:
Izq. El Autor, Derecha Candelario “Calayo” Acevedo Saiz:

Foto: Niño Alejandro Espinoza Jáuregui: 1995.



Don Manuel Valladolid Apodaca, de mayor edad, fundador de esa familia en El Rosario, fue testigo
de la boda de Maria del Rosario Montes Espinoza y de Pablo Martínez Duarte en El Rosario, el 7 de marzo de 1893.



Al centro Policarpo Espinoza Marrón, quien fue Juez de Paz Propietario
En El Rosario, en 1900 cuando llegó el profesor Felipe Dueñas Palencia.
Foto: En El Rosario, Baja California: 1927.


Vestigios del “Corral del Medio” construido por Carlos Espinoza Castro
En 1837.
Foto: Alejandro Espinoza Jáuregui: 17 de Septiembre de 2007.



Paisaje típico de la región de El Rosario. Foto Alejandro Espinoza Jáuregui: Marzo de 2008.

Poco antes de llegar a la entrada de la Misión de San Fernando Velicatá, El Rosario, Baja California.
Foto: Alejandro Espinoza Jáuregui, Marzo de 2008.

sábado, 24 de septiembre de 2011

PERSONAS QUE HAN DEJADO VALIOSO ACERVO PARA LA HISTORIA DE EL ROSARIO, BAJA CALIFORNIA…

Y QUE AL PASAR DEL TIEMPO SE HAN CONVERTIDO EN PERSONAJES INOLVIDABLES…
Por Ing. Alejandro Espinoza Arroyo
12 de Septiembre de 2011.

Toda comunidad en cualquier sitio del mundo, deja profundas raíces de todo tipo para la posteridad, o al menos para sus generaciones venideras; tenemos muchos matices en el claroscuro devenir de las generaciones que por milenios han poblado la tierra; algunos de sus hijos son inmortales, desde la cultura Sumeria, China, Hindú, y los pueblos autóctonos de todo el orbe, y tantos más. Muchos han dejado sus vestigios, sin incluir sus nombres, como las anónimas manos de los artistas milenarios de las pinturas rupestres y petrograbados; o la simple aparición de los alimentos, primero desconocidos, y hoy cotidiano, los que hace milenios por su desconocimiento no se ingerían, o que de seguro muchas vidas costaron para poder clasificarlos, descartarlos, o incorporarlos.

No es diferente en el devenir de la sociedad, dentro del marco histórico, desde la antigüedad hasta nuestros días; tenemos de esa manera que en cualquier pueblo, rancho, o cualquier comunidad grande o pequeña, en las que viven, o pasan en tránsito ciertos individuos con una visión adelantada en su tiempo, nos han dejado gran diversidad de conocimientos, y datos que primero parecen irrelevantes, pero que al pasar el tiempo, al desparecer los individuos, es cuando adquieren su gran utilidad.

Por mi tierra natal, El Rosario, Baja California, México, han pasado individuos, algunos de ellos han permanecido solo unas horas en el pueblo, y sin embargo parece que siempre han estado allí, o al menos sus impresiones siguen entre nosotros como parte de nuestra identidad.

Antes, mucho antes que siquiera se supiera en el viejo mundo de la existencia de la península, hará al menos entre ocho y trece mil años, manos artísticas de anónimos seres, sin importar su personalidad, dejaron infinidad de petrograbados, y pinturas rupestres de gran valor arqueológico, e histórico, por medio de las cuales bien podemos interpretar lo que quisieron dejar patente para la posteridad, y con ello prevenir a los que aparecerían miles de años después en esta misma región.

En el “Corral del Medio”, construido hacía 1837 por nuestro patriarca Carlos Espinoza Castro, sitio ubicado en las cercanías del rancho San Juan de Dios, en El Rosario, se encuentran formaciones de rocas ígneas en las laderas de las montañas por cuyo pie corre un arroyo, en cierto grupo de esas rocas se encuentran unos petrograbados, que al observarlos claramente “informan” lo siguiente:

Se aprecian bien delineados, una serpiente de cascabel, la corriente de un arroyo, y un león, así como un sendero que conduce a un recoveco existente en medio de tres filones de las mismas rocas, en el que muy bien se puede guarecer un individuo adulto; y es que:

Al interpretar aquellos petrograbados, claramente se aprecia que hace milenios, alguien dejó manifiesto, que se debe tener cuidado con las serpientes de cascabel que en el lugar abundan; al observar la corriente pluvial, se advierte que se debe tener cuidado, pues repentinamente llegan las broncas aguas, arrastrando cuanto se encuentre a su paso; y es que cuando llueve en las partes altas de la sierra, sin que en las más bajas se note, de repente llegan las turbulentas aguas a velocidad superior con la que se puede desplazar un humano a toda carrera; por lo que hace al león, éste petroglifo claramente señala que los leones americanos, o pumas, atacan y devoran hombres, y que en caso de verse en esos apuros, se debe correr y refugiarse entre las rocas fuera del alcance del peligro que el león representa. Estos “trabajos” plasmados en lienzo rocoso por manos artísticas desde un pasado remoto, hace a esos personajes ser distinguidos en nuestra tierra.

Transcurridos varios milenios de haberse esculpidos aquellos petroglifos, hasta la región norte peninsular, precisamente hasta San Juan de Dios, pasando por el área donde más tarde se construiría el corral del medio, llegó el misionero jesuita Wenceslao Link, siendo el primer europeo que se adentró tan al norte de la entonces tierra de los milenarios californios, por cierto mal llamados “indios”, descendientes de los que dejaron los petrograbados de los que ya hablé; Link, fundó el paraje de San Juan de Dios, el día 8 de marzo de 1766, siendo aquel el primer eslabón de una serie de sucesos que a la postre sería lo que ahora conocemos como la región de El Rosario.

Previo a la fundación de la misión de El Rosario, ocurrida ésta en 1774, llegó hasta el propio arroyo de “Viñatacot” o “Viñadaco”, en viaje de exploración para tal fin un enviado misional de apellido “Morillo”, quien emitió un “informe” de lo que en tal sitio encontró. Fue otro distinguido personaje que exploró estos lares.

En 1774, el día 02 de julio en El Rosario, los misioneros Fray Francisco Galisteo, y Miguel Hidalgo, homónimo del padre de la patria, fundaron la primera misión dominica en Baja California; convirtiéndose en personalidades para nuestra historia local.

La vida transcurrió de manera lenta y casi perezosa, con todo el tiempo a disposición de los pueblerinos, y así fueron pasando distintos individuos, quienes dejaron sus impresiones acerca de los nuestros.

En octubre de 1848, llegó hasta El Rosario, a casa del patriarca Carlos Espinoza Castro, el peruano jurisprudente Manuel Clemente Rojo Zavala, cuando contaba con apenas 25 años de edad, quien a causa de su naufragio en “El Socorro”, viajó hacia el sur hasta llegar a la ex misión.

Los pocos días que Rojo permaneció en El Rosario, en casa de Carlos Espinoza Castro, fueron suficientes para que nos dejara con toda precisión información que nos transporta hasta aquéllos días; describe a la gente, al pueblo, su geografía, datos históricos, y dibujos de distintos personajes peninsulares, siendo Carlos Espinoza Castro el primero en ser dibujado por aquel ilustre peruano; narra también con lujo de detalle el épico viaje del recorrido que a lomo de bestia realizó desde El Rosario, hasta Ensenada, en cuyo trayecto fue llegando a los distintos ranchos y pobladitos, platicando con sus habitantes, y narrando sus experiencias, las que al paso de 163 años se han convertido en magníficos datos de aquel incansable hombre sudamericano; quien en 1900 fallece en Ensenada.

En 1856, Adrián Valadez, en su libro: “Baja California, 1850-1880”, narra lo siguiente:

“Poblamiento de la costa:

Desde San Ignacio hasta El Rosario es poco menos que un desierto, y se hacen diez jornadas cuando no se lleva carga. No se hallan víveres en ninguna parte. En El Rosario, ex misión, habitan cuatro familias, a las cuales he tenido que facilitar cebada para que no murieran de hambre. A 18 leguas está San Quintín, donde habitan los dependientes de la casa extranjera que contrataba la sal; un pequeño destacamento de tropa, y el administrador de la salina. A distancia de seis leguas se encuentra el rancho San Ramon, donde habita una familia; a distancia de una legua el rancho de Santo Domingo, ex misión, donde viven parte de las mismas y seis indios. Los habitantes de ambos ranchos, la mayor parte del tiempo se mantienen de un marisco llamado “Aulón”, por haber quedado en la miseria desde la invasión de Walker”. Hasta aquí Valadez.

En 1872, Manuel Clemente Rojo Zavala, funda la primera escuela en el partido norte de la Baja California, en la ex misión de Santo Tomás de Aquino, en la cual su primer preceptor, como antes se les llamaba a los profesores, fue Eliseo Schieroni, y con ello sienta las bases para la educación formal en nuestro territorio, llegando ésta a El Rosario en 1886, con Sebastián de Aparicio Soriano al frente, siendo el primer preceptor en mi pueblo, quien tiene el honor de ser un pionero.

Hacia el año de 1900, enviado por el gobierno federal desde estado de Jalisco, el muy destacado profesor Felipe Dueñas Palencia, para entonces ya se les nombraba como “profesores”, se asienta en El Rosario, siendo el director de la escuela nacional elemental mixta número IV, primero, de la número VI después. Dueñas además de profesor en mi tierra, fue Juez de Paz, y prosiguió con la labor de Sebastián de Aparicio Soriano, en la enseñanza de las primeras letras de cúmulos de niños de la rancherada de aquel tiempo; se apoyó en la destacada labor de las institutrices empíricas, las hermanas Dorotea y Gertrudis Ortiz Aguilar, y la hija de Dorotea: María de la Luz Echeverría Ortiz, conocida más tarde como “Doña Luz Meza”.

El profesor Felipe Dueñas Palencia, joven a su llegada a El Rosario, encontró a la mujer con quien procreó a su familia, llamada Crescencia Montes Ortiz, siendo la hija mayor de Francisco Montes Espinoza, y de Gregoria “La Tía Yaya” Ortiz Aguilar.

Del entonces nuevo matrimonio, nace entre otros Francisco Dueñas Montes, cuyo nombre fue en honor a su abuelo materno, quien heredó de su padre la vocación de las letras, en su fructífera vida Francisco fue además de profesor, médico, e historiador; y uno de los personajes que firmaron al acta constitutiva del Estado 29 de la República, el nuestro, Baja California, que nace como tal el 16 de Enero de 1952, en cuya “Acta de Nacimiento” se estampó la firma de este gran hombre descendiente de El Rosario. Una vez signada por los diputados constituyentes entregaron la naciente Constitución del Estado de Baja California al Gobernador Provisional Alfonso García Gonzalez, quien fue el último Gobernador del Territorio Norte de la Baja California, y que al nacer el Estado, pasó a ser Provisional, en tanto se celebraban la elecciones para el primer Gobernador del Estado.
Francisco Dueñas Montes fundó en Baja California infinidad de escuelas, fue además Director General del Instituto de Investigaciones Históricas de Baja California; numerosas instituciones educativas llevan su nombre, por la destacada vida de este valioso personaje, solo de manera física recientemente desaparecido.

En 1911, los “revoltosos”, gente de Emilio Guerrero, que viajaban de sur a norte, cuando se dieron aquí los hechos violentos de la invasión filibustera de junio de 1911; asaltando y saqueando las tiendas de los chinos Alfonso Cho, y de Chinchan; dejando una marcada huella en la población rosareña, hechos que informó Francisco A. Meza Arce a Celso Vega; representante de gobierno en El Rosario, y jefe de armas en Baja California, respectivamente. Francisco A. Meza Arce, fue otro de los ilustres rosareños por adopción.

En 1918, se detiene en el pueblo Don David Goldbaum, levantando información variada, parte de la cual publicó en su libro: “Towns of Baja California”; “Pueblos de Baja California”; pequeño libro, pero muy sustancial.

En agosto de 1919, por un día visita El Rosario el entonces gobernador Esteban Cantú Jiménez, quien autorizó la escuela primaria rural “Padre Salvatierra”, y le construyó un edificio estilo victoriano en cien por ciento maderas, en el cual desde el 9 de octubre de 1994 se alberga el “Museo Comunitario El Rosario”, en pueblo viejo; Es en los 237 años de su existencia, Cantú es el único gobernador que ha pernoctado en El Rosario; y eso fue en agosto de 1919, es decir, en los últimos 91 años ninguno más.
En 1920, llegaron un amplio grupo de japoneses, algunos con familia, y nos dejaron la actividad del buceo, que es una de las principales fuentes de ingresos desde entonces.

En 1925, y 1926, realiza fructíferos recorridos Peveril Meigs, quien tocó de puerta en puerta, y tomó fotos a casi todas las familias de El Rosario de entonces, y a las de todos los pueblos norteños, mismas fotos que la actualidad la Universidad de California San Diego, se encuentra trabajando para que sirvan de apoyo a los historiadores e investigadores de la vida de la región. Peveril Meigs, al igual que Manuel Clemente Rojo Zavala, es otro extranjero de grata memoria para mi tierra.

En 1949 pasó por El Rosario con rumbo al sur peninsular Fernando Jordán, quien dejó escrita la siguiente impresión del pueblo, que publicó en su libro: “El Otro México”:

“En El Rosario, el camino abandona el pacifico, por mucho busca su rumbo entre las ondulaciones de la región central y se desliza a lo largo de ella, eludiendo la atracción del mar. Se aparta decidido, dispuesto a cruzar sin el aliento de la brisa todo el desierto del territorio norte, esperanzado más en las posibilidades de la montaña que en los mares. Por más de 600 kilómetros se mantiene entre el golfo y el pacifico, y si una vez vuelve al océano es por corto trecho, durante un obligado y rápido viraje necesario para eludir las ultimas estribaciones de la infranqueable sierra de San Lino.
Y así, El Rosario queda como el último jalón en el viaje sobre la costa.

Es un pueblo de misión dominica, derruida casi hasta los cimientos, de arroyo alegre y perenne, de pastizales, mar prodigo, y gente perezosa.

Siembra hortalizas y pastorea ganado, pero hace ambas labores de tan mala gana, que sus productos, con el mar cercano, apenas alcanza para satisfacer el consumo doméstico. Es un pueblo bonito dividido en dos caseríos que separa el arroyo; pero en él, el tiempo ya no cuenta, y la gente no tiene prisa ni preocupación alguna de industria, de riqueza o de modernismo. Por esto, El Rosario es el primer pueblo que se encuentra en el viaje hacia el pasado”. Hasta aquí Fernando Jordán.

En 1950, Cecilio Espinoza Peralta, hermano de mi bisabuelo Santiago, construye el primer hospital en El Rosario, el cual llevó su nombre: “Hospital Civil Cecilio Espinoza Peralta”, en el predio que antes fue de Don José Valladolid Ortiz, y que donó para tal fin, aquel fue el mismo predio donde Valladolid tenía su corral de ordeña. El Hospital Civil fue demolido en 1980, en cuyo lugar se construyó por el Gobierno Federal la actual clínica perteneciente al Sector Salud.

En la década de 1970 a 1980 el profesor Heraclio Manuel Espinoza Grosso, llegado de regreso a El Rosario desde San Manuel, Tubutama, Sonora, y funda la escuela secundaria en El Rosario; hasta entonces salir del pueblo para estudiar, era harto difícil, tan difícil como viajar a pie, solo a pie de Tijuana a Mérida. Posteriormente, cuando el profesor Heraclio Manuel ya había fallecido, se inicia la construcción del recito para la secundaria, en predio que donó su benefactor Alfonso Espinoza Romo.

En 1972, regresan los japoneses y nos dejan la pesquería del erizo, actividad que tuvo su auge en la década de 1990.

En 1999, se gestiona por el profesor Narciso Antonio Pérez Cortes,; la creación de la escuela Preparatoria del lugar, siendo su primer director; y que hoy en día se encuentra al frente de esa institución el Maestro Leobardo Espinoza Duarte, ya como escuela oficial en funciones con varias generaciones de egresados.

En lo que va del siglo XXI, se han dado múltiples actividades y se han incorporado nuevos horizontes en la vida del pueblo, con la agravante que muchos no los aprovechan, por el contrario, han preferido el camino del vicio, y del robo.

Digno de mencionar es el trabajo realizado por la agrupación que enaltece a El Rosario con motivo del aniversario de su fundación cada año, a partir de 2005, y que es encabezado por entusiasta grupo de rosareños, entre los que destacan: Nícida Patricia Collins Espinoza, Carolina Espinoza Murillo, Guilibaldo Espinoza Valladolid, Leonel Antonio Duarte Higuera, entre otros valiosos rosareños.


AUTOR DEL ARTÍCULO:

ING. ALEJANDRO ESPINOZA ARROYO
EL ROSARIO, BAJA CALIFORNIA, MEXICO
MIERCOLES 07 DE SEPTIEMBRE DE 2011.

El presente es un trabajo de orden intelectual, protegido por el autor bajo patente 1660383; se puede utilizar en parte o totalmente la información, siempre y cuando no sea con fines de lucro, o comercial, y se den los créditos correspondientes.

NOTAS RELEVANTES:

Existen por toda la serranía infinidad de sitios con pinturas rupestres y petrograbados, muchos han sido agredidos por gentes sin escrúpulos.

El historiador Carlos Lazcano Sahagún escribió en el 2000 un libro sobre las memorias de Don Manuel Clemente Rojo Zavala, basado en los manuscritos que se encontraban inéditos, y que fueron los primeros apuntes sobre Baja california escribió el peruano, iniciados en El Rosario, en casa de mi tatita Carlos Espinoza Castro, donde se hospedó aquel mes de octubre de 1848, dejando tan importante fuente de datos para la historiografía de Baja california. Rojo siguió visitando a Carlos Espinoza Castro en El Rosario, y desde su casa envió varios correos a distintas partes de la península.
El Corral del medio, existe en la actualidad, con alrededor de 174 años de existencia, es junto con las murallas de roca en San Juan de Dios, Los Mártires, y otros sitios, manifestación palpable del arduo trabajo de nuestras familias; la construcción de todas aquellas obras en roca, se iniciaron al mismo tiempo que el propio corral, en 1837, y muchas otras obras de protección, como barricadas para defenderse de los asaltantes que caían sobre los rancheros y sus bienes.

Cierto es que los asaltos y saqueos por parte de tantísimos bandoleros, tenían en la incertidumbre a los rancheros, que muchas veces los dejaban sin ningún bien, sobre todo a partir de la independencia de México; sin embargo considero que las apreciaciones hechas en los trabajos de Adrián Valadez, cuando se refiere a que: “tuve que dejarle cebada a cuatro familias en El Rosario para que no murieran de hambre”, me parecen muy exageradas, ya que en la costa, y en las cercanas montañas existen infinidad de semillas, plantas, y animales de los que se proveían para la subsistencia en “Los tiempos malos”, que es precisamente como se hace en la actualidad.

Con respecto a lo comentado por Fernando Jordán en su libro “EL OTRO MEXICO”, concuerdo con su apreciación en cuanto a que Baja california es muy distinta al resto del país, de ahí que tomara su nombre el libro que publicó; de acuerdo también estoy cuando dice que en El Rosario, se inicia el viaje hacia el pasado.

Francisco Dueñas Montes fue tataranieto de nuestro patriarca Carlos Espinoza Castro, y bisnieto de María del Carmen Espinoza Castro. Foto de sus abuelos maternos Francisco Montes Espinoza y Gregoria Ortiz Aguilar, en tamaño poster se exhibe en el Museo Comunitario de El Rosario.

Los Diputados Constituyentes de Baja California, además de Francisco Dueñas Montes fueron: Evaristo Bonifaz Gomez, Miguel Calette Anaya, Alejandro Lamadrid Kachok, Celedonio Apodaca Barrera, Aurelio Corrales Cuevas, y Francisco H. Ruiz.
El 25 de octubre de 1953 se llevan a cabo las primeras elecciones ya como Estado de Baja California, para Gobernador y la primera Legislatura; siendo electo Braulio Maldonado Sandez, quien tomó posesión el primero de diciembre de 1953; y por si fuera poco, aquella fue la primera vez en que votaron las mujeres en México; y la L.E. Aurora Jiménez de Palacios fue la primera mujer por Baja California en el Congreso Federal.

El profesor Heraclio Manuel Espinoza Grosso, nació en El Rosario, el 24 de abril de 1944, y falleció en accidente carretero a los 35 años de edad en la Laguna Salada del municipio de Mexicali, Baja California, el 25 de enero de 1980; Descansa en el panteón misionero de El Rosario, en la misma tumba donde lo hace su abuela materna Tecla Peña Duarte, la madre fundadora de la familia “GROSSO” en Baja California.





Edificio estilo inglés Victoriano que construyó el gobierno de Esteban Cantú Jiménez, en cuyo recinto se instaló la escuela “Padre Salvatierra” en diciembre de 1921, cuyo primer alumno fue mi abuelo Alejandro “Negro” Espinoza Peralta. Desde el 09 de octubre de 1994, en el edificio por completo rehabilitado y rescatado de la ruina total, alberga al museo comunitario “EL ROSARIO”. Foto: Ing. Alejandro Espinoza Arroyo: 2007.




Interior del Museo Comunitario “El Rosario”.
Foto: Ing. Alejandro Espinoza Arroyo: 2007.



Vestigios de la casa en la que vivió Juan Marrón y María Elena Murillo, en San Juan de Dios. Foto: Alejandro Espinoza Jáuregui: Septiembre de 2007.



Vestigios del “Corral del Medio”, construido en 1837.

Foto: Alejandro Espinoza Jáuregui: Septiembre de 2007.


Foto de la familia Garcia Marrón: Izq. a Der. Maria Visitación (mi abuela paterna), Maria del Refugio, (desconocido), Octaviana Marrón Ortega (madre de la familia), desconocido, Natividad, Serapio, Domingo, enfrente niña Aurelia, y Francisco.
Foto tomada en El Mármol, Baja California, en 1924 se cree que por Peveril Meigs.



Foto tomada por Peveril Meigs, en El Rosario, BC en 1926. En la actualidad la Universidad de California Campus San Diego, UCSD por sus siglas, se encuentra clasificando y documentando las fotos que Meigs tomó en 1925 y 1926 en varios pueblos de Baja California. Los archivistas Steve Coy, y Joseph Bray, me solicitaron los nombres de las personas que aquí aparecen, mismas que son:






1. Aurelia García Marrón
2. Francisco García Marrón
3. Octaviana Marrón Ortega (madre de la familia) mi abuela paterna entre ellos.
4. Tomas García Marrón
5. Domingo García Marrón
6. Maria del Refugio García Marrón
7. Silverie “Nena” García Marrón
8. Encarnación Ortega Espinoza (madre de Octaviana la numero 3): Fue mi tatarabuela, fue conocida como “Nanita Chona”; fue hija de María Rita Espinoza Salgado y de Regino Ortega Murillo, nieta de Carlos Espinoza Castro, y de Maria Dolores Salgado Camacho.






Las fotos tomadas en los pueblos de Baja California por Peveril Meigs, y que la USCD trabaja actualmente, son valiosos documentos gráficos, en las que lamentablemente él no asentó los nombres de los fotografiados, sin embargo el esfuerzo de la Universidad, dará los resultados correctos, ya que está apoyándose en historiadores, y conocedores del tema.






Steve Coy, y Joseph Bray, son quienes trabajan el archivo de Peveril Meigs en la UCSD, cuya colección se encuentra en la biblioteca central de esa prestigiosa Universidad de California Campus San Diego, Estados Unidos de América.







En la colección de Meigs, se encuentran fotos de muchos rosareños que ya no existen, y que a la mayoría de ellos los conocí en persona siendo ya muy viejos, y en las fotos me ha tocado reconocerlos cuando fueron niños, o muy jóvenes:






¡Es una sensación bastante extraña, la que he sentido al verlos!; pues muy bien los recuerdo, sus pláticas, y sus afectos hacia mi persona. A muchos otros que no conocí en persona, solo en otras fotos, los volví a encontrar aquí cuando todas sus proles eran niñas y jovencitas.
Por ejemplo en las fotos de Peveril Meigs, reconocí a la familia Peralta Murillo, siendo muy chicos y jóvenes; sin embargo a Victoria, la única vez la vi en persona, fue sin vida, en edad muy avanzada, en su funeral.







A Silverie “Nena” García Marrón, hermana de mi abuela, la conocí en esta foto siendo una bebita de 7 años, sin embargo cuando viví en su casa en El Rosario, era una abuela de bastante edad; poco antes de fallecer en 1991, cuando la visité en su lecho, me dijo:






¡La vida es tan Breve mijito, apenas hace poquito yo era una niñita!
Ya lo creo. Mi tía Nena, nació en El Rosario, en 1919 y falleció en Ensenada en 1991.



********************
LINKS DE INTERES

http://libraries.ucsd.edu/speccoll/testing/html/mss0530a.html


http://libraries.ucsd.edu/locations/mscl/index.html


FOTOS: https://libraries.ucsd.edu/apps/public/


http://libraries.ucsd.edu/locations/mscl/index.htm

en caja de “catalogs” escoge “Title / Journal Title”
escribe en caja “Baja California Collection”.
Hay mas que 2000 titulos.

sábado, 17 de septiembre de 2011

ORIGENES DE LA PENINSULA DE BAJA CALIFORNIA, MEXICO.

PENINSULA DE BAJA CALIFORNIA: DESNUDO BRAZO EN EL MAR.
Por Ing. Alejandro Espinoza Arroyo
Miércoles 07 de Septiembre de 2011.

La geología no deja de ser también “Historia”, y es que desde el punto de vista de las eras geológicas, que es como se miden los tiempos que ha tomado para la formación de los continentes que conforman la corteza terrestre, tienen una historia de millones y millones de años; y que aunque para medir éstos muy largos períodos de tiempo, se utiliza la Geología, la que no deja de ser historia, en el más estricto sentido del análisis.

En el verano de 1978, cuando contaba con 21 años de edad, me encontraba trabajando en la pesca en “Puerto Nuevo”, al sur de la bahía de El Rosario; fue en junio de aquel año en que estuve platicando con mi amigo de mi edad, el mexicalense Miguel Agustín Téllez Duarte, estudiante entonces de la carrera de oceanólogo en la ciudad de Ensenada, mientras que yo me encontraba de vacaciones de la Universidad Autónoma de Baja California; y fue precisamente en una de aquellas nuestras pláticas en que le pedí de favor que me prestara su libro de” “Teoría de Tectónica de Placas”, incluso Miguel Agustín nos acompañó por unos días en aquel campo pesquero.

Todas las tardes después de regresar de “marea”, y de alistar todo lo que ocuparíamos para la “marea” del día siguiente, le dedicaba unas tres horas al estudio de “Tectónica de Placas”; fue entonces que me introduje de manera muy entusiasta en el estudio de los orígenes de las formación de los continentes y su deriva.

Para 1978, ya tenía seis años escribiendo sobre los orígenes de las familias de El Rosario, también me interesaba bastante saber sobre lo que los científicos habían descubierto acerca del origen de la tierra, y por supuesto del de Baja California, sobretodo me interesaba de manera especial el por qué se comentaba que la península algún vez se desprenderá del continente, y será una isla.
En aquel mi primer acercamiento con la teoría de la deriva continental, supe que se habían descubierto varias placas tectónicas, y que la península se encuentra sobre la del pacífico, y que el resto del país, en la continental.


ORIGEN DE LA PENINSULA DE BAJA CALIFORNIA.

La deriva continental dio origen a una península que millones de años después de su aparición se llamaría: Baja California.

Según la teoría de Tectónica de Placas, millones de años atrás, unos trescientos, en las eras paleozoica y mesozoica, la tierra se encontraba unida en un supercontinente al que han llamado: “Pangea”; en el cual la mayoría de las masas de tierra que ahora se conocen se encontraban unidas, y que debido a los movimientos del manto se formaron varios continentes.

La corteza terrestre, o capa superficial del planeta, se encuentra formada por el relieve expuesto, y el submarino, que es rígido; la corteza terrestre y el manto superior, que también es rígido, y se encuentra por debajo de la corteza, se les llama “Litosfera”; que es de unos 60 kilómetros de espesor; flotan sobre el manto terrestre, y una sucesión de capas hasta llegar al núcleo; es decir sobre la roca fundida, la que se expulsa al exterior a través de los volcanes.

En la parte de la era geológica, entre los períodos del Oligoceno Tardío, y el Mioceno Temprano, es decir, hace entre 20 y 30 millones de años apareció la península de Baja california.

En el choque que se da entre las dos placas: La del Pacífico, y la Continental, y el deslizamiento entre éstas, que inició en el mioceno medio, hace entre 13 y 15 millones de años, provoca que la del pacífico viaje hacia el noroeste, mientras que la continental lo haga hacia el oeste, y con ese movimiento se dio origen al golfo de California, por cuyo fondo se encuentra el trazo de la falla de San Andrés, discurriendo desde el golfo hacia el noroeste por el mar salado en California, conocido allá como “Salton Sea”, internándose aún más en California hasta cruzarla y salir al océano pacífico, unos cuantos kilómetros al sur de la bahía de San Francisco; toda esta trayectoria de la falla, es la frontera en esa parte de tierra del choque de ambas placas tectónicas.

La velocidad de deriva con la que viaja la placa del pacífico, es decir lo que viaja la península hacia el noroeste, es de unos 6.5 centímetros al año; lo cual según los científicos, le tomará unos 50 mil años a la península para desprenderse de tierra firme, de la zona donde ahora se encuentra unida al continente norteamericano, en la zona del alto golfo de California, en las confluencias de los estados mexicanos de Baja California, y de Sonora, así como los norteamericanos: California, y Arizona.

Bueno, así las cosas; la Península se encuentra en el borde de la placa del Pacifico, mientras que de Sonora hacía el resto del país se encuentran sobre la placa Continental.

No siempre fue así, antes la península era parte de Sonora, las aguas de las lluvias drenaban desde Sonora, y la sierra madre occidental, hasta el océano pacifico, cruzando la península; el golfo de California, no existía.

La placa del pacífico, la más grande de todas, lleva encima a casi todo el océano de ese nombre, y por lo que toca a la corteza terrestre que viaja a la deriva con la placa, es una extensión muy pequeña, es decir, solo sobresale del agua, la península de Baja California, parte de California, Estados Unidos de América, las islas de Hawái, y muchas otras islas; en otras palabras, vamos “viajando” en la deriva continental casi solos; mientras que el resto de Norteamérica lo hace sobre la placa Continental.

Ahora bien: ¿Qué fue lo que hizo que tan poca extensión de la corteza terrestre quedara sola?

Parte de la respuesta la encontramos en la Falla de “San Andrés”, que surgió en el mioceno tardío, es decir, hace entre 3 y 13 millones de años, cuando la separación de la corteza terrestre entre la actual Sonora, y península de Baja california, no soportó más, y se abrió una grieta que se fue llenando de agua, y haciéndose más ancha conforme se alejaba la península de la costa continental, así surgió primero la falla de San Andrés, y el golfo de California. Por otra parte, el rio colorado empezó a drenar sus aguas hacia el golfo, acarreando grandes cantidades de sedimentos que han formado una capa de kilómetros de espesor, y que también han formado el valle de Mexicali, y el Imperial, así como una corteza de fondo del golfo con kilómetros de espesor, esto ha venido sucediendo desde el período del Plioceno, hace entre 2 y 5 millones de años.


EN LA ACTUALIDAD.

El pasado día 4 de abril del 2010, se dio un terremoto de 7.4 grados en la escala de Richter, cuyo epicentro fue en el pueblo de Guadalupe Victoria, en el municipio de Mexicali, Baja California.
Y para quienes tengan dudas, de que la península se separará, pueden ver la grieta que aquel sismo dejó en el cerro “El Centinela”, en la laguna Salada, de Mexicali; la tal grieta tiene más de cien kilómetros de longitud, y quien sabe cuántos de profundidad; lo que sí se sabe, es que la grieta corre desde las confluencias del golfo hacia el noroeste, con rumbo al Salton Sea, que no es otra cosa que el avance del golfo de California hacía el noroeste en su búsqueda del océano pacifico; lo que dicho en otras palabras, significa que una vez que ambas aguas se encuentren, entonces nuestra península, será isla.

A raíz del sismo de abril de 2010, me tocó saber que el cauce de un arroyo, cuyo fondo tenía una suave pendiente hacia el golfo, y que después del sismo, la fractura que antes describí, cruzó el fondo de una margen a otra, dejando un desnivel de tres metros; lo que explicado en palabras llanas, significa que:

Si uno caminaba antes por el fondo de aquel arroyo, siempre iba por el mismo suelo; pero a causa del hundimiento de una parte del suelo, ahora si se camina, de repente se tiene que dar un salto de tres metros de profundidad. Las corrientes de próximas lluvias, nivelarán el fondo del arroyo, y quien por ahí pase, no notará ningún cambio bajo sus pasos; sin embargo, la naturaleza esconde una realidad bastante cierta.


E L FUTURO.

Y cuando ya la península sea isla, seguirá a la deriva sobre los lomos de la placa tectónica a la que pertenece, y se cree que alguna vez, Ensenada, o lo que de ese territorio quede, se encontrará frente a San Francisco, California; y que pasado más, mucho más tiempo, la antes península se encontrará en las confluencias de Alaska.

Y bueno, por último, podemos saber claramente que los mares nunca han estado en un mismo nivel, este nivel, sube y baja según los movimientos de las placas tectónicas, y de infinidad de variables que impactan sobre el planeta en millones de años; tampoco las montañas han sido siempre como ahora las vemos, éstas han aparecido y desaparecido miles de veces a lo largo de la existencia de la tierra.

Basta con que cuando el amable lector tenga la oportunidad de viajar a cualquier parte alta de las montañas actuales, se dé a la tarea de buscar fósiles marinos en lo más escarpado de la serranía, y podrá imaginar qué profundidad tendría el océano en ese punto específico.

No olvidemos que la vida de un ser humano es bastante breve, brevísima, en comparación a la edad del planeta: Baste decir que si comparamos la existencia de un insecto que su vida es de cinco días, con la de un árbol que vive 500 años, y si se le preguntara al insecto que cambios ha notado en el árbol donde vive, el insecto diría: Llevo toda mi vida aquí, y el árbol no ha tenido ningún cambio: Lo mismo podría decir un ser humano: Llevo toda mi vida aquí, 100 años, sobre las montañas donde vivo, y no he notado ningún cambio en ellas.


AUTOR DEL ARTÍCULO:

ING. ALEJANDRO ESPINOZA ARROYO
EL ROSARIO, BAJA CALIFORNIA, MEXICO
MIERCOLES 07 DE SEPTIEMBRE DE 2011.

El presente es un trabajo de orden intelectual, protegido por el autor bajo patente: 1660383; se puede reproducir siempre y cuando no sea con fines de lucro, o comerciales, y se otorguen los créditos correspondientes

NOTAS REELEVANTES:

El primer científico en utilizar la palabra “Pangea” fue el alemán Alfred Wegener en 1912, principal autor de la teoría de “La deriva Continental”

Al enorme océano que una vez rodeo al supercontinente “Pangea” se le llama: “Pantalasa”.
Se considera que “Pangea” se empezó a formar en el periodo Pérmico, hace unos 300 millones de años, y que antes de Pangea, los continentes estaban separados, se unieron, y quedaron rodeados por un inmenso océano único.

Aproximadamente en el periodo Jurásico, Pangea inicio su separación de nuevo, formando dos continentes llamados: Gondwana al sur del globo terráqueo, y Laurasia al norte; separados por un océano llamado “Mar de Tetis”; al continuar la deriva continental, se formaron los continentes como los conocemos ahora, y que se siguen desplazando entre sí.

Y por no dejar de comentar; se supone que hace 1,100 millones de años se formó el supercontinente “Rodinia”; luego se separó, y se volvió a unir; y así sucesivamente la corteza terrestre se ha venido separando en continentes y uniendo en supercontinente, desde hace 4,600 millones de años desde el origen mismo del planeta tierra.

Para mayor información científica sobre el tema, se puede consultar: Mar de Cortés: El Tesoro Azul; Historia geológica de la península de Baja California.

Mi amigo Miguel Agustín Téllez Duarte, es ahora un científico que imparte sus conocimientos en la facultad de ciencias marinas de la Universidad Autónoma de Baja California, en la cuidad de Ensenada; ha realizado estudios en varias Universidades de prestigio mundial.

En la zona de El Rosario, tenemos en las montañas infinidad de fósiles marinos, que han sido ampliamente estudiados por científicos que he tenido el gusto de alternar con muchos de ellos, sobresaliendo en los estudios en las mesas de “San Carlos”, y “El Canasto”, realizados por el Poblano Luís Mario Paredes Mejía; el Doctor en Ciencias Levandovzky; y muchos otros de la Universidad PURDUE de West Lafayette Indiana, Estados Unidos de América.

El propio cañón de origen fósil de El Rosario fue un gran pantano, en el que habitaron dinosaurios, extintos hace 65 millones de años; basta con recorrer sus montañas para apreciar la infinidad de restos de animales marinos.

Espero que este modesto trabajo sea del agrado de mis posibles lectores, sobre todo los que desconocen el tema, y como lo dije al principio, no deja de ser “Historia”, que es uno de mis pasatiempos favoritos. Para quienes les sea familiar esta información, les pido que sigan apoyando para que la divulgación de la ciencia llegue a quienes no han tenido la oportunidad de adentrarse en ella.



































martes, 6 de septiembre de 2011

ORIGENES DE LA FAMILIA “PELLEJEROS” EN EL ROSARIO, BAJA CALIFORNIA, MEXICO.

TALABARTERIA DE DON JOSE VERDUGO ALVARADO.
Por Ing. Alejandro Espinoza Arroyo
Sábado 03 de Septiembre de 2011.

Corría el año de 1815, cuando en la misión de San Francisco de Borja Adac, nace José Verdugo Alvarado, de los Verdugo de Comondú, Baja California, Sur; aquellos eran los tiempos en que México de debatía entre nacer como nación, o seguir siendo un apéndice de España, seguir siendo una colonia de la cual la “Madre Patria” siguiera extrayendo no sólo sus riquezas, sino también el alma, y la sangre de sus colonos. El imperio perdió su apéndice, pero otro que nacía, tenía puestos sus intereses en una porción de las ricas tierras que España estaba por perder; más de la mitad del territorio del México aquel, que sucumbió a manos del nuevo imperio, el estadounidense.

José fue hijo de Mariano Verdugo y de Josefa Alvarado, quienes vivieron en Comondú, y de ese lugar viajaron a la misión de Santa Gertrudis, y más tarde a la de San Francisco de Borja Adac, en cuyo sitio nace José en 1815, como ha quedado dicho.

La talabartería eran las labores que desempeñaba la familia Verdugo en San Borja, sus “clientes” se encontraban en la misión, y en los escasos ranchos de la comarca de aquel entonces; realizaban también labores de agricultura, apicultura, y vaqueros en el cuidado de los ganados misionales.

Basta fue la familia que procrearon los Verdugo Alvarado, todos se dispersaron por la región media de la península, sin embargo José, se asentó en su juventud en la misión de Santo Tomás de Aquino, cercana al paraje de la Ensenada de Todos Santos, hoy ciudad de Ensenada, Baja California; de la misión de Santo Tomas de Aquino, pasó en busca de instalarse en El Rosario, situado doscientos kilómetros al sur, a cuyo sitio llegó hacia 1835; fue allí donde conoció a Columba Sevilla, quien había nacido en 1812, en la misión de San Francisco de Borja Adac, pero radicada con su familia desde su primera juventud en El Rosario, casándose con ella, casi a su llegada al pueblo, el propio año de 1835.

José al desposarse con Columba contaba con escasos veinte años de edad, y ella veintitrés, fincaron su vivienda en el paraje que más tarde se conoció como “El Palo Loco”, su casa la construyeron con el apoyo de don José Sevilla, don Juan Marrón, y don Carlos Espinoza Castro.

De manera inmediata José Verdugo Alvarado construyó un cuarto de adobe al que llamaba “La Fragua”, aunque no trabajaba la herrería, sino la talabartería, oficio que le había enseñado y heredado su padre. Un año después, en 1836, nace su primera hija a quien nombraron: Petra.

En su trabajo de peletería, el entonces joven José, elaboraba pocas prendas y enseres que los habitantes del pueblo le solicitaban, y como la comunidad entonces era de unos cuarenta habitantes, pronto se terminaban los “clientes”, y con ellos los ingresos no monetarios de José.

Por tal razón se dio a la tarea de criar algunos burros, mulas, aves de corral, y por primera vez en El Rosario, cajas con colmenas para la miel, todo a la usanza bajacaliforniana, traída aquí por los misioneros.

Cuando el pueblo creció, y su familia también José volvió a lo suyo, a la talabartería; y como la dotación de pieles no era basta que digamos, él con sus pequeños hijos recorría los ranchos en busca de cueros crudos, los que curtía y con los que elaboraba sus prendas, muy apreciadas que eran por los rosareños; principalmente los cintos, chaparreras, chamarras, chalecos, zapatos, y botas vaqueras, frenos, riendas, alforjas, reatas; y de cuando en cuando confeccionaba un mandil para el único herrero que había en el pueblo: Tomás Federico Ortiz Espinoza, quien era su yerno, pues fue casado con María Luisa Pellejeros Sevilla, de quien su hijo Santiago Ortiz Pellejeros heredaría la herrería y su labor .

Elaboraba José Pellejeros también los cayucos que los rosareños encabezados por Carlos Espinoza Castro, utilizaban para la cacería de nutrias en la bahía de El Rosario; Los cayucos de forma redonda eran antes elaborados por los propios nutrieros mediante el cuero crudo de una res; pero al llegar José Verdugo al pueblo, la manufactura de los cayucos tuvo gran avance al elaborase con piel curtida, mejorando con esto su navegación, su manejo, y su duración, ya que de esa manera los hambrientos coyotes no se los comían; primero por el fuerte olor que despedían por la curtiduría, y porque los nutrieros los colgaban en los acantilados verticales de Punta Baja, y puerto de “Los Chinos”, en la costa rosareña.

José Verdugo ya iba a un rancho a recoger o a encargar los cueros, ya iba a otro lugar, o de caería para hacerse de la materia prima, incluso de lobos marinos de uno y de dos pelos, como los llamaban; tantas vueltas dio, tantas veredas recorrió en busca de su “tesoro”, que llamó la atención de un “Indito”, decían los viejitos; y mientras que los rosareños decían:
¡Allá viene José Verdugo en busca de cueros!

“El indito”, que era originario de San Francisco de la Sierra, Baja California, Sur, y radicado por décadas en El Rosario, decía algo igual, pero muy distinto:
¡Allá viene José Verdugo, en busca de Pellejos!

Y tanto se llevó y se trajo la frasecita, de que José buscaba pieles, cueros, luego pellejos, y que trabajaba con ellos, se le fue cambiando de piel a cuero, luego a pellejo; después todos decían: Los Pellejeros.

Para el año de 1861, ya don José Verdugo Alvarado, se llamaba José Pellejeros Alvarado, y sus hijos eran, Pellejeros Sevilla; pues fue en ese año cuando se iniciaron las constancias de inscripción ante el recién nacido registro civil en México, y en nuestra región se inscribían en Santo Tomás de Aquino, y en La Grulla; lugar donde un despistado “escribano”, anotó por primera vez en la familia el apellido “PELLEJEROS”; fue así que mi tatarabuelo se llamó: Tomás Marrón Pellejeros; y sus hermanos de la misma manera.

Mi abuela María Visitación Garcia Marrón de Espinoza, que fue tataranieta de José Pellejeros, recordaba que sus antepasados se ofendían de sobremanera, porque los llamaban “Pellejeros”; aunque no les quedó de otra, más que aceptarlo.

Hacía 1857, año en que nace mi tatarabuelo Policarpo Espinoza Marrón, primo hermano de los hijos de Ignacio Marrón Murillo y de Petra “Pellejeros” Sevilla, el taller de “La Fragua”, se llamaba: “El Pellejero”; y los que allí laboraban: “Los Pellejeros”; y se oficializó en 1861, con el proceder del escribano en La Grulla.

Cuando se levantó el acta de defunción de Columba Sevilla, en El Rosario, el 31 de marzo de 1893, cuando contaba con la edad de 81 años, José aceptó que su nombre se asentara en el acta de defunción de su esposa, como: “José Pellejero”.

A la única persona que he conocido en la vida y que llevó ese apellido fue a Ramón Meza Pellejeros, mecánico que fue en El Rosario, quien falleció hacía la década de 1990 al 2000, más o menos.

En la actualidad no existe ni siquiera una sola persona que represente a ese linaje en El Rosario, el apellido se encuentra extinto aquí, sin embargo la relación consanguínea es basta con las familias tempranas de mi tierra.

Lo único tangible que se puede encontrar en El Rosario hoy en día, es una “cuera”, chamarra de piel elaborada hace unos ciento cincuenta años por Don José Pellejeros, la cual se exhibe en el museo comunitario “El Rosario”, gracias a Francisco Gerardo, quien la heredó de su abuelo Anastasio Gerardo Espinoza, quien a su vez la había heredado de su familia Espinoza.

Las presentes letras son solo una leve aproximación de lo que fue la laboriosa vida de los “Pellejeros” en mi tierra, y sabiendo que el apellido existe como tal en España, y en otras partes del mundo de influencia española, no se encuentra relacionado en nada con los orígenes de los de El Rosario; y que aunque ya había escrito algo relacionado con esta familia en esta misma página, he deseado ampliar la información para su divulgación de manera mas apropiada.


AUTOR DEL ARTÍCULO:

ING. ALEJANDRO ESPINOZA ARROYO
EL ROSARIO, BAJA CALIFORNIA, MEXICO
SABADO 03 DE SEPTIEMBRE DE 2011.

El presente es trabajo intelectual del autor, se permite su uso parcial o total, siempre y cuando no sea con fines de lucro, ni comercial, y otorgando los créditos correspondientes.


Notas relevantes.

Los (Verdugo) Pellejeros Sevilla, fueron los primeros en construir casa en El Rosario de Arriba, vivieron en la zona que hoy se conoce como “El Palo Loco”, actual propiedad de Aurora Duarte Peralta de Espinoza y familia, heredada a ella por su esposo Antonio Leobardo “Quirino” Espinoza Peralta, (El Rosario: 17 de enero1931- 03 de febrero de2009).
Sólo la misión le antecedió en construcción en El Rosario de Arriba a la casa de José Pellejeros.
“Palo Loco” fue un árbol eucalipto que en 1850 plantó Petra Pellejeros Sevilla, cuando ya era casada con Ignacio Marrón Murillo (El Rosario: 1823-1922); siendo derribado por un fuerte viento el día 17 de enero de 1988, cuando contaba con 138 años de edad.

Los hijos de José Pellejeros y de Columba Sevilla fueron: Petra, Hesiquio, María Luisa, y otros más; mientras que sus nietos fueron: los Ortiz Pellejeros, Marrón Pellejeros, y Pellejeros ¿?.
Ramón Meza Pellejeros, al parecer descendía de Hesiquio, según me lo comentó.

A continuación transcribo el acta de defunción de Columba Sevilla de Pellejeros, misma que publiqué en mi libro ‘LOS ROSAREÑOS”, en 1992:

“ACTA NUMERO 25: DEFUNCION DE LA SEÑORA COLUMBA SEVILLA DE PELLEJERO:

En la Ex misión de El Rosario, de la Municipalidad de la Ensenada de Todos Santos, Distrito Norte de la Baja California, a las diez de la mañana del día 31 de marzo de 1893, ante mí José Montes, Juez de Paz tercero suplente de esta sección en ejercicio por ausencia del propietario y primer suplente y en funciones de Juez Civil por ministerio de Ley, compareció el ciudadano JOSE PELLEJERO, de 78 años de edad, natural y vecino de este lugar, de oficio labrador, manifestó que el día de ayer 30 del mes de marzo falleció en su propia casa habitación la señora su esposa Doña COLUMBA SEVILLA, casada con el exponente, natural de San Borja, de este distrito y vecina de este lugar desde hace muchos años, hija legitima de José Sevilla, y de la señora N.N. a quien no conoció, y no recuerda como se llama, ambos difuntos: Que la finada murió de fiebre el día expresado a las cuatro de la tarde y de 81 años de edad. Los testigos de esta manifestación lo fueron los ciudadanos Daniel Montes (Espinoza), y Bruno Peralta (Veliz), ambos labradores, mayores de edad, y vecinos de este lugar, con domicilio el segundo en el rancho San Antonio de esta sección; el primero viudo, y el segundo casado y natural de Comondú Distrito Sur de este Territorio, y el primero natural de este lugar con su domicilio en el mismo. El primero de estos testigos manifestó ser pariente de la finada y el segundo por afinidad. La inhumación se verificará en el cementerio de este lugar, hoy a las cinco de la tarde. Leída la presente acta al interesado y testigos manifestaron todos su conformidad, firmándola con el suscrito para constancia, no haciéndolo el manifestante por no saber.”

En el acta se lee que Bruno Peralta veliz, era pariente por “Afinidad” de Columba, lo cual así fue, ya que su esposa era Francisca Ortiz Pellejeros, nieta de la finada, e hija del herrero Tomás Federico Ortiz Espinoza y de Maria Luisa Pellejeros Sevilla.

Daniel Montes Espinoza (hijo de José Montes (El Juez que levantó el acta, y de Ildefonsa Espinoza Salgado), fue el otro testigo, y según se asienta era familiar, creo que eran parientes por parte de José Montes con José Verdugo “Pellejeros”.

El Juez primero que se encontraba ausente al momento de levantar el acta, era mi tatarabuelo Policarpo Espinoza Marrón; quien fue sobrino político del Juez Suplente José Montes, ya que la esposa de este Ildefonsa, fue hermana de José del Carmen Espinoza Salgado, e hijos del patriarca Carlos Espinoza Castro.



La persona de mayor edad es Petra Pellejeros Sevilla de Marrón,
en El Rosario, en 1924; mi abuela María Visitación García Marrón,
es la niña de collar, cuando contaba con apenas 10 años de edad.
Foto que me facilitó Elena Esther Cochran García sobrina de
mi abuela, y tataranieta de Petra.


Esto es lo que queda en la actualidad de lo que fue la herrería de Tomás Federico Ortiz Espinoza, que en realidad fue la casa de su primo José del Carmen Espinoza Salgado. En la actualidad es la casa de José Ceseña y familia; siendo la más antigua que se conserva en pie, y que fue construida en 1863.
Foto por tomada el autor: El Rosario, BC. 1980.





Mi tatarabuelo, Policarpo Espinoza Marrón, quien era el Juez Ausente, se encuentra en esta foto a la extrema derecha., en El Rosario, en 1927. Mi abuelo Alejandro “Negro” Espinoza Peralta, es el joven de sombrero de la extrema izquierda; el resto son hermanos de mi abuelo.
Foto: Colección del autor.




A la derecha se encuentra Don Rosario Meza Arce,
quien fue padre de Ramón Meza Pellejeros,
le sigue al centro su consuegro don José
“Pepe Garrucha” Valladolid Ortiz, a la izquierda
el delegado de gobierno en El Rosario, BC., en 1955.
Foto: Colecciona del autor.




Misión de San Francisco de Borja Adac, lugar donde nacieron José Pellejero, en 1815, y Columba Sevilla, en 1812.
Foto tomada por el autor en marzo de 2008.



Bruno Peralta Veliz, uno de los testigos
de la muerte de Columba Sevilla de Pellejeros.
Foto colección del autor: El Rosario, BC 1876.